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La clave de Juan 3, 16
Una consideración del griego original de Juan 3, 36 proporciona un notable ejemplo de cómo muchísimas personas han malinterpretado Juan 3, 16, resultando trágicamente en una falsa teología.
En Juan 3, 16, leemos:
Basados en esto, millones han concluido que la salvación está asegurada con solo creer en el Señor Jesucristo. Sin embargo, ellos están muy equivocados, pues el Nuevo Testamento deja claro en muchos pasajes –y en el mismo contexto de Juan capítulo 3 –que creer en Jesús para la salvación significa, incluye y requiere seguir a Jesús y hacer lo que Él dice. No basta con sólo creer en Él.
Esto se prueba por la traducción adecuada de un versículo que viene poco después de Juan 3, 16, o sea Juan 3, 36. Tenga presente que cuando la Biblia fue escrita, no había divisiones de capítulos y versículos; éstos fueron añadidos siglos más tarde. Cada libro de la Biblia fue escrito como una unidad indivisible. Así, lo que leemos en Juan 3,36 forma parte del mismo escrito de Juan 3,16, tan solo aparece unas líneas después. Juan 3, 36, por consiguiente, nos da un gran conocimiento del verdadero significado de Juan 3,16.
Muchas traducciones de Juan 3,36, incluyendo la versión Reina-Valera, leen esencialmente de esta manera:
En esta traducción común la palabra “creer” se encuentra en ambas partes del versículo: “El que cree en el Hijo tiene la vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo (o lo rechaza) no verá la vida, sino que está sobre él la ira de Dios”. Sin embargo, esa traducción no es correcta. En el griego original se utilizan dos palabras diferentes. Una traducción apropiada de esas palabras revela el verdadero mensaje de la Biblia y de Juan capítulo 3.
En la primera parte del versículo en el original griego, encontramos el participio pisteuon (πιστεύων) que significa ‘creer’. Es el nominativo, singular, masculino, en tiempo presente activo del participio del verbo pisteuo – yo creo.
Sin embargo, en la segunda parte del versículo encontramos un participio diferente: apeithon (ἀπειθῶν), que significa desobedecer. Éste es el nominativo, singular, masculino, en tiempo presente activo del participio apeitheo – yo desobedezco.
En la página 99 del famoso Léxico griego-inglés del Nuevo Testamento y otra antigua literatura cristiana, por Bauer, Danker, Arndt y Gingrich, (conocida como BDAG), la primera definición de apeitheo es: “desobedecer, ser desobediente...”. Apeitheo es un verbo rico (en significado) que transmite una general y total negativa para escuchar a otra persona – en este caso, Jesús. Si bien esta negativa a obedecer o escuchar puede involucrar una negativa a creer en las exigencias de alguien, también incluye una negativa en cumplir con los mandatos y ordenanzas de una persona. Es por eso que lleva el significado primario de desobedecer.
Por lo tanto, Juan 3, 36 debería ser traducido como sigue:
Como podemos ver, la traducción correcta señala algo de tremendo significado, una verdad que no está necesariamente significada por la traducción anterior. La traducción correcta muestra que creer en Jesucristo para la salvación significa que uno debe también obedecerlo. Para salvarse por la fe en Jesús uno debe hacer lo que Él manda.
Aquellos que desobedecen al Hijo no verán la vida, sino que está sobre ellos la ira de Dios.
Esa es una notoria confirmación de lo que hemos declarado en nuestro libro y artículo sobre la Justificación, esto es, que en el Nuevo Testamento, creer en Jesús para la salvación siempre significa y supone hacer y observar lo que Jesús manda. Eso está probado por el contexto (o por el contexto extendido) de los pasajes que tratan con la salvación a través de la fe en Jesucristo.
La traducción apropiada de Juan 3, 36 que ilumina el verdadero significado de Juan 3,16 contradice por completo las extendidas (pero falsas) teologías de la salvación por “la sola fe” y “una vez salvado, salvado para siempre”. Porque apeitheon (desobedecer) al Hijo, que trae como consecuencia la condenación, no puede limitarse a una simple negativa a creer en Jesús o sus exigencias, sino más bien se aplica igualmente a negarse en cumplir con sus mandatos y ordenanzas en varios aspectos de la vida.
