Soledad: Aquí es donde se halla a Dios

En este video quiero hablar de la soledad. Muchas personas no se dan cuenta de una verdad importantísima, y si algunos de hecho sí la conocen, ellos tratan de evitarla. Esta verdad es la siguiente: que a Dios no se le puede hallar en otras personas ni con otras personas. A Dios se le encuentra en la soledad, es allí donde se puede establecer una relación con Él. San Alfonso dijo:

“Todas las almas amantes de Dios quieren también la soledad; porque en ella más fácilmente se les comunica el Señor, encontrándose allí igualmente más libres y desprendidas de los negocios y afectos de la tierra. Refiere San Euquerio, que deseoso cierto hombre de llegar a hacerse santo, le preguntó a uno que ya lo era, ¿qué debería él hacer para encontrar a Dios? Entonces el otro le condujo a un lugar solitario, y le dijo: Aquí es donde se halla a Dios.”

Quiero enfocarme en dos exposiciones de esta verdad y cómo ello es relevante para nosotros el día de hoy. Lo primero se refiere en establecer una relación con Dios, y lo segundo involucra en creer la verdad de Dios sin transigencias, o sea, sin comprometerla, y de una manera como Él quiere que la creamos y la comuniquemos. Con respecto a lo primero de establecer una relación con Dios, y una que además debe ser interior, si alguien no se aparta de los demás, entonces nunca recibirá las gracias para conocer o cumplir con la voluntad de Dios y así nunca conocerá a Dios.

La razón de por qué muy pocos aprenden y cumplen la voluntad de Dios, e igualmente son pocos los que creen en su verdad sin comprometerla y prefieren estar precipitados en el pecado o envueltos en la herejía, es porque ellos siempre están cerca con los demás. Al estar siempre cerca con los demás, ya sea en persona o virtualmente por el internet, llegan a contaminarse por lo que piensan y hacen los demás. Se manchan por el liberalismo, por inclinaciones pecaminosas, por el respeto humano, por los deseos de torcer o modificar la voluntad de Dios por aquellos que no han encontrado a Dios en la soledad. Al ser contaminados, aunque sea leve, por esta influencia –y muy a menudo dicha corrupción es sutil–, estas personas fracasarán en construirse una verdadera relación y amistad con Dios lejos de los demás.

Como bien lo dijo San Alfonso:

“El aire del mundo es un aire inficionado y nocivo para el alma; por cuya causa aquel que lo respira, fácilmente contrae cualquier enfermedad espiritual. Los respetos humanos, los malos ejemplos, y las conversaciones mundanas sirven de poderosos incentivos que arrastran a las personas al pernicioso apego de los bienes de la tierra, alejándolas de Dios al mismo tiempo. Nadie ignora que la causa de perderse tantas almas, son las peligrosas ocasiones, las que en el mundo tanto abundan”.

Para dar un ejemplo, las personas que gastan a diario un tiempo significativo en un foro de internet o en una sala de chat o en Facebook o en YouTube (no para ver un video que quizás sea de valor) sino que más bien para chequear constantemente quién está comentando, aquí es donde se pierden numerosas gracias y donde se pierden las almas. Ellos no están buscando a Dios, a menudo son manchados por los demás quienes tampoco han encontrado a Dios; también están perdiendo el tiempo, y muy frecuente están haciendo pecado.  Están contaminando o afectando la manera de ver las cosas según la mentalidad de aquellos que no han hallado a Dios en la soledad, o que a menudo son liberales o herejes o infieles. Mucho mejor les serviría si ellos dejarán esto. Empezarían a ver las cosas como son y como Dios quiere que se vean, en vez de verlas por el prisma corrupto de aquellas personas con quien se juntan.

Bien entendían esto los santos, comprendían la influencia corrupta de las demás personas, incluso en aquellas épocas en donde había varias edades de fe en comparación a nuestra época presente. En la obra de William Thomas Walsh, Nuestra Señora de Fátima, se lee lo siguiente:

“Una tarde Lucía trajo a otras niñas, compañeras de colegio. Cuando se marcharon, Francisco la miró seriamente y le dijo: ‘No andes con ellas porque puedes aprender a pecar’. ‘Pero salen de la escuela conmigo’ [replicó Lucía]. ‘Cuando salgas, [dijo Francisco] estate un ratito a los pies del oculto Jesús, y después vienes sola a casa’” (págs. 208-209).

Con una verdadera sabiduría, Francisco vio que Lucia podría corromperse por aquellas personas y que no era productivo que caminara a casa con ellas.

