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Los engaños con que el demonio ha llevado al infierno millares de cristianos
“Señor, que yo tenga vista” (Lucas 18, 41).
1. El demonio lleva a los pecadores al infierno, no con los ojos abiertos, sino cerrados: primeramente, los ciega, y después los lleva a penar eternamente en su compañía. Debemos pues, si queremos salvarnos, orar continuamente a Dios con el ciego del Evangelio: “Señor, que yo tenga vista”. Señor, alúmbrame, haz que yo vea el camino que debo seguir para salvarme, y no permanecer engañado por el enemigo de mi salvación. Quiero, por tanto, oyentes míos, demostrarles hoy los engaños con que el demonio induce a los hombres a pecar y a perseverar en el pecado, para que sepan evitar sus tentaciones.
2. Para mejor conocer estos engaños, figurémonos un joven que, arrastrado de una pasión, vive en el pecado esclavo del demonio, sin pensar jamás en su eterna condenación. Hijo mío, le digo yo, ¿qué vida es esa que llevas? ¿Cómo puedes salvarte, si sigues viviendo de ese modo? ¿No ves que caminas al infierno? Pero luego el demonio le dice por otro lado: Y ¿por qué te has de condenar? Sacia ahora tus pasiones, que después te confesarás, y así evitarás el peligro. Esta es la red con la que conduce el demonio a tantas almas al infierno: “Satisface tus pasiones, que después te confesarás”. Mas entre tanto, repito yo, vas perdiendo el alma. Díganme, si ustedes tuviesen en la mano una joya que valiera diez mil dólares, ¿la arrojarían a un rio con la esperanza de buscarla después? ¿Y si no la volviesen a encontrar? Vos, Dios mío, tenéis en vuestra mano la joya de mi alma, comprada por Jesucristo con el precio de su santísima sangre; ¿y me atreveré yo, pecando, a arrojarla al infierno, pues con un solo pecado mortal que cometa, quedo agregado al número de los condenados? ¿Y me haré la ilusión de recobrarla después haciendo una buena confesión? ¿Y quien me asegura que haré esta confesión? Para hacer una buena confesión necesito tener verdadero dolor de los pecados, y este dolor es un don de Dios: si Dios no me lo da ¿no quedaré condenado para siempre?
3. Pero dice el pecador: “Yo soy joven, Dios se apiada de la juventud; después me dedicaré a su servicio”. Este es otro engaño del demonio. Eres joven; pero ¿no sabes que Dios no atiende a los años, sino a los pecados que cada uno tiene? Eres joven; pero ¿cuántos pecados has cometido? Quizá habrá muchos ancianos que no habrán cometido la cuarta parte que tú. ¿Y no sabes, además, que Dios ha fijado el número de los pecados que quiere perdonar a cada uno? “El Señor espera pacientemente, para que cuando llegue el día del juicio, los castigue por la plenitud de sus pecados” (2 Macabeos 6, 14). Dios tiene paciencia y espera que se llene la medida, pero en habiéndose cometido el número de pecados prefijado por él, ya no perdona, y castiga al pecador, o dejando morir al infeliz en aquel triste estado en que se halla, o abandonándole en su pecado, como amenaza por el profeta: “Le quitaré su seto, y será talada” (Isaías 5, 5). Si uno tiene un terreno que ha cultivado muchos años y plantado el vallado alrededor para tenerle guardado, y hecho en él muchos gastos; pero ve sin embargo que el terreno no da fruto ¿qué es lo que hace? Arranca el vallado y le deja abandonado, para que entre en él cualquiera que guste, sean hombres o bestias. ¡Temed pues que Dios no obre así con ustedes! Si no abandonan el pecado, se irán acallando en ustedes los remordimientos de la conciencia, y el temor del castigo divino; y arrancada la cerca, quedarán abandonados de Dios, castigo más duro que la misma muerte.
