Santiago 2, 24: “Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”.
La inmensa mayoría de los protestantes cree que la Biblia enseña que el hombre se justifica (o es puesto en un estado en el que se salvará con toda seguridad) por la sola fe en Jesús, es decir, independientemente de las obras que la persona haga. La mayoría de ellos también cree que “una vez justificado, tiene asegurada la salvación eterna”, es decir, que el hombre que cree en Jesús ya no puede perder su eterna salvación. Estas ideas son falsas y completamente contrarias a la enseñanza de la Biblia. Veamos la prueba y después responderemos las objeciones.
Casi todas las citas de esta sección están sacadas de la versión de la Biblia Reina Valera de 1569, una famosa traducción protestante.
JESÚS DICE QUE LOS HOMBRES DEBEN CORTAR RADICALMENTE CON LAS OCASIONES DE PECADO PARA EVITAR EL INFIERNO, QUE NO BASTA CON CREER
En Mateo capítulo 5, encontramos la parábola de la amputación de una mano o uno de los ojos para evitar el infierno.
Mateo 5, 29-30: “Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea lanzado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que uno de tus miembros se pierda, y no que todo tu cuerpo sea lanzado al infierno”.
Esta parábola, que se refiere obviamente a evitar radicalmente las ocasiones de pecado ―aquellas cosas de la vida que inducen a las personas a cometer ofensas contra Dios―, solamente tiene sentido si los pecados y las obras forman parte en determinar si se alcanza la salvación. Pero si la persona evita las cosas pecaminosas y las malas obras, salvará su alma. Por lo tanto, los pecados del hombre lo ponen en peligro y, por lo mismo, son parte de su justificación. Si el hombre se justificara por la sola fe, esta parábola no tendría ningún sentido en absoluto.
NO TODO EL QUE DICE “SEÑOR, SEÑOR” ENTRARÁ EN EL CIELO, SINO AQUEL QUE HACE LA VOLUNTAD DE DIOS
Mateo 7, 21-23: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad”.
Aquí vemos que el que “hace” la voluntad de Dios entrará en el cielo, y no todos los que dicen que Jesús es el Señor. Luego Jesús enfatiza el punto diciendo que se debe hacer lo que Él dice que es su voluntad.
Mateo 7, 24-27: “Cualquiera, pues, que oye estas mis palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca… Y todo el que oye estas mis palabras y no las hace, será comparado al hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó; y fue grande su ruina”.
¿Qué más claro podría ser? Es cuestión de escuchar sus palabras y hacerlas. No es apenas la sola fe.
SE DEBE PERSEVERAR HASTA EL FIN PARA SALVARSE
Mateo 10, 22: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre, mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo”.
Esto contradice totalmente la creencia protestante sobre la justificación y de “una vez salvado, salvado para siempre”. También vemos el mismo mensaje en Marcos 13, 13.
SAN PABLO DICE QUE ÉL PODRÍA SER REPROBADO
1 Corintios 9, 24-27: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, mas sólo uno se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Y todo aquel que lucha, de todo se abstiene; y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible; pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que sujeto mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado”.
San Pablo dice que él teme que pueda ser reprobado. La palabra griega adokimos (en 1 Cor. 9, 27) se traduce como “reprobado” en 2 Timoteo 3, 8 y en Romanos 1, 28. Con ella se describen las almas perdidas, los que cometen pecado mortal, los apóstatas y aquellos que están fuera del estado de justificación y/o fuera de la fe de Jesús.
En 2 Timoteo 3, 8, la misma palabra se usa para describir a las personas malvadas que se “resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe” (Edición Reina-Valera). Estos obviamente no son personas que están en un estado de justificación o en el camino al cielo.
En Romanos 1, 28, adokimos es usada para describir a las personas que se han entregado a los pecados abominables – una vez más, personas que ciertamente no están en el camino al cielo. Adokimos se encuentra también en otros pasajes, como Tito 1, 16, Hebreos 6, 8 y en otros lugares. En cada caso, significa las personas que no están en el camino al cielo, fuera del estado de justificación y/o de la verdadera fe.
Al declarar que él puede ser reprobado (adokimos), no cabe duda que San Pablo está diciendo que él podría perder su salvación y condenarse junto con los demás réprobos. ¿Era San Pablo un verdadero creyente que había sido justificado? Por supuesto que lo era. La Biblia, por lo tanto, enseña que los verdaderos creyentes no tienen asegurada la salvación. Este pasaje refuta completamente la idea de la seguridad eterna o “una vez salvado, salvado para siempre”.
