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Un lector dice que todos los sacerdotes bizantinos y no sedevacantistas son herejes “notorios” – esto es incorrecto
vaticanocatolico.com
Hno. Pedro Dimond
Publicado originalmente en inglés el 1 de febrero de 2008
Concilio de Constanza
Hermanos,
Gracias por la respuesta y por todo su buen trabajo.
Si bien el Código de Derecho Canónico de 1917 es confiable, él no es infalible. Ustedes saben esto mejor que yo. En este sentido, el Código de Derecho Canónico de 1917 se debe creer siempre que no contradiga las enseñanzas infalibles. Sin embargo, a continuación cito una enseñanza infalible del Concilio de Basilea.
“Nadie estará obligado abstenerse de la comunión con ninguno en la administración y recepción de los sacramentos, a menos que… esté claro que alguien ha incurrido en la pena de excomunión con tal notoriedad que no puede ser ocultado ni en manera alguna puede caber excusa de él al amparo del derecho”.
Esta es la enseñanza dogmática a la que estamos obligados creer y adherir. ¿Están de acuerdo en que si un sacerdote cree en una herejía “con tal notoriedad que no puede ser ocultado ni en manera alguna puede caber excusa de él al amparo del derecho”, y por ende no se puede recibir los sacramentos, incluso la sagrada comunión, de tal sacerdote, “sobre todo si no hay otros ministros” que se las pueda dar, contrariamente a lo dicho por el canon 2261§2? Si nosotros denunciamos a Benedicto XVI como un hereje sin que personalmente lo hubiésemos amonestado ya que él sostiene y enseña herejía “con tal notoriedad que no puede ser ocultado ni en manera alguna puede caber excusa de él al amparo del derecho”, entonces cualquier persona, sacerdote del rito oriental o cualquiera que, después de conocer la evidencia contra Benedicto XVI aún lo considera ser un Papa católico, también sería él mismo un hereje notorio. De dicha persona o sacerdote estamos obligados a abstenernos de la comunión “en la administración y recepción de los sacramentos”. ¿Están de acuerdo?
De nuevo, me han ayudado bastante, no puedo agradecerles lo suficiente. Pero en realidad necesitan considerar lo que he dicho aquí bajo oración porque ustedes están equivocados cuando reciben la sagrada comunión de un sacerdote bizantino notoriamente herético, a quien ustedes ya lo han amonestado con respecto a las herejías notorias de Benedicto XVI. También, necesitan dejar más claro en su página web bajo qué condiciones puede uno recibir la sagrada comunión y/o asistir a Misa.
Las siguientes citas están tomadas de su página web en la sección “¿Dónde ir a confesión o a Misa?”.
(1) “Sin embargo, los otros sacerdotes del rito oriental (como los sacerdotes “católicos” ucranianos) son una opción para recibir la confesión y la comunión, si fueron ordenados en el rito oriental (como fue mencionado anteriormente)”. àEsto es erróneo. Ustedes necesitan declarar que los sacerdotes del rito oriental son únicamente una opción si ellos no son notoriamente heréticos y no reconocen a Benedicto XVI como Papa.
(2) En su sección sobre el cardenal de Lugo también es erróneo: “De manera que, si estos herejes no son declarados excomulgados o notoriamente culpables por golpear a un clérigo, no hay razón alguna por la que se nos prohíba recibir los sacramentos de ellos a causa de su excomunión, salvo que por otros motivos muchas veces esto puede ser ilícito a menos que la necesidad lo excuse, como lo he explicado en los dichos lugares”. à Esto no sólo es engañoso sino que es incorrecto. En primer lugar, esta cita es errónea porque sólo menciona expresamente las dos condiciones de “excomunión declarada” y “golpear a un clérigo” como impedimento de recibir los sacramentos. Ello falla en decir cuáles son los “otros motivos”. Claramente, según el Concilio de Basilea, estos “otros motivos” deben incluir herejía “con tal notoriedad que no puede ser ocultado ni en manera alguna puede caber excusa de él al amparo del derecho”. En segundo lugar, esta cita está mal porque en ninguna parte del Concilio de Basilea se hace la excepción por “necesidad” como lo dice el cardenal de Lugo. Como sabemos, fuentes no dogmáticas y falibles de enseñanza católica como lo son el cardenal de Lugo o el Código de Derecho Canónico de 1917 nunca pueden válidamente implantar una excepción a un dogma infalible de un concilio ecuménico.