Aunque usted tenga una familia grande, debe buscar tiempo en donde se pueda separar de sus familiares y estar en la soledad. No hay otra manera de formar esa relación con Dios. Necesita estar en algún lugar, ya sea en su cuarto o habitación, o fuera del hogar, o en algún otro lugar, pero se debe hacer tiempo para estar en oración en la soledad y así fortalecer esa relación y amistad con Dios, rezando y leyendo libros espirituales.

En la historia de Fátima también se lee sobre Francisco, y cómo empezó a tener un amor por la soledad, y esto aumentaba junto con las gracias que recibía después de la aparición de Nuestra Señora de Fátima, y se cuenta:

“Otra característica de los santos que empezó a manifestarse en Francisco después de la aparición de la Señora fue el amor a la soledad. Una mañana de mayo dejó a las dos niñas [Jacinta y Lucía] con las ovejas y trepó a lo alto de una elevada roca. ‘No podréis llegar hasta aquí’, les gritó desde arriba. ‘¡Dejadme solo!’” (pág. 87).

La dura verdad, o sea, el gran problema que tenemos hoy en día, es que casi todos son malos o herejes. Y una de las razones del por qué tantos nos toman mal, diciendo que somos duros o severos o que estamos equivocados, es porque ellos están midiendo las cosas según la corrupción de lo que opinan los demás (además de que ellos mismos están corrompidos), en vez de juzgar las cosas honestamente, sin tener en cuenta las opiniones de los demás y únicamente con la consideración de la realidad y lo que Dios mismo opina sobre ello. Si se apartaran de los demás, comenzarían a ver las cosas como son, o por lo menos tendrían una mejor oportunidad en hacerlo.

Este problema de nuestra época se complica por el internet, en donde las personas pueden permanecer esencialmente cerca o pasar el tiempo con las personas, y esto lo hacen casi todo el tiempo. Muchos gastan la mayor parte del día en salas de chat, o en foros o en blogs de poco valor. Son en estos lugares en donde abundan personas pecadoras, heréticas, y malvadas, personas que no han encontrado a Dios en la soledad, y pervierten a los demás por sus maldades, por su liberalismo, o por sus herejías. También pueden ser sutiles y por eso se dice que son tan peligrosos. Ellos hacen perder el tiempo de las demás personas, crean confusión, los distraen de su paz, y los mantienen alejados en hallar a Dios o en hacer algo más productivo.

No es de extrañar por qué estos foros y salas de chat, y comentando en YouTube o en Facebook, están tan contaminados, y es que ello se debe a que es allí en donde se juntan gentes malvadas; personas que necesitan estar constantemente cerca de los demás, porque quieren ser apaciguadas y acompañadas por los demás, porque rehúyen a Dios en la soledad.

Ahora bien, no se está diciendo que todos los que han dejado comentarios sean personas malas, sino que se está hablando de la súper mayoría de aquellas personas que se juntan en estos lugares. Como en otra parte dice San Alfonso:

“Los mundanos huyen de la soledad, y con razón, según su juicio; porque en ella se dejan sentir más los remordimientos de sus conciencias. Por esta causa van buscando las conversaciones y tumultos del mundo, para que su [ruido] les distraiga y no les deje sentir las molestias de aquellos”.

San Alfonso estaba tan consiente de la posible influencia corruptora de los demás, que hizo hincapié con un especial vigor en desprenderse de incluso de los parientes, nos dice en su libro La verdadera Esposa de Jesucristo:

“Si el afecto carnal tenido a los parientes no ocasionase un gran daño, no nos hubiera prevenido Jesucristo con tanta eficacia que nos desprendamos de ellos. (…) ‘Y los enemigos del hombre, los de su casa’ (Mateo 10, 36). Los parientes son los que con especialidad les impiden el aprovechamiento espiritual”.

Los santos resaltan que Dios no puede utilizar ni puede estar contento con aquellos que tratan de servirlo según la manera como opinan los demás. Como San Alfonso dijo al citar a San Francisco de Borja:

“El que pretenda darse a Dios, es necesario que antes de todo ponga debajo de sus pies este infernal respeto del ¿qué dirán?”.

Esto es muy cierto, no solo acerca de lo que otros dirán de él, sino también con respecto a lo que otros dirán de él sobre lo que Dios ha revelado. Al estar siempre cerca de otras personas y corrompidas por sus opiniones e influencia, numerosas personas están fallando en hallar la voluntad de Dios, siendo desagradables ante Él, y perdiendo sus almas.