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Dignitatis Humanae – La declaración sobre la libertad religiosa
vaticanocatolico.com
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▪ El Vaticano II enseña que los cismáticos acatólicos pueden recibir legítimamente la sagrada comunión, lo que está totalmente condenado por la doctrina católica
▪ Explicación de la doctrina católica contra la libertad religiosa…
▪ Explicación de cómo el Vaticano II enseña exactamente lo opuesto…
▪ ¡Benedicto XVI admite que la enseñanza del Vaticano II sobre la libertad religiosa contradice la enseñanza del Syllabus de errores del papa Pío IX!
▪ Refutación detallada del intento de defender la enseñanza del Vaticano II sobre este tema: refutación del subterfugio de la “coacción”, el subterfugio “dentro de los debidos límites”, la objeción de que “este tema no es un dogma”, etc.
▪ La enseñanza del Vaticano II sobre la libertad religiosa rechaza toda la historia de la cristiandad y destruye la sociedad católica.
▪ Cambios en la constitución española como resultado de la enseñanza del Vaticano II…
▪ El Vaticano II enseña las herejías condenadas de la libertad de expresión y de prensa.
4. Dignitatis Humanae – La declaración sobre la libertad religiosa
La declaración sobre la libertad religiosa del Vaticano II es sin duda el más escandaloso de todos los documentos del Concilio Vaticano II. Para comprender la razón por la cual la enseñanza del Vaticano II sobre la libertad religiosa es herética, es necesario entender la enseñanza infalible de la Iglesia Católica sobre la materia.
Es un dogma de la Iglesia Católica que los Estados tienen un derecho, y en realidad un deber, de impedir que los miembros de las falsas religiones practiquen y propaguen públicamente sus creencias falsas. Los Estados deben hacer esto para proteger el bien común ―el bien de las almas― que se ve perjudicado por la diseminación pública del mal. Ésta es la razón de por qué la Iglesia Católica siempre ha enseñado que el catolicismo debe ser la única religión del Estado, y que el Estado debe excluir y prohibir la profesión pública y propagación de cualquier otra religión.
Veamos ahora las tres proposiciones que fueron condenadas por el papa Pío IX en su autoritario Syllabus de errores.
Atención, la idea de que la religión católica no deba ser la única religión del Estado, con exclusión de todas las otras religiones, está condenada. Esto significa que la religión católica debe ser la única religión del Estado y que las otras deben ser excluidas del culto, profesión, práctica y propagación pública. No obstante, la Iglesia Católica no obliga a los no creyentes a creer en la fe católica, puesto que la creencia (por definición) es un acto libre de la voluntad.
Sin embargo, la Iglesia enseña que los Estados deben prohibir la profesión y propagación pública de las religiones falsas que conducen las almas al infierno.
En Quanta cura, el papa Pío IX condena también la idea de que a todo hombre se le debe garantizar el derecho civil a la libertad religiosa.
Pero el Vaticano II enseña justamente todo lo contrario:
El Vaticano II enseña que la libertad religiosa debe ser un derecho civil, lo cual está directamente condenado por el papa Pío IX. El Vaticano II dice también que este derecho a la libertad religiosa se aplica tanto al ámbito de expresión público como privado: y que a nadie debe impedírsele la expresión o la práctica pública de su religión. La enseñanza del Vaticano II es una herejía directa contra el magisterio infalible del papa Pío IX y de una multitud de otros papas. La enseñanza del Vaticano II sobre la libertad religiosa podría añadirse literalmente al Syllabus de errores condenados por el papa Pío IX.
¡Benedicto XVI admite que la enseñanza del Vaticano II sobre la libertad religiosa contradice la enseñanza del Syllabus de errores de Pío IX!
¡Lo sorprendente es que Benedicto XVI reconoce lo que acabamos de demostrar!
Benedicto XVI admite que la enseñanza del Vaticano II ―a la cual él adhiere― es directamente contraria a la enseñanza del Syllabus de errores de Pío IX. En otras palabras, él acaba de admitir que la enseñanza del Vaticano II es contraria a la enseñanza del magisterio católico. Difícilmente se puede pedir una confirmación más clara de que la enseñanza del Vaticano II es herética. En su libro, Benedicto XVI repite esto una y otra vez, llamando de “contra-Syllabus” a la enseñanza del Vaticano II, ¡y diciendo que no puede haber un regreso al Syllabus de errores!