LOS PECADORES MORTALES, INCLUYENDO LOS FORNICARIOS, LOS BORRACHOS, LOS ADÚLTEROS ETC., NO HEREDARÁN EL CIELO
Gálatas 5, 19-21: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, desenfrenos, y cosas semejantes a estas; de las cuales os denuncio, como también ya os denuncié, que los que hacen tales cosas, no heredarán el reino de Dios”.
1 Corintios 6, 9-11: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos de vosotros; mas ya sois lavados, ya sois santificados, ya sois justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”.
Antes de continuar, es necesario recordar que, según Santo Tomás de Aquino, el pecado de “inmundicia” o “afeminación” (que excluye del cielo, según los versículos anteriores) es el pecado mortal de masturbación (Summa Theologiae, II – II, q. 154, a. 11).
Estos pasajes plantean grandes problemas para quienes creen en la justificación por la sola fe y/o la seguridad eterna. La Biblia enseña que los pecados mortales (los pecados graves) destruyen el estado de justificación. Enseña que los pecados graves colocan a las personas en un estado en que estarán excluidos del reino de Dios. Esto coincide con la enseñanza católica de que los creyentes pueden perder el estado de justificación y condenarse si él o ella cometen un pecado mortal (por ejemplo, la fornicación, la borrachera, mirar pornografía, etc.) y mueren en ese estado.
Ahora bien, a la luz de estos pasajes, los protestantes tienen un problema. Si todo aquel que comente pecados mortales pierde su justificación, según la sola fe de los protestantes, entonces habría que decir que ningún verdadero creyente comete pecados mortales. Sin embargo, esta respuesta no funciona, como veremos. Hay millones de supuestos “cristianos” que dicen que han sido “salvados” por la fe en Jesús. Pero un gran número de ellos se emborracha, fornica, engaña, roba, etc. En otras palabras, cometen verdaderos pecados mortales de los que la Biblia dice que destruyen el estado de justificación.
Puesto que la Biblia dice claramente que los pecados mortales destruyen el estado de justificación, la sola fe de los protestantes se vería forzada a argumentar que todos esos “creyentes” que comenten pecados mortales no son verdaderos creyentes. Ellos deben admitir que la “garantía” de la justificación/salvación que esas personas creen tener por la “sola fe” sería una ilusión, un engaño. Según los protestantes, ellos no tendrían en realidad la verdadera fe “salvadora”, aun cuando piensan que la tienen.
Sin embargo, esta respuesta ―de que un “VERDADERO” creyente no puede cometer pecados mortales (que son los que la Biblia dice excluyen de la salvación)― se refuta por el siguiente versículo de Efesios 5 que veremos a continuación. Él prueba que las personas que definitivamente tienen la verdadera fe “salvadora” y son justificados, podrían cometer también esos pecados mortales. Si ellos los comenten, entonces ellos perderían la justificación.
EFESIOS 5, 5-8 PRUEBA QUE ES POSIBLE QUE LOS VERDADEROS CREYENTES COMETAN PECADOS MORTALES Y PIERDAN SU SALVACIÓN POR TALES PECADOS: ESTO DESTRUYE LA IDEA DE LA JUSTIFICACIÓN POR LA SOLA FE Y LA SEGURIDAD ETERNA
Efesios 5, 5-8: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas; porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor: Andad como hijos de luz”.
Este es un pasaje fascinante.
San Pablo primero menciona una serie de pecados mortales, y afirma que quienes practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Hemos visto esto anteriormente en los pasajes de Gálatas 5 y 1 Corintios 6, 9. Como ya se dijo, la respuesta del protestante común (y la única posible) a esto es que ningún verdadero creyente puede cometer tales pecados que destruyen el estado de la justificación.
Bueno, el pasaje anterior enseña claramente que los creyentes justificados pueden cometer esos pecados graves. San Pablo les advierte en Efesios 5, 7: “¡No seáis, pues, partícipes con ellos!”. Por lo tanto, ¡los creyentes pueden tomar parte con los pecadores mortales! Y si hay alguna duda de que esté incluyendo a los creyentes auténticos en esa advertencia, él habla de ellos como los que ahora son “luz en el Señor” (verdaderos creyentes).
Por lo tanto, aquellos que son “luz en el Señor” podrían “ser partícipes” con los pecadores mortales y en los pecados mortales que destruyen la justificación. Esto, sin duda alguna refuta la justificación por la sola fe y el “una vez salvo, salvado para siempre”. ¡Que nadie os engañe con palabras vanas tales como “la justificación por la sola fe”!