Espero su respuesta. En caso de que no estén de acuerdo con los argumentos antes mencionados, me gustaría oír su respuesta. Si deciden no responder y a la larga no corrigen su posición que equivocadamente permite la recepción de los sacramentos, incluyendo la sagrada comunión, de sacerdotes bizantinos notoriamente heréticos, entonces por favor eliminen de su página web mi nombre y mi apoyo al Monasterio de la Sagrada Familia.
De nuevo, ustedes han ayudado bastante a mi familia. Sólo busco devolverles el favor.
Francis Pagnanelli
Monasterio de la Sagrada Familia: Fracis, le agradecemos su interés, pero usted está errando gravemente. Y a pesar de que su carta lleva un tono suave, sus acusaciones son muy fuertes. Usted declara categóricamente que nosotros estamos equivocados, y además insinúa que nosotros no somos católicos a menos que estemos de acuerdo con usted. Le demostraré lo equivocado que está.
SU PRIMER ERROR
Hay varios errores importantes en su carta. Primero hablemos del Concilio de Basilea. Esta fue una cita que nosotros publicamos en un número de nuestra revista; desde entonces, otros la han citado. (Es irónico que las personas intenten usar esta cita en contra nuestra cuando fuimos nosotros quienes la difundimos).
Acerca de esta cita, usted dice: “Esta es la enseñanza dogmática a la que estamos obligados creer y adherir”.
Esto es completamente erróneo. Este error de su parte es por no apreciar y entender la diferencia entre la naturaleza del derecho eclesiástico y de los pronunciamientos dogmáticos. El decreto del Concilio de Basilea no es un decreto dogmático, contrario a lo que usted afirma. Es una ley eclesiástica.
Como fue promulgado por un concilio general – ya que ciertas sesiones de Basilea son ecuménicas (tal como sesión 20 de donde proviene esta cita) – esta ley conlleva una infalibilidad negativa (me explicaré), pero ella no es “dogmática”. Las leyes eclesiásticas universales, sin embargo, sí portan infalibilidad en el sentido que dichas leyes promulgadas por la Iglesia son seguras.
Estas leyes no pueden ser malas en el contexto en que son promulgadas. Pero no son dogmas porque pueden cambiar en el futuro y pueden tener excepciones en circunstancias que no fueron previstas por el legislador. Esto se dejó claro con varios ejemplos en mi artículo sobre la Jurisdicción [Nota: En el futuro tendremos este documento traducido]. De hecho, la ley de Basilea es realmente una versión posterior de esencialmente la misma ley que fue promulgada por el Concilio de Constanza. La ley del Concilio de Constanza se llama Ad evitanda scandala. Este es el punto que refuta lo que usted acaba de afirmar. Ad evitanda scandala (que es esencialmente la misma de la ley de Basilea) fue en sí una modificación de leyes anteriores, como lo señala La Enciclopedia Católica (1907, ed. ing., vol. 5, pp. 680-681). Esto nos demuestra, una vez más, el hecho de que aquí se habla de leyes eclesiásticas, no de dogmas. Los dogmas, por supuesto, no pueden ser cambiados ni tener excepciones; pero esta ley ha sido modificada. De manera que usted se equivocó por no entender el punto principal que estaba tratando.
Dado que usted ha dado a entender que somos herejes si no estamos de acuerdo con usted; dado que usted ni siquiera entiende el punto principal del que habla; y dado que ha sido obstinado sobre este tema (como lo demuestra nuestra comunicación pasada), debo decirle que usted está muy ciego por causa de su soberbia y se encuentra al borde de caer en cisma. Además, también debo decirle que hay toda una corriente de hipocresía en su carta, porque mientras elabora su carta en forma de preguntas dando la impresión que usted está indagando, usted simultáneamente declara en fuertes términos que nosotros estamos equivocados. También da a entender que, si no enmendamos nuestra posición, nosotros no somos verdaderos católicos. Por lo tanto, que usted quiera dar la impresión de que está indagando es, en realidad, un espejismo. Su enfoque hubiera sido más honesto y menos falso (aunque igualmente malo) si no lo hubiera redactado de esta manera, y no se hubiese pegado con sus afirmaciones categóricas. Sigamos con su siguiente error:
SU SEGUNDO ERROR: DICE QUE EL CANON 2261§2 CONTRADICE LOS CONCILIOS
Ud. escribe: “Como sabemos, fuentes no dogmáticas y falibles de enseñanza católica como lo son el cardenal de Lugo o el Código de Derecho Canónico de 1917 nunca pueden válidamente implantar una excepción a un dogma infalible de un concilio ecuménico”.