4. Suele decir el pecador: “Yo no tengo confianza ahora de resistir a esta tentación”. Este es el tercer engaño con que el demonio te hace creer que no tienes fuerzas para resistir a las tentaciones. Pero san Pablo dice, “que Dios es fiel, y no permitirá que seamos tentados sobre nuestras fuerzas” (1 Corintios 10, 13). Pregunto yo: si ahora desconfías de poder resistir a la tentación, ¿cómo presumes que podrás resistir después? El demonio será más fuerte contra ti, y tú más débil contra el demonio. Si no confías ahora apagar esa llama de la pasión, ¿cómo confiarás apagarla después que haya cobrado mayores fuerzas? Dirás, que Dios te dará su ayuda. ¡Pero Dios está dispuesto a darte su ayuda ahora también, si tú la quieres! ¿Por qué pues no se la pides? ¿Esperas acaso, que el Señor, sin que tú te tomes el trabajo de pedirle, te aumente después el auxilio y las gracias, cuando tú hayas aumentado también los pecados? ¿Dudas por ventura de la fidelidad de Dios, que ha prometido conceder todo aquello que se le pide, como consta de aquellas palabras de (Mateo 7, 7): “Pedid y se os dará”? Dios no puede faltar a sus promesas. “No es Dios como el hombre para que mienta, ni como hijo de hombre para estar sujeto a mudanza” (Números 23, 19). Acude a Él, y Él te dará aquella fuerza que necesitas para resistir. Pero tú dices, que no tienes esa fuerza, ¿crees pues que Dios te manda una cosa imposible? No es así; porque el concilio de Trento dice: “Porque Dios no manda cosas imposibles, sino que al mandar avisa que hagas lo que puedas y pidas lo que no puedas” (Sesión 6, capítulo 11). Cuando veas que no tienes fuerza para resistir, con la ayuda divina ordinaria, pídele toda la ayuda que necesitas, y Él te la dará para que puedas vencer cualquier tentación por grande que sea.
5. Pero tú no quieres pedirle, y dices que ahora quieres hacer tal pecado, y que después te confesarás. Dime: ¿cómo sabes tú que Dios te dará tiempo para confesarte después? Porque me confesaré pronto, me dirás, antes de que pase una semana. ¿Y quién te asegura una semana de tiempo? Me confesare mañana mismo, me responderás. ¿Y quién te asegura que vivirás mañana? San Agustín dice, “que Dios no nos ha prometido el día de mañana, y que puede concederlo o negarlo”. ¡Cuántos se han retirado con salud a dormir por la noche, y han amanecido muertos a la mañana siguiente! ¿Y cuántos han muerto en el acto mismo de cometer el pecado, y han sido sepultados en el infierno? Si esto te sucede a ti también ¿cómo evitarás tu eterna condenación? “Haz este pecado, que después te confesarás”. Este es el engaño con que el demonio ha llevado al infierno millares de cristianos. Porque es difícil encontrar un cristiano tan desesperado que quiera su propia condenación. Todos cuantos pecan, pecan con la esperanza de confesarse; y ¡cuántos, o por no haber podido confesarse o por no haberse confesado cual convenia, se han condenado!
6. “Pero Dios es misericordioso”. Aquí tienes otro engaño con que el demonio alienta a los hombres al pecado y a perseverar en él. Dice un autor, que más almas conduce al infierno la falsa esperanza en la misericordia de Dios, que la justicia divina. Y así sucede efectivamente, porque confiando ciegamente muchos en la misericordia de Dios, siguen en la senda del pecado, y se condenan miserablemente. Dios, dicen, es misericordioso. Lo es en verdad: nadie lo niega. Pero sin embargo ¿cuántos envía al infierno cada día? Es misericordioso, pero también es justo, y por lo mismo se ve obligado a castigar al que le ofende. Es misericordioso con los pecadores, pero solamente con aquellos que se arrepienten de haberle ofendido, y temen volverle ofender. Pero con aquellos que abusan de su misericordia para ofenderle más, es justo. El Señor perdona los pecados, pero no puede perdonar la voluntad de pecar. San Agustín dice, que el que peca con la idea de arrepentirse después de haber pecado, este no se arrepiente, sino que se burla de Dios. Y el Apóstol dice, que Dios no deja que se mofen de Él (Gálatas 6, 7). Seria burlarse de Dios, ofenderle el pecador a su antojo, y entrar después en el paraíso.