LOS HOMBRES PUEDEN SEGUIR EL CAMINO DE JESÚS Y LUEGO ABANDONARLO Y SER VENCIDOS
2 Pedro 2, 20-22: “Porque si habiendo ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, y otra vez se enredan en ellas y son vencidos, su postrimería viene a ser peor que su principio. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, tornarse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro volvió a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”.
Este versículo indica que las personas que están justificadas pueden perder su justificación por el pecado. Se trata de una prueba clara de la doctrina católica sobre la justificación. Algunos podrían tratar de argumentar que el apóstol está aquí simplemente hablando de las personas que han oído del Evangelio, no de quienes realmente creían en él. Eso no tiene sustento. El versículo dice que estas personas “han conocido el camino de la justicia” y se habían “retirado de las contaminaciones del mundo”. Nadie se retira de las contaminaciones del mundo con solamente escuchar el Evangelio. Su lenguaje describe al que está siguiendo el camino de la justicia y luego lo abandona. Es por eso que 2 Pedro 2, 23 se compara a este hombre a un puerco que ha sido lavado (es decir, justificado) y luego vuelve a revolcarse en el cieno. Por eso es también que, antes, en el mismo capítulo, se hace referencia a los ángeles que pecaron y perdieron su justificación. San Pedro no deja duda el respecto.
LOS ÁNGELES, UNA VEZ JUSTIFICADOS, PERDIERON SU JUSTIFICACIÓN POR EL PECADO
2 Pedro 2, 4: “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad, a ser reservados para el juicio”.
Los ángeles fueron creados en justificación; pero pecaron mortalmente, perdieron su justificación, y fueron precipitados al infierno. Este pasaje contradice completamente la visión protestante de la justificación.
DIOS ES EL AUTOR DE LA ETERNA SALVACIÓN PARA TODOS LOS QUE LO “OBEDECEN”
Hebreos 5, 9: “Y habiendo sido hecho perfecto, [Jesús] vino a ser autor de eterna salvación a todos los que le obedecen”.
No es por la sola fe.
LOS CREYENTES PUEDEN CAER – ¡PUNTO!
Hebreos 6, 4-6: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron el don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron la buena palabra de Dios, y los poderes del mundo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”.
Este pasaje muestra claramente que las personas que son creyentes, que “fueron partícipes del Espíritu Santo”, pueden caer del estado de la justificación. La referencia a que es “imposible” que estas personas sean otra vez renovadas a ese estado se refiere a la gracia original del bautismo, por el cual fueron primero limpiados del pecado. Ellos no pueden ser otra vez bautizados, pero los pecados graves pueden ser perdonados en la confesión (Juan 20, 23). Este pasaje arrasa ―demuele completamente― la teología protestante de una vez salvados, salvados para siempre.
LOS CREYENTES PUEDEN CONDENARSE POR SUS PECADOS DESPUÉS DE CONOCER LA VERDAD: LO QUE EN CONSECUENCIA REFUTA LA SOLA FE
Hebreos 10, 26-27: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado, sino una horrenda expectación de juicio y hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”.
En el mismo libro y en el mismo sentido que la advertencia anterior (Hebreos 6, 4-6), este pasaje dice que quienes tienen la fe ―San Pablo está hablando de los creyentes, pues dice “si pecáremos voluntariamente”― pueden perder la salvación como resultado de los pecados voluntarios.
SIN LA SANTIDAD, NINGÚN HOMBRE VERÁ AL SEÑOR
Hebreos 12, 14: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”.
Este versículo enseña que la justificación necesaria para la salvación es una santificación: una verdadera santidad poseída por la persona. No es, como sostienen los protestantes, la justicia de Cristo la que se imputa (es decir, se aplica) a una persona, aun cuando siga siendo interiormente impío.
Martín Lutero, cuando explicó la doctrina protestante acerca del hombre justificado, dijo que un hombre justificado es como un montón de estiércol cubierto con nieve. El hombre sigue siendo pecador e inicuo en el interior; pero tan pronto se hace creyente, la justicia de Cristo se le aplica como una cubierta y un manto. Esto permite que, según la doctrina protestante, se salve el hombre sucio e inicuo. Él se puede salvar a pesar de que no posea en sí mismo la santidad, sino que sigue siendo un estiércol de pecado en el interior.