La herejía del Vaticano II quizás se expresa más claramente en la siguiente cita:
El Vaticano II dice que el Estado excede su competencia si pretende impedir la actividad religiosa. Esto es totalmente herético.
Aquí vemos al papa León XIII ―que simplemente reitera la enseñanza constante de todos los papas― enseñando que el Estado no sólo puede, sino que debe coartar y prohibir los derechos y privilegios de las otras religionesa ejercer sus actos religiosos – exactamente lo opuesto a lo que declara el Vaticano II. Esos actos públicos, las opiniones falsas y las falsas enseñanzas deben ser reprimidas por la autoridad (el Estado), según la enseñanza de la Iglesia Católica, de manera que las almas no se escandalicen o sean seducidas por ellas.
La herejía del Vaticano II sobre esta cuestión es muy clara, pero siempre hay herejes que tratan de defender lo indefendible.
Refutación de los intentos de defensa de las enseñanzas del Vaticano II sobre la libertad religiosa
Algunos de los defensores de las enseñanzas del Vaticano II sobre la libertad religiosa, argumentan que el Vaticano II enseñó simplemente que no hay que obligar a la gente a creer.
Como ya hemos visto, esto es completamente falso. El Vaticano II no se limitó a enseñar que la Iglesia Católica no fuerza u obliga a un no creyente a ser católico. Por el contrario, el Vaticano II enseña que los Estados no tienen derecho a impedir la expresión, la propagación y la práctica pública de las falsas religiones (porque debe ser reconocido universalmente el derecho civil de la libertad religiosa). Nuevamente, debemos entender la distinción entre las dos diferentes cuestiones que los defensores deshonestos del Vaticano II a veces intentan mezclar: Primera cuestión: La Iglesia Católica no fuerza u obliga a un no creyente a creer, ya que la fe es libre; cierto. Segunda cuestión: El Estado no puede reprimir la expresión pública de las falsas religiones; aquí es donde el Vaticano II contradice a la Iglesia Católica sobre la libertad religiosa. La segunda cuestión es la clave.
Para comprender esto mejor, vamos a dar un ejemplo: Si en un Estado hubiesen, por ejemplo, musulmanes y judíos que realizan sus oficios religiosos y celebraciones en un lugar público (incluso sin que alteren la paz o infrinjan alguna propiedad privada, o no alteren en absoluto el orden público), el Estado puede y debe (según la doctrina católica) reprimir esos servicios y celebraciones, y enviar a los judíos y musulmanes para la casa (o los arrestarían si la ley estuviera bien establecida) puesto que escandalizan a los demás y pueden causar que otros se unan a esas falsas religiones. El Estado les diría que tienen obligación de ser católicos ante Dios y trataría de convertirlos enviándoles sacerdotes católicos, pero no los obligaría a convertirse. Este es un ejemplo de clara distinción entre 1) forzar a alguien para que se haga católico, algo que la Iglesia condena, puesto que la creencia es libre y 2) el Estado tiene el derecho de reprimir las actividades de las religiones falsas, cosa que la Iglesia enseña:
Pero el Vaticano II enseña todo lo contrario. El pasaje citado a continuación es la más clara herejía del Vaticano II sobre la libertad religiosa. Lo citamos de nuevo porque es absolutamente indefendible y refuta todos los intentos de distorsión, como la distorsión de Patrick Madrid citada previamente:
Aquí el Vaticano II está diciendo que el Estado excede su autoridad si pretende dirigir o impedir los actos religiosos. Acabamos de ver que el Syllabus de errores condena la idea de que el Estado no puede impedir la actividad de las otras religiones. Esto demuestra que la enseñanza del Vaticano II sobre la libertad religiosa es claramente falsa y herética, y que el Vaticano II no enseña únicamente que no se debe obligar a alguien a convertirse al catolicismo.
El subterfugio “dentro de los debidos límites”
Al intentar defender por todos los medios la enseñanza herética del Vaticano II sobre la libertad religiosa, los defensores del Vaticano II se empeñarán en tremendas distorsiones. Ellos citarán el anterior pasaje del Vaticano II y distorsionarán su enseñanza con la esperanza de que el pasaje pueda ―siendo así distorsionado― conformarse de alguna manera a la enseñanza tradicional contra la libertad religiosa. Ellos afirman que el Vaticano II no autorizó una libertad de culto público incondicional, sino que menciona ciertos “límites”.
