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El Templo de Dios en la profecía (2 Tes. 2, 4) no es judío
En 2 Tesalonicenses 2, 4, hablando de la apostasía del fin de los tiempos, San Pablo dice que el hombre del pecado va a “sentarse él mismo en el templo de Dios, manifestándose a sí mismo que es Dios”. Este video mostrará qué es el Templo de Dios mencionado en la profecía de 2 Tesalonicenses 2, 4, y definitivamente qué no lo es. Las opiniones falsas sobre el tema se deben a los errores masivos en comprender las profecías del Nuevo Testamento, como también por adoptar teorías absurdas sobre el fin de los tiempos, y otros errores doctrinales significativos. Este asunto es de suma importancia. En primer lugar, el templo de Dios en la profecía de 2 Tesalonicenses 2, 4 ciertamente no es la reconstrucción del templo de Jerusalén ni tampoco la de un templo judío, pues ese no sería para nada el templo de Dios. Tristemente, muchos protestantes, e incluso algunas personas descarriadas que reclaman ser católicas, han adoptado la posición de que el hombre del pecado va a sentarse en un templo reconstruido de Jerusalén. Pero esa posición es evidentemente falsa, ilógica y no bíblica. La Iglesia de Cristo es el Israel de Dios (Gálatas 6, 16).
Las ceremonias, los sacrificios y ritos del judaísmo y de la Antigua Ley fueron, antes de la venida de Jesucristo, signos que apuntaban hacia Él; pero después de su venida, y estaban presentes lo que significaban tales cosas, esas ceremonias cesaron y fueron reemplazadas con los sacramentos del Nuevo Testamento. La destrucción del templo en el año 70 d.C. fue la señal definitiva de que el judaísmo, junto con sus sacrificios, ceremonias y ritos, está muerto y enterrado, y que ha sido reemplazado por la Iglesia de Jesucristo. Como lo enseña dogmáticamente la Iglesia católica, observar o practicar los ritos del Antiguo Testamento después de la promulgación del Evangelio es un pecado mortal. Santo Tomás de Aquino explicó correctamente que las ceremonias de la Antigua Ley significaban que las personas estaban esperando la venida del Mesías. Por lo tanto, observar ahora las ceremonias del Antiguo Testamento, después de que Jesucristo ha venido y el Evangelio ha sido promulgado, es pretender que el Mesías aún no ha venido ni cumplido lo que significaban esas ceremonias, y eso es herejía y blasfemia. Observar el judaísmo o la Antigua Ley ahora, es negar, en la práctica, que Jesucristo es el Mesías. Por eso es gravemente pecaminoso practicar el judaísmo u observar las ceremonias de la Antigua Ley después de la promulgación del Evangelio. También es la razón por la cual ningún templo reconstruido dedicado a tales ritos muertos sería el templo de Dios. Por lo tanto, el templo de Dios, donde se sienta el hombre del pecado, ciertamente no es un templo reconstruido de Jerusalén o un templo judío. La falsa posición de que el templo de Dios será un templo judío reconstruido se conecta típicamente a la falsa doctrina de que los judíos, en el periodo del Nuevo Testamento, son el pueblo de Dios o que su religión es ‘de Dios’. Y eso es completamente erróneo. De hecho, esto es herejía – una herejía sostenida ampliamente en nuestros días. Pero la Biblia es muy clara: los verdaderos cristianos, no los judíos incrédulos, son Israel y el pueblo de Dios. 1 Pedro 2, 9 destruye la noción de que cualquier otro grupo aparte de la Iglesia es el pueblo de Dios, cuando habla de los verdaderos cristianos: “Pero vosotros sois un linaje escogido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo conquistado…”. Como podemos ver, los cristianos, no los judíos, son el linaje escogido/el pueblo de Dios. Colosenses 3, 12 expone la misma verdad. De hecho, cada vez que se usa el término elegido en el Nuevo Testamento, se refiere a Jesucristo o a los cristianos. Nunca se refiere a los judíos o a una raza física en específico. Los elegidos de Dios no son aquellos que han descendido biológicamente de Abraham o que se unieron a aquellos descendidos biológicos, sino que son aquellos que han sido regenerados espiritualmente en Cristo y guardan su verdadera fe. Gálatas 3, 16 nos informa que las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendiente, y que el descendiente de Abraham no son muchos, sino uno: el cual es Cristo. Gálatas 3, 29 nos dice luego que si sois de Cristo sois descendientes de Abraham. Esa es la enseñanza infalible de la Escritura sobre la descendencia de Abraham. No podría ser más clara. También es por eso que en Hechos 3, 23, San Pedro, hablando de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, dice: “Y toda alma que no escuchare a aquel profeta, será excluida de su pueblo”. La Biblia enseña que los judíos que no aceptan a Jesucristo serán excluidos del pueblo de Dios. Por ende, cualquier casa o templo que ellos construyeran no sería el templo de Dios. Hay abundante evidencia adicional en la Escritura que podría ser citada para probar aún más que los