7. Pero dice el pecador: “Así como Dios ha tenido tanta misericordia conmigo hasta aquí, espero que la tendrá en adelante”. Este es otro engaño. ¿Con qué, porque Dios no te castigó hasta ahora, no ha de castigarte jamás? Antes bien, cuanto más misericordioso haya sido contigo hasta el presente, tanto más debes temer que te castigue, y no te perdone en adelante, si vuelves a ofenderle. El Espíritu Santo dice: “Tampoco digas: ‘Yo pequé, ¿y qué mal me ha venido? Porque el Altísimo, aunque paciente, da el pago merecido” (Eclesiástico 5, 4). No digáis: He pecado y no me ha venido ningún castigo; porque Dios sufre, pero no siempre. Espera hasta cierto término, pero cuando este llega o se cumple, castiga al pecador por todos los pecados que ha cometido: y cuanto más ha esperado que hiciera penitencia, tanto más severamente le castiga, como dice san Gregorio. Por lo tanto, puesto que sabes que has ofendido a Dios y Él no te ha enviado al infierno, bien puedes decir: Gracias sean dadas a la misericordia divina, si no hemos sido condenados al infierno: “Es por la misericordia del Señor que no hayamos perecido” (Lamentaciones 3, 22). Y por lo mismo debes dedicarte enteramente al servicio de Dios, al menos por gratitud, pensando que muchos fueron condenados al fuego eterno, y que arden sin esperanza de salir de allí, por pecados mucho menores que los tuyos. La paciencia con que Dios te ha sufrido debe moverte, no a despreciarle más, sino a servirle y amarle mucho más, compensándole las ofensas que le hiciste, con la penitencia y con otras obras buenas; viendo que ha usado contigo de tanta misericordia que no tuvo con otros pecadores, “No hizo tal con ninguno de los otros pueblos” (Salmo 147, 9). Y debes temer también que te abandone Dios y seas condenado al infierno, si cometes un solo pecado más.
8. Vamos ahora a tratar de otro engaño del demonio. Suele el pecador discurrir de este modo: “Es cierto que puedo condenarme o al menos pierdo la gracia de Dios con este pecado; pero también puede suceder que me salve aun después de haberle cometido”. En efecto, puede suceder que te salves aun después de haber cometido este pecado; pero no puedes negarme, que después de haber cometido tantos pecados, y después que Dios te ha concedido tantas gracias, es mucho más fácil que te abandone y te pierdas para siempre, si ahora tornas a ofenderle. Oye lo que dice la Santa Escritura: “El pecador obstinado lo pasará mal al fin de su vida” (Eclesiástico 3, 27). “Los que obran mal serán exterminados” (Salmo 36, 9). Y en otra parte: “Lo que un hombre sembrare, eso recogerá” (Gálatas 6, 8). El que sembrare pecados ¿qué puede recoger sino tormentos eternos? “Estuve llamando”, dice en los Proverbios, “y ningún caso hicisteis de mis reprensiones; yo también mirare con risa vuestra perdición y me mofaré de vosotros cuando os sobrevenga la muerte” (Proverbios 2, 24 y 26). Y en el Deuteronomio 32, 35 dice: “Mía es la venganza, y yo les daré el pago a su tiempo”. Y en Proverbios 29, 1 dice también: “Al hombre de dura cerviz que desprecia al que le corrige, le sorprenderá de repente la muerte, y no tendrá esperanza de salvación”.
9. Oídas estas amenazas que hace Dios contra los pecadores, ¿les parece si es fácil o difícil salvarse, si siguen ofendiendo a Dios después que los ha llamado tantas veces, y ha sido tan frecuentemente misericordioso con ustedes? Tú dices: Puede ser que me salve a pesar de este pecado. Pero yo te respondo, que es grande necedad apoyar la salud eterna en un puede ser tan peligroso. ¡Cuántos están ardiendo ahora en los infiernos por ese puede ser! ¿Quieres tú acompañarlos en su desgracia? Reflexionen bien, y teman, que puede ser la última misericordia que Dios usa con ustedes el haberles permitido escuchar este sermón.
Sermón de san Alfonso de Ligorio hallado en su libro Sermones abreviados para todas las dominicas del año (traducido del italiano al español en 1865), con algunas actualizaciones en ortografía, uso de palabras sinónimas en raras ocasiones para una mejor comprensión del texto, etc.
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Impactante, no miro discrepancias
Martin 2 mesesLeer más...Tiene razón. Gracias por compartir. Y de mi parte lo compartiré para que muchos lo vean.
Verónica Raygoza 2 mesesLeer más...Masturbarse es opuesto e incompatible al verdadero amor a Dios. La opción superadora ante la tentación del placer auto infligido es la oración
Gustavo Suárez 2 mesesLeer más...Más claro imposible. Gracias hermanos
Laudem Gloriæ 2 mesesLeer más...Esta listo. Gracias.
Monasterio de la Sagrada Familia 2 mesesLeer más...Hola. Ya fue publicado. Gracias.
Monasterio de la Sagrada Familia 2 mesesLeer más...Cuándo van a publicar el calendario de 2025?
Reynaldo 2 mesesLeer más...Dios los bendiga, porfavor suban pronto el calendario 2025 para poder imprimirlo.
nicolas guiñez 3 mesesLeer más...Lugares no sólo solitarios, sino, además, silenciosos. De nada sirve estar solo si uno, en el afán de escapar su propia consciencia y la voz de Dios o de sus...
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