“Vean”, dicen ellos, “el Vaticano II enseña que los Estados pueden poner límites a esta expresión religiosa; y esto está en conformidad con el magisterio tradicional”. Este es un argumento tan deshonesto, tan distorsionado del texto, que los católicos deberían indignarse con ello. En el pasaje citado arriba, además de la enseñanza de que a nadie (no importa cuál sea su religión) se le puede impedir expresar públicamente su religión, el Vaticano II está simplemente cubriendo todas sus bases y asegurándose de que ello no sea registrado como permitiendo una anarquía en el Estado.
El Vaticano II tuvo que añadir la cláusula, “dentro de los límites debidos” para que, por ejemplo, no se considere como una aprobación, por ejemplo, para que un grupo religioso bloquee el tráfico durante una hora pico o que los servicios religiosos se celebren en medio de carreteras con mucho tráfico. En consecuencia, él enseña que “a nadie se obligue a obrar contra su conciencia, sea en privado o en público, dentro de los límites debidos”. El Vaticano II de modo alguno está diciendo que un Estado católico podría restringir el derecho de libertad religiosa de los ciudadanos no-católicos; el Vaticano II está enseñando una herejía innegable sobre la libertad religiosa: que la libertad religiosa debe ser un derecho civil y que el Estado no le puede impedir a nadie actuar según su conciencia en público; el Vaticano II está simplemente indicando que el debido orden público no puede ser violado por las personas que ejercen ese derecho.
Para probar que este es el sentido ―que, por supuesto es obvio para cualquiera que honestamente haga una evaluación de esto― podemos simplemente citar el mismo # 2 de dicha declaración:
Podemos ver que la frase “dentro de los límites debidos” significa simplemente “con tal que se guarde el justo orden público”. En consecuencia, según el Vaticano II, todo hombre tiene derecho a la libertad religiosa, incluyendo la pública expresión y práctica de su religión, la cual el Estado no puede restringir en la medida que se guarde el justo orden público. Esto es herético. El Vaticano II no se ajustó a la enseñanza tradicional, no importando cuán duro sea el intento de herejes como el P. Brian Harrison, que deshonestamente utilizan esta cláusula para argumentar cosa semejante. El Vaticano II enseña que el Estado no puede impedir la expresión pública de las falsas religiones, como lo vemos claramente en esta cita que ya hemos discutido.
No existe en absoluto manera de defender la indefendiblemente herética enseñanza del Vaticano II sobre la libertad religiosa.
Objeción: “La enseñanza de la libertad religiosa no es un dogma”
En vista de la evidente contradicción entre la enseñanza del Vaticano II sobre la libertad religiosa y el magisterio tradicional, otros defensores de la apostasía post-Vaticano II han insistido en que, a pesar de la contradicción, la enseñanza del Vaticano II no implica herejía porque el magisterio tradicional sobre la libertad religiosa no ha sido enseñado infaliblemente como dogma.
Esto es completamente erróneo y es fácil de refutar. La idea enseñada por el Vaticano II de que a todo hombre se le debe garantizar el derecho civil de la libertad religiosa, de modo que se garantice por ley el derecho a practicar y difundir públicamente su falsa religión, fue dogmática, solemne e infaliblemente condenada por el papa Pío IX en la encíclica Quanta cura. El lenguaje utilizado por Pío IX cumple los requisitos de una definición dogmática. Por favor, ponga atención especialmente en las partes en negrita y subrayadas.
El papa Pío IX solemnemente condena, reprueba y proscribe (es decir, declara fuera de la ley) esta perversa opinión por su autoridad apostólica, y declara solemnemente que todos los hijos de la Iglesia Católica deben tener esta perversa opinión como condenada. Este es un lenguaje solemne y una enseñanza infalible de primer orden. No cabe duda que Quanta cura constituye una condenación dogmática de la idea de que la libertad religiosa debe ser un derecho civil garantizado a cada hombre. La enseñanza del Vaticano II es, por lo tanto, una herejía directa contra la enseñanza dogmática infalible sobre la cuestión.
La enseñanza del Vaticano II sobre la libertad religiosa rechaza toda la historia de la cristiandad y destruye la sociedad católica
Hemos demostrado que la enseñanza del Vaticano II sobre la libertad religiosa es herética. Se podrían citar muchos otros ejemplos para ilustrar que la enseñanza del Vaticano II sobre la libertad religiosa es falsa, perversa y anticatólica. Por ejemplo, el Concilio dogmático de Vienne ordenó específicamente a los líderes de los Estados católicos que deben controlar públicamente (es decir, reprimir públicamente) la práctica pública del culto islámico. El papa Clemente V le recuerda al Estado su deber de prohibir la profesión pública de las falsas religiones.