Podemos ver cómo esta doctrina contradice la enseñanza de la Biblia de que el hombre justificado es en realidad y verdaderamente santo por la gracia de Dios. Él es santificado y cambiado interiormente; él debe poseer esta santidad interior para ver al Señor.
También hay que señalar que lo que Dios dice ocurre. Si Él dice que alguien es justo, eso es porque esa persona es realmente justa, no ficticiamente justa o como envuelta por la justicia.
LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR – LOS HOMBRES PUEDEN CREER POR UN TIEMPO Y LUEGO CAER
Mateo 13, 18-22: “Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador. Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Éste es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al instante la recibe con gozo, pero no tiene raíz en sí, sino que es temporal; pues cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego se ofende. Y el que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra; pero el afán de este mundo, y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa”.
Aquí vemos que un hombre puede creer “por un tiempo”, y luego caer. Las versiones de esta parábola en Marcos y Lucas muestran el punto con mayor claridad:
Marcos 4, 17: “… pero no tienen raíz en sí, sino que duran poco tiempo; pero luego, cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, enseguida se escandalizan”.
Lucas 8, 13: “Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; que por un tiempo creen, pero en el tiempo de la prueba se apartan”.
Jesús dice claramente en Lucas 8, 13 de que estas personas “por un tiempo creen”. Los protestantes podrían decir que esto se refiere a las personas que no creen verdaderamente. No se puede decir eso, porque el mismo Jesús dice que ellos creen por algún tiempo.
Toda esta parábola refuta ―y no tiene otro significado― la falsa idea protestante de la justificación. No solamente nos enseña que uno puede creer y luego caer, sino que los pecados, las tentaciones, las preocupaciones mundanas, los esfuerzos para vencer el mundo y sus trampas y sus cuidados (Mt. 13, 22), todos son parte de nuestra justificación y salvación. Es una confirmación contundente de la enseñanza católica sobre la justificación, y una notoria refutación de la posición protestante.
Lucas 8, 15: “Mas la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto con paciencia”.
Los que dan fruto para vida eterna son los que oyen la palabra y la “retienen” o la ponen en práctica.
LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS: SI USTED NO PRODUCE COSAS PARA DIOS, SE CONDENARÁ – ESTO EN CUANTO A LA JUSTIFICACIÓN POR LA “SOLA FE”
La parábola de los talentos refuta completamente la visión protestante de la justificación por la sola fe.
Mateo 25, 15-30: “A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su facultad; y luego partió lejos. Y el que había recibido cinco talentos, fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Mas el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
Y después de mucho tiempo, vino el señor de aquellos siervos, e hizo cuentas con ellos. Y el que había recibido cinco talentos, vino y trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; he aquí, he ganado sobre ellos otros cinco talentos. Y su señor le dijo: Bien hecho, siervo bueno y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; he aquí, he ganado sobre ellos, otros dos talentos. Su señor le dijo: Bien hecho, siervo bueno y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu señor.
Entonces vino el que había recibido un talento, y dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; y tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo mío con intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque a todo el que tiene le será dado, y tendrá abundancia; mas al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”.
En esta parábola vemos que la persona se condena por la pereza, por la dejadez y por no hacer las cosas con los talentos que ha recibido. ¡Él se condenó porque no trabajó con sus talentos para ganar más talentos! Esta parábola contradice por completo la justificación por la sola fe. Lo que es extremadamente interesante de esto es lo que dice el Señor “siego donde no sembré”. En otras palabras, el Señor espera que hagamos y produzcamos nuestras propias obras, realizadas con su gracia. Si no cooperamos con su gracia para producir tales obras ―y no somos capaces de presentar estas obras sobrenaturales delante de Él en el juicio― seremos arrojados al infierno. Esta parábola confirma la doctrina católica sobre las obras, mientras que refuta por completo las opiniones protestantes.
JESÚS DARÁ A CADA UNO CONFORME A SUS OBRAS
Mateo 16, 27: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles; y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Vemos la misma enseñanza en la epístola a los Romanos y en el libro del Apocalipsis.
JESÚS ARROJARÁ AL INFIERNO A LOS QUE HACEN LA INIQUIDAD
Mateo 13, 41-42: “El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todo lo que hace tropezar, y a los que hacen iniquidad; Y los lanzarán al horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”.
Dios condenará al infierno a las personas que hacen la iniquidad.
