Los protestantes malinterpretan al fariseo y al publicano (Lucas 18)

Muchos protestantes alegan que la parábola del fariseo y el publicano en Lucas 18 apoya la justificación por la sola fe.

Los protestantes afirman que la historia condena cualquier consideración (o énfasis) de las buenas obras en relación con la propia justicia. Pero, por supuesto, están equivocados. Ellos malinterpretan y utilizan incorrectamente el pasaje. En primer lugar, como cualquiera debería ser capaz de reconocer, el publicano que, según Jesús, salió del templo justificado, no se basó únicamente en la fe. De hecho, él hizo una humilde confesión a Dios (antes de que se instituyera la confesión del Nuevo Testamento). Fue perdonado por su sincero acto de confesión a Dios, que incluyó una verdadera intención de cambiar su vida. Por lo tanto, él no fue justificado por la sola fe, sino por una confesión humilde y sincera.

Además, el fariseo no fue condenado por reconocer la relación entre las buenas obras y la justicia. En cambio, fue condenado porque despreciaba a los demás, estaba lleno de orgullo y confiaba en su propia justicia hasta tal punto que no pedía que se le perdonara nada ni que se le añadiera nada. De hecho, el capítulo siguiente del evangelio de Lucas (Lucas 19) muestra que reconocer la obediencia o las buenas obras de uno no es incompatible con la justicia. En Lucas 19, 8-9, Zaqueo, otro publicano, le dice al Señor que da la mitad de sus bienes a los pobres y que no ha defraudado a nadie.

Zaqueo le cuenta a Jesús sus buenas obras. Jesús le responde diciéndole que la salvación ha llegado a su casa. El Señor no hubiera respondido así si la interpretación protestante de la salvación fuera correcta.

Además, en Isaías 38, el rey Ezequías, que estaba a punto de morir, le pidió sinceramente al Señor que recordara su fidelidad y obediencia.

Dios acepta la oración de Ezequías y le concede 15 años más de vida en respuesta.

El mismo capítulo del Evangelio de Lucas (Lucas 18) también demuestra que los protestantes están equivocados. En Lucas 18, 18-25, Jesús le dice al dignatario que debe guardar los mandamientos y seguirlo para alcanzar la vida eterna. Por supuesto, eso es incompatible con la idea de la salvación por la sola fe.

En Lucas 12, Jesús también habla de un "mayordomo fiel y prudente, que el amo pondrá a la cabeza de la servidumbre suya" (Lucas 12, 42), quien luego actúa de manera inmoral y el Señor "le asignara su suerte con los que no creyeron" (Lucas 12, 46). Eso indica claramente que alguien que en un momento dado es fiel y justificado puede dejar de ser fiel y perder la justificación como resultado de la inmoralidad. En ese contexto, Jesús también dice: "Estad prontos" (Lucas 12, 40) y "¡Feliz ese servidor a quien el amo, a su regreso, hallará haciéndolo así!" (Lucas 12, 43). En Lucas 8, 13 también vemos que algunas personas "creen por un tiempo, y a la hora de la prueba, apostatan".

Esos versículos contradicen por completo la idea de la sola fe y de que una vez salvo, siempre salvo. Estos hechos demuestran que los protestantes no solo están equivocados acerca de la parábola del fariseo y el publicano, sino que su falsa comprensión de la salvación es refutada por todo el Nuevo Testamento.