Sigue con el mismo análisis falso acerca del Concilio de Basilea. Argumenta que el Concilio de Basilea está en contradicción con el Código de Derecho Canónico de 1917. Hace referencia al canon 2261§2. Nosotros citamos el canon 2261§2 para demostrar que es una opción, bajo ciertas condiciones, recibir los sacramentos de ciertos sacerdotes que sostienen posiciones heréticas.
Canon 2261 §2-3, Código de Derecho Canónico de 1917:
“… §2. Pueden los fieles, sin perjuicio de lo que se prescribe en el §3, pedir por una causa justa cualesquiera Sacramentos o Sacramentales a un excomulgado, sobre todo si no hay otros ministros… §3. Pero a los excomulgados vitandos y a otros excomulgados, cuando ha mediado sentencia condenatoria o declaratoria, sólo en peligro de muerte pueden los fieles pedirles tanto la absolución sacramental, a tenor de los cánones 882 y 2252, como también, si no hay otros ministros, los demás Sacramentos y Sacramentales”.
Antes de señalar dónde fue que erró por segunda vez, debo indicar que las personas que defienden su posición sobre este asunto no tienen ninguna respuesta convincente a este canon. Ahora, usted argumenta que la enseñanza de los concilios contradice este canon. Afirma que este canon ha colocado una excepción donde los concilios no la pusieron. Lo que no se da cuenta es que, la versión original latina el Código de Derecho Canónico de 1917 proporciona notas de las fuentes de muchos de los cánones que está promulgando. El Código de Derecho Canónico de 1917 se remite nada menos que al decreto del Concilio de Constanza Ad evitandi scandala como su única fuente para el canon 2261§2.
[A continuación podrá ver la página escaneada mostrándonos el canon y su nota. He puesto una flecha en donde la nota “2” aparece al final del canon 2261§2; el borroso número “2” después de la palabra “percontandi”. Y la otra flecha más abajo muestra la nota correspondiente donde se cita Ad evitanda scandala del Papa Martín V del Concilio de Constanza].
Recuerde, Ad evitanda scandala es esencialmente la misma cosa del decreto del Concilio de Basilea discutido anteriormente. Ad evitanda scandala es un decreto de un concilio que ciertamente es un concilio ecuménico/general. Por lo tanto, los autores del Código de Derecho Canónico no vieron a Ad evitanda scandala como algo que esté en contradicción de su autorización en el canon 2262§1, como usted falsamente reclama, sino como la fuente misma de lo que está permitido en el canon 2261§2. Continuemos con el siguiente error suyo:
SU TERCER ERROR: APLICA FALSAMENTE EL TÉRMINO HEREJE NOTORIO
Ud. escribe: <<< ¿Están de acuerdo en que si un sacerdote cree en una herejía “con tal notoriedad que no puede ser ocultado ni en manera alguna puede caber excusa de él al amparo del derecho”, y por ende no puede recibir los sacramentos, incluso la sagrada comunión, de tal sacerdote, “sobre todo si no hay otros ministros” que se las pueda dar, contrariamente a lo dicho por el canon 2261§2? Si nosotros denunciamos a Benedicto XVI como un hereje sin que personalmente lo hubiésemos amonestado ya que él sostiene y enseña herejía “con tal notoriedad que no puede ser ocultado ni en manera alguna puede caber excusa de él al amparo del derecho”, entonces cualquier persona, sacerdote del rito oriental o cualquiera que, después de oír la evidencia contra Benedicto XVI aún lo considera ser un Papa católico, también sería él mismo un hereje notorio. De dicha persona o sacerdote estamos obligados a abstenernos de la comunión “en la administración y recepción de los sacramentos”. ¿Están de acuerdo? >>>
Estamos de acuerdo en que un católico no debe recibir los sacramentos de un sacerdote que es un hereje notorio. Así que el quid de la cuestión es que si todos los sacerdotes bizantinos son, de hecho, herejes notorios. (Emplearé este ejemplo de los sacerdotes bizantinos porque creemos que tales sacerdotes, distanciados de los problemas, son a veces menos peligrosos o notorios que muchos de los sacerdotes “tradicionalistas” que celebran la misa en latín). Su argumento es éste: Benedicto XVI es un hereje notorio; si un sacerdote bizantino oye hablar de las herejías de Benedicto XVI y aún lo considera católico, él también es un hereje notorio. La primera parte es correcta: Benedicto XVI es un hereje notorio; la última porción es donde su argumento se cae a pedazos.