CADA PERSONA RECIBIRÁ PREMIO O CASTIGO SEGÚN LO QUE ÉL O ELLA HAYA HECHO MIENTRAS ESTABA EN EL CUERPO
2 Corintios 5, 9-10: “Por tanto procuramos también, o presentes, o ausentes, serle agradables. Porque es menester que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, ya sea bueno o sea malo”.
Leemos que hay que trabajar para ser aceptado por Cristo. Además, vemos que los hombres recibirán en el otro mundo una recompensa o un castigo según lo que hayan hecho en el cuerpo, “ya sea bueno o sea malo”. Las cosas que un hombre ha hecho (sus obras) son vistas como parte integral de su salvación o condenación.
UNO PUEDE TENER TODA LA FE Y NO SERVIRLE DE NADA
1 Corintios 13, 1-2: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo caridad, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese el don de profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo caridad, nada soy”.
Según la doctrina protestante, la sola fe concede la salvación. Por lo tanto, aquel que tiene toda la fe se salvaría. Pero la Biblia enseña otra cosa: uno puede tener toda la fe y ella no le serviría de nada. La justificación no es solamente por la fe.
¿QUÉ DEBEMOS HACER PARA SER SALVOS? JESÚS DICE: GUARDA LOS MANDAMIENTOS, NO BASTA CREER
Mateo 19, 16-21: “Y he aquí, vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Y Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino uno, Dios. Y si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos… y ven y sígueme”.
A la pregunta de lo que debe hacer para ser salvo, Jesús dice que hay que guardar los mandamientos y seguirlo.
UN RICO DIFÍCILMENTE ENTRARÁ EN EL REINO DE LOS CIELOS
Mateo 19, 23-24: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Y otra vez os digo: Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”.
Aquí vemos que lo que uno haga con su dinero también afectará su salvación.
JESÚS DICE VELAD, PARA QUE NO VENGA Y OS HALLE SIN HACER LO QUE DEBÉIS Y AL CONTRARIO ESTÉIS COMETIENDO PECADO
Marcos 13, 35-37: “Velad, pues, porque no sabéis cuándo el señor de la casa ha de venir; si a la tarde, o a la media noche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que viniendo de repente, os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad”.
La versión de esta parábola en el Evangelio de San Lucas resalta aún más claramente la necesidad de las obras y de lo que se hace para la salvación:
Lucas 12, 38-43: “Y si viene a la segunda vigilia, o aunque venga a la tercera vigilia, y los halla así, bienaventurados son aquellos… Bienaventurado aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo halle haciendo así”.
Aquí hay otro pasaje interesante acerca de este punto en Lucas 21:
Lucas 21, 34-36: “Y mirad por vosotros mismos, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”.
En este interesante pasaje vemos que si uno falla en hacer algo – un fracaso en evitar pecados tales como la glotonería y la embriaguez – le puede costar su salvación. Esto nos debe mostrar una vez más el por qué la justificación por la sola fe es completamente contraria y ajena al verdadero Evangelio.
EL QUE SALVA SU VIDA LA PERDERÁ – NO ES POR LA SOLA FE
Lucas 9, 24: “Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará”.
Vemos que lo que uno HAGA ―el renunciar a las cosas pecaminosas que el mundo ofrece en esta vida― determinará la salvación de uno. Obviamente no es por la sola fe.
CADA UNO DEBE LLEVAR SU CRUZ PARA SER SU DISCÍPULO
Lucas 14, 27, 33: “Y cualquiera que no trae su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo… Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.
La salvación no se alcanza por la sola fe en Jesús, sino que por la fe y por llevar la cruz y dándole la prioridad sobre todo lo que uno posee, lo que hace que la salvación en la religión de Jesucristo sea la principal prioridad.
EL HOMBRE DEBE GUARDAR LA PALABRA DE JESÚS PARA NO VER LA MUERTE
Juan 8, 51: “De cierto, de cierto os digo, si alguno guarda mi palabra, jamás verá muerte”.
Aquellos que guardan su palabra, no los que apenas creen, son los que no verán la muerte.
SOLO AQUELLOS QUE PERDONAN SON PERDONADOS
Mateo 6, 14: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros”.
Solo es perdonado el que perdona. No es por la sola fe.
LOS HOMBRES SON JUSTIFICADOS Y CONDENADOS POR SUS PALABRAS, NO SOLAMENTE EN BASE A SI CREEN
Mateo 12, 36-37: “Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que los hombres hablaren, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”.