cristianos, no los judíos, son Israel y el pueblo de Dios. Ya que estamos discutiendo el término templo de Dios en la profecía de 2 Tes. 2, 4, debería hacerse hincapié en que varios comentaristas han señalado que, en sus epístolas, incluyendo 1 y 2 Tesalonicenses, San Pablo apropia los términos que originalmente habían sido reservados para Israel y se los asigna a la Iglesia. San Pablo enseña que la Iglesia ha tomado la posición de Israel. Muchos pasajes prueban que los que están fuera de Jesucristo y de su Iglesia no son de Dios. No son Israel, y no tienen parte con Él. Necesitan ser convertidos a la verdadera fe de Cristo para formar parte del Israel de Dios. Por consiguiente, cualquier templo no cristiano o templo judío que sea construido en Jerusalén, incluyendo alguno que se proponga ser la restauración del antiguo templo, no sería el templo de Dios. Solo sería otro templo del demonio dedicado a una falsa religión. Es por eso que los intentos de reconstruir el templo de Jerusalén han fallado e incluso han sido impedidos por eventos milagrosos. Considérese, por ejemplo, el intento hecho en el año 363 por el emperador romano Juliano el Apóstata. Muchas personas no están familiarizadas con los eventos milagrosos que detuvieron el esfuerzo de reconstruir el templo de Jerusalén, aunque estos eventos eran bien conocidos en la Iglesia primitiva. Juliano el Apóstata, un enemigo del cristianismo, quiso reconstruir el templo de Jerusalén en el año 363 porque su destrucción dejaba a los judíos incapacitados para practicar la religión del Antiguo Testamento. La obliteración de su templo, en consonancia con la vida y las profecías de Jesucristo, era una prueba divina de que el Mesías había llegado y de que el cristianismo había reemplazado al judaísmo. Bueno, es un hecho –confirmado por varias fuentes– que cuando los hombres de Juliano estaban trabajando para reconstruir el templo, estallaron milagrosamente globos de fuego en la zona, la tierra se sacudió, aparecieron cruces en la ropa de los hombres, y murieron personas, provocando el abandono de todo ese esfuerzo. Esto no es una mera leyenda. Es un hecho histórico bien documentado. Estos eventos milagrosos y extraordinarios, que impidieron la reconstrucción del templo en Jerusalén, fueron registrados por San Gregorio Nacianceno, San Ambrosio, San Juan Crisóstomo, por Sócrates y Sozomeno (que fueron historiadores de la Iglesia primitiva), entre otros. Incluso fueron confirmados por el historiador pagano Amiano Marcelino, un amigo de Juliano el Apóstata. Él declaró: Estos eventos extraordinarios, que detuvieron la construcción del templo, fueron muy bien documentados, tanto que San Ambrosio los usó como argumento en su carta al emperador Graciano en 380. Él no hubiera hecho eso si no hubiese tenido hechos bien establecidos. Los eventos milagrosos por los cuales Dios intervino para impedir la reconstrucción del templo de Jerusalén, son otra señal poderosa de que el templo de Dios del Nuevo Testamento en la profecía del fin de los tiempos no es una reconstrucción del templo de Jerusalén. Incluso si uno otorgara, para el bien del argumento, que Dios permitiera que se completara una estructura que pretendiera ser una restauración del templo de Jerusalén, los hechos que hemos cubierto demuestran que tal estructura no sería ciertamente el templo de Dios, sino el templo de una falsa religión. Es por eso que en el siglo cuarto San Juan Crisóstomo, doctor de la Iglesia, describió correctamente a las sinagogas judías en la periodo del Nuevo Testamento, no como casas de Dios, sino como alojamientos de demonios. Él consideraba a las sinagogas como siendo casas de demonios y dijo que merecen menos honores que una taberna. Esto es consistente con la enseñanza bíblica en Apocalipsis 3, 9 de que los judíos que rechazan a Jesucristo no forman parte de la religión de Dios, sino miembros de la sinagoga de Satanás. Así como otros que están fuera de la Iglesia, ellos necesitan convertirse a la verdadera fe de Cristo para salvarse. El significado de Apocalipsis 3, 9 es que los judíos que rechazan a Jesucristo no son verdaderos judíos o judeanos. Ellos no son Israel porque únicamente los verdaderos cristianos son Israel. Los judíos incrédulos forman parte de la sinagoga de Satanás. Solo aquellos que pertenecen a Cristo son la descendencia de Abraham. Por lo tanto, suponer que el templo de Dios en 2 Tesalonicenses 2, 4 será un templo judío en realidad es equiparar un alojamiento de demonios y la sinagoga de Satanás con lo que es de Dios. Por supuesto, esto es completamente erróneo. Otra prueba de que el ‘templo de Dios’ mencionado en 2 Tes. 2, 4 no tiene nada que ver con el judaísmo, se halla al considerar el significado de ‘templo de Dios’ en las epístolas de San Pablo. Incluso cuando el templo de Jerusalén todavía estaba en pie, San Pablo les dejó claro a los corintios que los cristianos habían reemplazado el templo de Jerusalén por el templo de Dios. Por