La falsedad de dicho argumento se esclarece cuando uno entiende el significado de “hereje notorio” y también extrapola su comprensión de lo que constituye un hereje notorio a otros escenarios. ¿Todos los herejes son herejes notorios? Por supuesto que no. Si todos los herejes fuesen “notorios”, entonces no tendría sentido distinguir entre un hereje regular y un hereje notorio. También existe una diferencia entre un hereje “público” y un hereje notorio. Un hereje notorio es una forma extrema de un hereje público. Vemos esta distinción en el siguiente comentario del derecho canónico:
Entonces, ¿cuál es la definición de un hereje notorio? El Código de Derecho Canónico de 1917 no proporciona una definición para su término preciso de herejía notoria, pero lo que sí da es una definición de un crimen notorio.
El canon 2197 §2 define un crimen de notorio por notoriedad de derecho si un juez así lo ha declarado o se ha hecho una confesión. Por supuesto, nadie puede argumentar que todos los sacerdotes no sedevacantistas, etc., son notorios basados en esa definición. El canon 2197 §3 da una definición de un crimen como notorio por notoriedad de hecho:
Un Diccionario Católico por Attwater nos proporciona una definición útil de “notorio” que se aplica a estas cuestiones. Ella arroja alguna luz práctica de las definiciones legalmente contenidas tratadas anteriormente.
A partir de estas definiciones, nos podemos formar una mejor idea del significado de herejes “públicos” y herejes “notorios”. Un hereje es simplemente una persona que obstinadamente cree en la herejía. Un hereje público es una persona cuya creencia obstinada en la herejía es comúnmente conocida. ¿Qué es comúnmente conocida? Ello depende del tamaño de la comunidad. El número de personas que deben saber aumenta con el número de personas en una iglesia, pueblo, etc. La herejía notoria es aún más extrema que la herejía pública. Ella es tan pública y manifiesta que no requiere ninguna prueba en el derecho. En otras palabras, es tan obvia que no puede ocultarse con ningún subterfugio; cualquiera que la ve no puede negar que el autor ha cometido el acto y ninguna ley u otros hechos son requeridos para probarlo. Un ejemplo de esto es de un sacerdote que ingresa a las iglesias protestantes, que dice públicamente que los dogmas de la Iglesia han cambiado, que visita sinagogas para adorar con los judíos, que predica a favor del protestantismo de una manera agresiva, etc. Ni siquiera es necesario consultar sus libros teológicos para probar que esta persona cree en algo que equivale a la herejía. Este tipo de hereje no trata de ocultarse bajo el manto de enseñanzas falsamente aplicadas o mal interpretadas, ni tampoco está tratando de evitar su herejía intentando conformarla a la tradición. Es tan pública y manifiesta y admitida que ningún subterfugio es posible. Benedicto XVI, John Kerry (el político estadounidense pro-abortista), el “cardenal” Kasper, Hans Kung, etc., son ejemplos de herejes notorios que me vienen a la mente.
Pero, ¿podrían todos los sacerdotes que consideran a Benedicto XVI como el Papa ser herejes notorios? No. Un sacerdote bizantino o algún otro sacerdote que obstinadamente reconoce a Benedicto XVI como un católico a pesar de oír hablar de su actividad sería un hereje, pero él no sería un hereje notorio a menos que él haya emulado la conducta de Benedicto XVI o haya promovido herejías similares o haya hecho y dicho cosas similares de una manera agresiva y abierta.
EJEMPLOS QUE PRUEBAN EL PUNTO
Veamos ahora un ejemplo que demuestra mi punto.