Pero, ¿qué no decían los protestantes que la justificación es solamente por la fe? No, vuestras palabras, vuestras acciones, vuestras obras os justificarán o condenarán, además de si creéis. El hombre tendrá que dar cuenta de todas sus acciones y de todas sus palabras el Día del Juicio. Una parábola similar se da en Lucas 19.
SIMÓN EL MAGO CREYÓ Y LUEGO CAYÓ
En Hechos 8, leemos acerca de Simón el Mago.
Hechos 8, 13: “Entonces Simón mismo también creyó, y… fue bautizado…”.
Pero tan solo unos pocos versículos más adelante, nos enteramos que él cayó en pecado grave:
Hechos 8, 18-21: “Y cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos, reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se adquiere con dinero. No tienes tú ni parte ni suerte en este asunto; porque tu corazón no es recto delante de Dios”.
FÉLIX SE LLENÓ DE TERROR CUANDO PABLO LE PREDICÓ EL EVANGELIO Y LA CASTIDAD, OBVIAMENTE PORQUE HAY QUE EVITAR LA IMPUREZA PARA SER SALVO
En Hechos 24 encontramos otro interesante pasaje que es relevante sobre este tema.
Hechos 24, 25: “Y disertando él [Pablo] de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix, se espantó, y dijo: Vete ahora, y cuando tenga oportunidad te llamaré”.
La versión católica de este versículo dice:
“Disertando él [Pablo] sobre la justicia, la continencia y el juicio venidero, se llenó Félix de terror. Al fin le dijo: Por ahora retírate; cuando tenga tiempo volveré a llamarte”.
Félix se llenó de terror cuando Pablo le habló sobre la enseñanza del Evangelio sobre la castidad, obviamente porque Pablo le informó que este tipo de pecados excluyen a uno del cielo. Félix se asustó solamente porque Pablo no le predicó el falso evangelio de la justificación por la sola fe.
TRABAJAD EN VUESTRA SALVACIÓN CON TEMOR Y TEMBLOR
Filipenses 2, 12: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación, con temor y temblor”.
Trabajar por la salvación con “temor y temblor”, obviamente porque los hombres pueden perder su salvación por el pecado grave en cualquier momento.
LA CARTA DE LOS ROMANOS INDICA CLARAMENTE QUE LAS OBRAS SON PARTE DE LA JUSTIFICACIÓN Y LA SALVACIÓN
* PARA UNA REFUTACIÓN DE LA OBJECIÓN RELATIVA A ROMANOS 3, 28 Y LA FRASE “LAS OBRAS DE LA LEY” ―UN ERROR COMÚN PROTESTANTE― VÉASE LA RESPUESTA A ESA OBJECIÓN AL FINAL DE ESTA SECCIÓN
La teología protestante, que dice que el hombre es justificado por la sola fe, se contradice desde el comienzo de la Carta de los Romanos por la discusión de Pablo en el capítulo 2 de cómo las personas se condenan por lo que hacen. También se contradice cuando Pablo dice en Romanos que Dios pagará a cada uno según sus OBRAS, y que la vida eterna es para aquellos que obran para el bien.
Es muy interesante que estos pasajes aparecen al principio de Romanos. Esta fue la manera en que Dios eliminó cualquier malentendido sobre la necesidad de obrar y evitar los pecados para la salvación que pudiera derivarse de las heréticas interpretaciones de los pasajes posteriores, los cuales fueron escritos para enfatizar que el hombre no se justifica por las obras de la Antigua Ley.
Romanos 2, 2-3: “… el juicio de Dios contra los que hacen tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, que juzgas a los que hacen tales cosas y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?”.
¿De qué cosas está hablando? Al final del capítulo 1, él da una lista de pecados mortales, como la fornicación, la avaricia, la maldad, etc.
Romanos 2, 5-6: “… del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Él dará a cada uno según sus obras o acciones, no sobre la base de la sola fe. Y continúa:
LA VIDA ETERNA ES PARA LOS CREYENTES QUE PERSEVERAN EN EL BIEN HACER
Romanos 2, 7: “A los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, vida eterna”.
LA MUERTE ETERNA ES PARA LOS QUE NO OBEDECEN A LA VERDAD Y HACEN EL MAL
Romanos 2, 8-10: “Pero indignación e ira, a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, antes obedecen a la injusticia. Tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente, y también el griego. Pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente, y también al griego”.
La vida eterna se da a aquellos que realmente creen y hacen lo que es bueno. La muerte eterna es para todos los hombres, incluyendo a los creyentes, que obran el mal o cometen pecados graves y mueren en ese estado. No es solamente por la fe.