ejemplo: Y: Según el Nuevo Testamento, los verdaderos cristianos son el templo de Dios. La Iglesia de Cristo ha heredado la posición de Israel y reemplazó el templo del Antiguo Testamento (que fue destruido hace casi 2000 años como una señal divina del traslado de todas las cosas del judaísmo del Antiguo Testamento a la Iglesia de Cristo). De hecho, la frase ‘templo de Dios’ es usada por San Pablo cuatro veces además de la de 2 Tesalonicenses 2, 4. En cada caso él se refiere a la Iglesia. La identificación de la Iglesia como el templo de Dios se halla repetidamente en el Nuevo Testamento, incluyendo el libro de Efesios y 1 Pedro. El templo de Dios en 2 Tesalonicenses 2, 4 no es un reconstruido templo de Jerusalén. Por otra parte, el templo de Dios no es en definitiva un templo construido por el hombre del pecado o el anticristo, pues entonces sería su propio templo. En ese caso, sería un ναός διαβόλου, un templo del diablo, y no ὁ ναὸς Θεοῦ, el templo de Dios. De hecho, en 2 Tes. 2, 4, el artículo definitivo (es decir, la palabra que significa ‘el’), se halla en dos lugares, antes de la palabra templo y antes de la palabra Dios, por lo que una traducción muy literal de la frase griega sería que el hombre del pecado se sentará él mismo en “el templo de el Dios” o bien, “el templo del Dios”. Por tanto, el templo referido en la profecía, que es el templo del Dios, no es un templo construido por el hombre del pecado o el anticristo. No, el templo de Dios se refiere a la Iglesia de Jesucristo. Como la profecía de 2 Tes. 2, 4 dice que el hombre del pecado va a sentarse en el templo de Dios, y por supuesto es imposible que alguien se siente físicamente en la entidad espiritual de la Iglesia, la profecía indica que el hombre del pecado va a sentarse en la principal estructura física de la Iglesia de Jesucristo. Él va a sentarse en un edificio que ha sido conocido –y podría considerarse correctamente– como el templo universal del cristianismo. Las profecías como estas sobre el templo de Dios claro que no podrían tener ningún cumplimiento en un mundo donde se imagina al protestantismo como siendo el cristianismo, ya que los no católicos que reclaman ser cristianos no tienen ningún templo de Dios universalmente reconocible. Para ellos, nada se destaca como un templo cristiano de Dios universalmente reconocido en donde el hombre del pecado podría sentarse. Es por eso que mucho de ellos, en desesperación, han optado por la idea patentemente falsa de un reconstruido templo de Jerusalén. Incluso muchos no católicos que rechazan la noción de que los judíos son el pueblo de Dios en el Nuevo Testamento han adoptado la posición de un templo judío reconstruido que será el templo de la profecía, ya que ellos se dan cuenta que la profecía se refiere al hombre del pecado sentado en una estructura física que sea identificada como el templo de Dios, y que no hay nada de lo que posiblemente pueda considerarse como el templo universal de Dios en el ‘cristianismo’ no católico. Sus opiniones erróneas sobre qué podría significar el templo de Dios conduce a teorías absurdas de la reconstrucción del templo judío y del restablecimiento de ritos judíos muertos, que ellos creen deben ocurrir para que se cumplan las profecías de los tiempos finales. Sin embargo, lo que la profecía sobre el hombre del pecado sentado en el templo de Dios debería dejarles claro, es que el protestantismo no es verdadero cristianismo, ya que en el verdadero cristianismo existe un templo universalmente reconocido. El templo universalmente reconocido en el verdadero cristianismo es el Vaticano en Roma, y más específicamente, es la Basílica de San Pedro en el Vaticano. La Basílica de San Pedro es el Templo de Dios, como veremos. Este templo fue construido en el mismo lugar donde San Pedro, el primer papa, fue enterrado. La construcción de este templo sobre el mismo San Pedro nos sirve, por tanto, como un símbolo conforme para la Iglesia. Pues Jesús fundó la Iglesia universal sobre San Pedro. Él identificó a San Pedro como la piedra. Él le dio las llaves del reino de los cielos, y Él le dejó encargado su rebaño. Entonces, así como Jesucristo construyó su Iglesia universal sobre San Pedro, fue oportuno que el templo y la estructura física más prominente en esa Iglesia, la Basílica de San Pedro, también fuera construida sobre el mismo San Pedro – esto es, directamente sobre su tumba.Suscríbase a nuestro boletín para recibir noticias sobre futuros videos y artículos de vaticanocatolico.com
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Crowned 4 mesesLeer más...Este sábado 20 es el día de Santa Margarita de Antioquía 💕
Stefy 4 mesesLeer más...Este testimonio es realmente impactante. No se compara con el que leí, "la carta del más allá". Se agradece la traducción y el ponerlo en la web, hermanos.
Stefy 4 mesesLeer más...Muchas gracias!
Stefany 5 mesesLeer más...Dios así lo quiere.
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