Probablemente usted ha oído hablar del cardenal Richard Cushing, el arzobispo de Boston antes del Vaticano II. Cushing se burló del dogma fuera de la Iglesia no hay salvación y persiguió al P. Feeney por predicarlo, como lo cubrí en mi libro al respecto. Cushing fue el que estimuló a la gente de Roma para que tomaran acción contra Feeney. Hemos denunciado a Cushing en nuestro libro. Él fue ciertamente un hereje. Si usted y otros dicen que todo sacerdote bizantino, no sedevacantista, etc., es un hereje notorio, entonces ciertamente deben decir que el cardenal Cushing fue un hereje notorio. Ahora, analicemos esto lógicamente y llevemos su argumento a su conclusión absurda:
Su argumento es, pues: Si Fulano está consciente que las cosas que hace Paco son de un hereje notorio y Fulano aún considera a Paco como un católico, entonces Fulano también es un hereje notorio. Nótese cuidadosamente: usted no dice que la persona tiene que emular las cosas que hacen que una persona sea un hereje notorio, sino que simplemente debe estar consciente de ellas y todavía considerar a la persona como un católico.
Por lo tanto, según su argumento, todo sacerdote en la arquidiócesis de Boston en 1949, que oyó hablar de la persecución de Cushing hacia el P. Feeney y que aún consideraba a Cushing como obispo católico, tuvo que ser un hereje notorio. No tenía que hacer las mismas cosas que hizo Cushing para ser un hereje notorio, según lo que Ud. afirma; él simplemente tuvo que saber de ellas y aún considerarlo como un católico. Pues, eso significaría que básicamente cada sacerdote dentro de la arquidiócesis de Boston antes del Vaticano II (y todos los demás incontables por el mundo antes del Vaticano II) fueron herejes notorios. La mayoría de ellos, si no todos ellos en Boston, sabían qué estaba ocurriendo. Por lo tanto, según lo que Ud. dice, sus capillas eran lo que los de su tela llaman “falsas iglesias”, “asambleas de no católicos”, etc. Según su lógica, básicamente todo aquel que asistía a una iglesia en Boston en las décadas poco antes del Vaticano II estaban yendo por los sacramentos donde había un hereje notorio; él o ella estaría yendo a lo que tendría que considerarse, según los de su tela, donde alguien es notoriamente herético y presidido por un hereje notorio. Pero esto es ridículo y tan obviamente falso que incluso Ud., y aquellos que están de acuerdo con usted al respecto, tendrían que rechazar dicha declaración. Por lo tanto, esto debería mostrarle que su raciocinio y argumentación está gravemente defectuosa.
Especialmente en las décadas que culminaron en el Vaticano II, hubo innumerables herejes que creían en la salvación fuera de la Iglesia. Las herejías fueron publicadas por clérigos en manuales teológicos, catecismos (tal como el Catecismo de Baltimore) y otros textos. Piense en todas las iglesias que quizás pudieron ser presididas por sacerdotes que creyeron en la salvación para no católicos. Pero entre aquellos herejes, los herejes notorios eran únicamente aquellos que promovían sus creencias heréticas de una manera notoria, muy agresiva o pública. Ejemplos de esto serían: sacerdotes que publicaron libros o artículos promoviendo su herejía; sacerdotes que agresiva o repetidamente promovieron su herejía en discursos o sermones; sacerdotes que impusieron su herejía a la gente. Si no hiciesen estas cosas, entonces ellos no son herejes notorios, si bien siguen siendo herejes. Cualquier persona razonable podrá ver, por lo tanto, por qué nuestra posición tiene perfecto sentido, y por qué su posición acerca de quién es un hereje notorio es absolutamente falsa.
Ciertamente uno puede ver la diferencia entre un hereje público tal como el P. Francois Laisney de la FSSPX, autor del muy conocido libro “¿Es el Feeneyismo católico?”, y de otro sacerdote de la FSSPX que a pesar de creer en la salvación fuera de la Iglesia, en realidad no la promueve y considera a aquellos que sostienen el dogma de estar en buena fe. El primer hereje, Laisney, debe ser evitado; en cambio el segundo no es necesariamente el caso, aunque no puede ser apoyado. Debe señalarse que, en este momento, sí creemos que casi todos los sacerdotes de la FSSPX son herejes imputables que deben ser evitados. La mayoría de ellos sostienen que los sedevacantistas y “feeneyistas” niegan la fe católica. Por lo tanto, incluso si esos sacerdotes de la FSSPX no son notorios, ellos aún deben ser evitados si son impositivos.