EL ESPÍRITU SANTO ES DERRAMADO EN EL CORAZÓN DEL JUSTIFICADO: LA SANTIFICACIÓN INTERIOR
Romanos 5, 5: “Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado”.
Aquí vemos que para aquellos que son justificados, el amor de Dios es derramado en sus corazones. Esta es la visión católica de la justificación: que los justificados son verdaderamente santificados interiormente.
SI LOS CREYENTES VIVEN SEGÚN LA CARNE, MORIRÁN ETERNAMENTE
Romanos 8, 12-13: “Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne. Porque si vivís conforme a la carne, moriréis, mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”.
Hablándole a los “hermanos”, es decir, a los creyentes, él dice que si cometen graves pecados de la carne morirán eternamente: serán condenados. Eso contradice totalmente la justificación por la sola fe, una vez salvado, salvado para siempre, etc.
SI LOS CREYENTES NO PERMANECEN EN LA BONDAD, SERÁN CORTADOS
En Romanos capítulo 11, llegamos a un versículo que devasta la teología protestante.
Romanos 11, 20-22: “Bien; por su incredulidad fueron quebradas, mas tú por la fe estás en pie. No te enaltezcas, antes teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, mira, no sea que a ti tampoco te perdone. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente en los que cayeron; mas la bondad para contigo, si permaneciereis en su bondad; pues de otra manera tú también serás cortado”.
Romanos capítulo 11 habla claramente de los judíos que son cortados debido a su incredulidad. Y luego en el versículo 22, San Pablo dice que los creyentes cristianos también serán cortados a menos que permanezcan en la bondad. Esto destruye las ideas de la justificación por la sola fe y una vez salvado, salvado para siempre.
EL CREYENTE QUE COME LA EUCARISTÍA INDIGNAMENTE COME Y BEBE SU PROPIA CONDENACIÓN
1 Corintios 11, 28-29: “Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, come y bebe juicio para sí [su propia condenación], no discerniendo el cuerpo del Señor”.
San Pablo dice que los que comen la Eucaristía indignamente son culpables de pecado grave contra el cuerpo y la sangre del Señor. Ellos beben su propia condenación. Él está hablando a los creyentes, por supuesto, como dejó claro en 1 Cor. 5, 12. Esto es también evidente por el hecho de que solamente los creyentes participan en la Eucaristía. Obviamente, por lo tanto, los creyentes se pueden condenar por los pecados graves, tales como recibir sacrílegamente la Eucaristía. Este pasaje refuta la idea protestante de la justificación por la sola fe y confirma la doctrina católica.
1 CORINTIOS 7 DESTRUYE LA JUSTIFICACIÓN POR LA SOLA FE AL ENSEÑAR QUE ES MEJOR PARA CIERTOS CREYENTES CASARSE QUE QUEMARSE
San Pablo deja claro en 1 Corintios que él está hablando acerca de los problemas que pueden ocurrir dentro de la Iglesia.
1 Corintios 5, 12-13: “Porque ¿qué me va a mí en juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros”.
Esto se hace muy significativo en el capítulo 7.
1 Corintios 7, 1-9: “En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno es al hombre no tocar mujer. Mas para evitar fornicaciones, cada varón tenga su propia esposa, y cada mujer tenga su propio marido. El marido pague a su esposa la debida benevolencia; y asimismo la esposa a su marido. La esposa no tiene potestad de su propio cuerpo, sino el marido; e igualmente tampoco el marido tiene potestad de su propio cuerpo, sino la esposa. No os defraudéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos en ayuno y oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. Pero esto digo por permisión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios; uno de una manera, y otro de otra. Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les sería si se quedasen como yo, pero si no pueden contenerse, cásense; que mejor es casarse que quemarse”.
Hay una serie de cosas extremadamente importantes en este pasaje. En primer lugar, vemos la enseñanza clara y repetida que el celibato es superior al estado marital. Esto confirma la doctrina católica. La Iglesia católica enseña que el estado matrimonial no es un estado malo, sino un estado que es inferior al estado de celibato. Jesús enseña lo mismo en Mateo 19, 12, pero Él dice que no todos podemos hacer un compromiso de toda la vida a Dios. Esta enseñanza bíblica sobre el celibato es la razón de por qué la Iglesia católica da un voto de celibato a los religiosos y sacerdotes del rito romano.