Aquellos que promueven “sola fide” o “una vez salvado, salvado para siempre” contradicen la enseñanza bíblica. No es suficiente apenas creer en Jesucristo o profesar creencia en Él. También hay que obedecerlo, puesto que si no lo hacen serán condenados. Esto incluye guardar todos sus mandamientos y enseñanzas, escuchar a su Iglesia y evitar los pecados graves.
De hecho, en Juan 3,16, donde se establece que todos los que creen en el Hijo tendrán vida eterna, utiliza el participio pisteuon. Ese es el participio que discutimos que se encuentra en Juan 3, 36 y que contrasta directamente con apeithon: desobedecer. Por lo tanto, de acuerdo a Juan capítulo 3, tenemos (pisteuon) creer en Jesús para la salvación, y también esta apeithon (desobedecer) a Jesús para la condenación. Como pisteuon (creer) es la palabra que encontramos en Juan 3, 16 y Juan 3, 36, y ésta palabra es directamente contrastada con apeithon (desobedecer) en Juan 3,36, eso demuestra que pisteuon (creer) en el Hijo para la salvación en Juan 3,16, incluye y requiere obedecer al Hijo.
En lo que concierne al verdadero significado de Juan 3, 16, otra prueba de nuestro punto se encuentra en Juan capítulo 3, inmediatamente después de Juan 3, 16-18.
En Juan 3, 16-18, encontramos el famoso versículo que hemos estado discutiendo y un mensaje sobre la necesidad de creer en Jesús. En Juan 3, 19-21, leemos afirmaciones sobre (1) un “juicio” o “condenación” por “obras malas”; (2) personas que hacen “cosas malas” y, (3) “obras” que son “desenmascaradas o condenadas”. Estas declaraciones vienen inmediatamente después de Juan 3, 16-18. Esto es otra clara indicación de que la verdadera enseñanza de Jesús y de la Biblia es que la fe en el único Hijo de Dios que otorga la salvación es una fe que debe incluir la perseverancia en las buenas acciones y buenas obras.
En efecto, Jesús dice que “dará a cada uno según sus obras” (Mateo 16, 27), y echará al infierno todos los que obran la iniquidad (Mateo 13, 41-42). Para Jesús, creer en Él para la salvación es seguirlo y guardar sus palabras y mandamientos, como la correcta traducción de Juan 3,36 deja bastante claro. La fe sola no salva ni justifica, tal como leemos en Santiago 2, 24.
Que la obediencia a Cristo, las buenas acciones y el evitar los pecados graves son necesarias para la salvación es una verdad que se encuentra a lo largo del Nuevo Testamento.
De hecho, en 1 Corintios 9, 27 el mismo Apóstol Pablo, un verdadero creyente en Cristo, declaró que él podría potencialmente ser descalificado, rechazado o desechado, es decir que él podría perder su justificación. En el griego, Pablo usa la palabra adokimos que significa descalificado o eliminado, una palabra que, en el Nuevo Testamento, claramente se refiere a un réprobo, una persona en estado de condenación.
Véase por ejemplo, Romanos 1, 28 y 2 Timoteo 3, 8, donde las formas de esa misma palabra se usan para describir a las personas malas o no justificadas. San Pablo, un creyente justificado, enseñó que él podría perder su justificación y salvación si el hiciera o dejase de hacer ciertas cosas.
Por supuesto, además de Juan 3, 16, hay unos pocos versículos que las personas emplean erróneamente y malinterpretan para perpetuar un falso evangelio de salvación por la sola fe. Sin embargo, el hecho de que la fe, obedecer a Cristo, pertenecer a su única verdadera Iglesia, y evitar el pecado grave son todas necesarias para la salvación, queda claro en la enseñanza de Jesús y a través del Nuevo Testamento.
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