Más sobre este punto: hemos hablado con bastantes sacerdotes bizantinos que son lo que nosotros consideramos ser herejes notorios. Ellos abiertamente cuestionan o niegan la infalibilidad papal; ellos defienden lo que sería considerado opiniones de los “ortodoxos” orientales; ellos insultan los concilios y de manera agresiva están a favor del ecumenismo. Esos sacerdotes son notorios en sus herejías: es decir, ellos son agresivos y abiertos en su negación de la enseñanza católica. Ellos no tratan de evadirlo u ocultarlo; ellos de ninguna manera tratan de conformar sus opiniones a la enseñanza católica. Estos deben ser evitados.
Sin embargo, hay otros sacerdotes que dicen que están en contra de lo que está ocurriendo con la religión del Vaticano II. Estos sacerdotes son herejes por estar obstinadamente en comunión con el Vaticano II y Benedicto XVI, pero no son herejes notorios. Por ejemplo, el sacerdote bizantino que conocemos nos ha comunicado que él no está de acuerdo con el ecumenismo y que él cree que los no católicos deben ser convertidos. Él dice que acepta todos los concilios. El problema es que no tiene el suficiente interés sobre estos temas como para tomar una decisión en contra de Benedicto XVI y la secta del Vaticano II; él no siente que está obligado a denunciar a aquellos que están promoviendo estas cosas. Entonces, ¿él es un hereje? Sí, él es un hereje por considerar católico a Benedicto XVI. ¿Él es un hereje notorio? No. Estos son la clase de sacerdotes que creemos que uno puede recibir los sacramentos, sin apoyarlos. Pero incluso tratando con esta clase de sacerdotes, uno no tiene ninguna obligación recibir los sacramentos de él.
Nuestra posición de que uno puede recibir los sacramentos de un sacerdote bizantino más conservador – o de un sacerdote no sedevacantista más simpático que celebra la misa tradicional y acepta a Benedicto XVI como Papa, pero que no es personalmente notorio o impositivo sobre sus opiniones erradas – no es diferente de lo que las personas hubieran hecho en los 1940s y 1950s: esto es, acudir a uno de los incontables herejes pre-Vaticano II que creyeron en la salvación para los no católicos, pero que no eran personalmente notorios o impositivos de su opinión al respecto. Por eso es completamente falso decir que acudir a tal hereje que no es notorio pero que profesa ser católico es algo equivalente a asistir a una iglesia no católica. No lo es. Dejamos claro que uno no puede estar de acuerdo ni apoyar a dicho sacerdote; y uno debe antes preguntarle al sacerdote qué opina del ecumenismo (por ejemplo, si él lo rechaza) y que si él cree que los no católicos deben ser convertidos, etc. Estas preguntas básicas arrojaran luz de si él es simplemente un hereje o si es un hereje notorio que está agresivamente a favor del ecumenismo, de la nueva religión, etc. Sí el caso es éste último, o sea es notorio, entonces no debe ir.
USTED SE ENCUENTRA AL BORDE DE UN CISMA FARISAICO, QUE HEMOS VISTO QUE OTROS VARIOS ESTÁN ENTRAMPADOS
Entonces, los hechos antedichos demuestran que usted está completamente equivocado en tres puntos. Ud. se encuentra al borde de un cisma farisaico: está a punto de separarse de la comunión con los católicos que no sostienen ninguna herejía. Su argumento revela la incapacidad o falta de voluntad para entender los temas. Además, como es el caso de muchos otros, ello demuestra que ahora mismo usted no entiende a Dios ni cómo Él obra. Y sus errores obstinados sobre esta materia son el resultado de su soberbia.