Según el Vaticano II, esta enseñanza del Concilio de Vienne estaría errada. También estaría errado, según la enseñanza del Vaticano II, que la religión cristiana haya sido declarada la religión del Imperio Romano por Teodosio en el 392 d.C. y, que todos los templos paganos hayan sido cerrados[22]. Esto nos demuestra, una vez más, que la enseñanza del Vaticano II sobre la libertad es perversa y herética.
La enseñanza herética del Vaticano II sobre la libertad religiosa, es precisamente la razón por la cual, tras el Vaticano II, varias naciones católicas modificaron sus constituciones católicas haciéndolas laicas. Las constituciones católicas de España y Colombia fueron suprimidas por una orden expresa del Vaticano, y las leyes de esos países fueron cambiadas para permitir la práctica pública de las religiones no-católicas.
Cambios en la constitución católica española como resultado
de la enseñanza del Vaticano II
El “Fuero de los Españoles”, la ley fundamental del Estado español, adoptada el 17 de julio de 1945, sólo autorizaba el ejercicio privado de los cultos [religiones] no-católicos y prohibía todas las actividades de propaganda por parte de las falsas religiones.
Podemos ver que, en conformidad con la enseñanza católica tradicional, la ley española decretó que las únicas ceremonias y manifestaciones públicas de religión serían las católicas. Después del Vaticano II, sin embargo, la “Ley Orgánica del Estado” (10 de enero de 1967) reemplazó este segundo apartado del artículo 6 por el siguiente:
Es más, el preámbulo de la Constitución de España, modificada por esta misma “Ley Orgánica del Estado” después del Vaticano II, declara explícitamente:
Podemos ver que la sección segunda del artículo 6 de la Constitución de 1945 fue reemplazada por la de 1967, ¡precisamente con el fin de armonizar las leyes de España de acuerdo con la declaración del Vaticano II! Tal vez esta modificación de las leyes católicas en un país católico, que se hizo con el fin de ajustarse a la nueva religión del Vaticano II, ilustra más que cualquier otra cosa las fuerzas que están en juego aquí. España pasó de ser una nación católica a una nación atea, que ahora da protección legal al divorcio, a la sodomía, a la pornografía y a los anticonceptivos, todo gracias al Vaticano II.
En línea con su enseñanza herética sobre la libertad religiosa, el Vaticano II enseña la herejía de que todas las religiones tienen libertad de expresión y libertad de prensa.
La idea de que toda persona tiene derecho a la libertad de expresión y de prensa ha sido condenada por muchos papas. Sólo citaremos los papas Gregorio XVI y León XIII. Tenga en consideración que el papa Gregorio XVI llama a esta idea (la misma cosa enseñada por el Vaticano II) de nociva y “nunca suficientemente condenada”.
Todas estas enseñanzas católicas contradicen directamente la enseñanza herética del Vaticano II.
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Notas:
[1] Denzinger 1777.
[2] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878-1903), p. 115.
[3] Denzinger 1778.
[4] Denzinger 1755.
[5] Denzinger 1690.
[6] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 2, p. 1002.
[7] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 2, p. 1003.
[8] Benedicto XVI, Principles of Catholic Theology, San Francisco, CA: Ignatius Press, 1982, p. 381.
[9] Benedicto XVI, Principles of Catholic Theology, p. 385.
[10] Benedicto XVI, Principles of Catholic Theology, p. 391.
[11] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 2, p. 1004.
[12] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878-1903), pp. 175-176.
[13] Patrick Madrid, Pope Fiction, San Diego: Basilica Press, 1999, p. 277.
[14] Denzinger 1778.
[15] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 2, p. 1004.
[16] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 2, p. 1002.
[17] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 2, p. 1003.
[18] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 2, p. 1004.
[19] Chris Ferrara, Catholic Family News, “Opposing the Sedevacantist Enterprise, Part II,” Oct. 2005, pp. 24-25.
[20] Denzinger 1690; 1699.
[21] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 1, p. 380.
[22] Fr. John Laux, Church History, p. 98.
[23] Denzinger 1995.
[24] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740-1878), p. 271.
[25] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 2, p. 1004.
[26] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740-1878), p. 238.
[27] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878-1903), p. 180.
[28] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878-1903), p. 114.
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