UNA NOTA PERSONAL – LAS TREMENDAS GRACIAS RECIBIDAS POR LOS SACRAMENTOS ADMINISTRADOS POR ESTOS SACERDOTES
Como nuestros lectores saben, no solemos hablar de experiencias o asuntos personales. Esto es así porque lo que es relevante son los hechos y las enseñanzas de la Iglesia. Sin embargo, hay un grupo pequeño (pero fanático) de personas que apasionadamente sostienen que acudir a cualquier sacerdote no sedevacantista para los sacramentos es un compromiso terrible. Una vez que toman esta opinión, ellos con frecuencia pierden toda razonabilidad y equilibrio católico. Pierden todo el sentido de lo requerido para la herejía (es decir, un rechazo obstinado de un dogma) y se zambullen de cabeza en un cisma farisaico que está dominado por juicios completamente fuera de lugar. Ellos sucumben a una actitud que carece de sensus Catholicus (sentido católico). Por ejemplo, San Alfonso dice que el pecado mortal es un mal tan terrible que aquellos que han estado viviendo la vida de la gracia (en la fe católica tradicional) por un período de tiempo significativo sabrían si cometieron pecado mortal. No obstante, cuando las personas sucumben en estos errores cismáticos que fueron descritos anteriormente, a menudo concluyen que, al recibir los sacramentos de un sacerdote que sostiene herejía pero que los administra en el rito tradicional, ellos estuvieron cometiendo múltiple de pecados mortales cada semana, por años. Esto muestra que ellos no tienen un sensus Catholicus y no tienen una verdadera relación con Dios. Pues, como dice San Alfonso, si ellos tuviesen una relación con Dios, ellos se habrían sentido terribles por haber cometido este “pecado mortal”, por no hablar de muchos. La verdad es que el “pecado”, que ellos piensan que es mortal, en realidad no es pecado en absoluto. No tienen ninguna idea de lo que hablan. Estos individuos ciegos y cismáticos, que no conocen a Dios, eventualmente se convierten en sus propios “Papas”; y en vez de limitarse a denunciar razonablemente las personas que clara y obstinadamente niegan un dogma, ellos quiebran la comunión con las personas por su mal entendido de leyes canónicas. Esta opinión falsa ha llevado a varios de ellos a concluir que cada persona individual en cada capilla “tradicionalista” es un hereje.
En cada caso singular, estos individuos son dominados por una soberbia intelectual. Ésta los lleva a dar demasiado crédito a su propia capacidad para evaluar estos temas. Puesto que casi nada convencerá a estos individuos ciegos, debo decir lo siguiente con la esperanza de hacerlos reconsiderar sus perspectivas cismáticas: En la recepción de los sacramentos de ciertos sacerdotes bizantinos en la última década – es decir, de sacerdotes que no son notorios ni imponentes sobre sus herejías – he recibido lo que considero que son grandes gracias espirituales. He sentido la presencia de Jesucristo de una manera especial y sin duda poderosa al recibir la confesión y la comunión. La mejor manera de explicar lo que estoy hablando es lo que se encuentra exactamente en Lucas 24, 32. El Hno. Miguel Dimond ha mencionado lo mismo. Y esta presencia innegable de Cristo se ha sentido no sólo en la mencionada iglesia bizantina, sino también durante el rezo del rosario y en otros varios lugares lejos de la mencionada iglesia bizantina. Por supuesto, las personas están libres de no creer en esto; y francamente no nos importa lo que piensen sobre ello. Pero queremos sólo enviar un mensaje para aquellas personas que piensan que es pecado mortal que alguien vaya a cualquier sacerdote en esta difícil situación: que su posición no es la correcta. No puede ser sostenida tanto teológica o lógicamente, como lo mostramos anteriormente. Ello en sí nos muestra ser un absurdo cuando es aplicado a distintos escenarios de la historia. Las personas no están obligadas ir a estos sacerdotes, pero es cismático creer que acudir a dichos sacerdotes es en todo caso pecado mortal o herético. Las personas que rechazan la secta del Vaticano II a menudo se olvidan rápidamente cómo fue que se pusieron en contacto originalmente del “tradicionalismo”. En muchos de los casos fue por estar en contacto con uno de estos sacerdotes “tradicionales” para los sacramentos en unas de esas localidades donde se dice la misa tradicional. ¿Cuántos de estas mismas personas siquiera hubiesen sido “tradicionales” si a ellos se les hubiere dicho que se quedaran en casa? No estamos diciendo que estos sacerdotes fueron o son siquiera buenos. No, Dios todavía usa el camino de los sacramentos que son proporcionados por estos sacerdotes para ayudar a las almas y traerlas a la fe o para asistirlas en la práctica de la fe.
Dicho esto, muchas personas hoy en día (si bien no la mayoría) se encuentran en una situación en la que deben quedarse en casa, pues no tienen ningún sacerdote que caería bajo la categoría de sacerdotes válidos y no notorios/no impositivos. Pero si usted puede encontrar uno que cumpla con esos requisitos, creemos que recibir los sacramentos de él (sin apoyarlo o estar de acuerdo con él) puede disponer de un tremendo beneficio espiritual.
Para regresar a los otros temas: ¿Puede uno recibir los sacramentos en estos tiempos difíciles?
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