Ahora, respecto al punto principal de la idea protestante de la justificación por la sola fe, acabamos de establecer que en 1 Corintios 5, 12, San Pablo deja muy claro que él está hablando a los creyentes. Hablando a los creyentes, San Pablo dice que “es mejor casarse que quemarse” (1 Cor. 7, 9). Esto indica claramente que incluso los verdaderos creyentes que caen en pecados graves pueden perder su justificación y quemarse en el infierno. Él les está diciendo que es mejor casarse que estarse quemando, obviamente, porque algunos de ellos caen en el pecado mortal de la carne si no se casan. Esto refuta completamente la religión protestante y confirma la doctrina católica sobre la justificación.
LA SANTIFICACIÓN Y LA JUSTIFICACIÓN OCURREN AL MISMO TIEMPO
1 Corintios 6, 11: “Y esto erais algunos de vosotros; mas ya sois lavados, ya sois santificados, ya sois justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”.
Este versículo habla de aquellos que han sido justificados como “santificados” antes de mencionar que ellos han sido justificados. Esto demuestra que la santificación y la justificación ocurren al mismo tiempo. Esto contradice la idea protestante de la justificación, que es que la justificación y la santificación no son una y la misma cosa. Los protestantes sostienen que el hombre es declarado justificado, pero permanece no santificado interiormente.
EL CIELO ES SOLO PARA LOS CREYENTES “VENCEDORES”
Apocalipsis 2, 7: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.
La Biblia dice que solo los vencedores llegan al cielo. El pasaje se refiere a los creyentes, como se pone de manifiesto en el capítulo 2 versículo 10. Por lo tanto, es falso decir que todo aquel que cree necesariamente vence. Esto refuta la justificación por la sola fe. Este tema se repite en numerosas ocasiones en este capítulo.
HAY QUE CONSERVAR LAS OBRAS DE JESÚS “HASTA EL FIN”
Apocalipsis 2, 23-26: “… y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriño los riñones y los corazones; y daré a cada uno de vosotros según sus obras… Pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. Y al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré potestad sobre las naciones”.
Este versículo habla por sí mismo. Refuta completamente la doctrina protestante.
EL QUE CREE DEBE “RETENER LO QUE TIENE” PARA QUE NO PIERDA SU CORONA
Apocalipsis 3, 11-12: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí”.
En Apocalipsis, capítulos 13 y 14, leemos acerca de la marca de la bestia y que aquellos que la reciben no se salvarán. Esto también demuestra que las obras determinan si alguien se salva o se condena.
LOS MUERTOS SON JUZGADOS SEGÚN SUS OBRAS
En Apocalipsis capítulo 20, leemos acerca del juicio final.
Apocalipsis 20, 12-13: “Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar dio los muertos que estaban en él; y la muerte y el infierno dieron los muertos que estaban en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras”.
Este versículo constituye una prueba absoluta de que la doctrina protestante de la justificación no es bíblica.
Apocalipsis 22, 12: “Y he aquí, yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según fuere su obra”.
Apocalipsis 21, 8: “Mas los temerosos e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras, y todos los mentirosos, tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.
Apocalipsis 22, 19: “Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro”.
Esto es otro versículo que demuestra que lo que uno haga lo puede excluir de la salvación.
EL HOMBRE JUSTO CON DIFICULTAD ES SALVO
1 Pedro 4, 17-18: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y si el justo con dificultad es salvo; ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?”.
Se dice que los “justos” difícilmente se salvarán. Otras traducciones tienen como “el hombre justo”. No hay duda de que San Pedro está hablando acerca de un hombre justificado en la Iglesia porque él habla aquí del juicio que comienza por la “casa de Dios”, que es la Iglesia.
Hay dos formas de entender este versículo, y ambas contradicen las ideas de la justificación por la sola fe y la seguridad eterna. La primera es que el justo en la Iglesia con dificultad, o sea, como en raras ocasiones, se salvará; porque la mayoría de los que una vez fueron justificados caen y no perseveran hasta el fin. Ellos se convierten en (graves) pecadores. Esto coincide con el pensamiento tradicional católico de que incluso la mayoría de los católicos se pierden porque no les importa lo suficiente o no hacen lo que tienen que hacer para salvarse. Por lo tanto, pierden su justificación en algún momento y mueren en el estado de pecado mortal.
Para un hombre justo es difícil salvarse. Es decir, el hombre justificado debe hacer un gran esfuerzo para ser salvo; él no tiene garantizada su salvación por la sola fe ni su salvación queda asegurada tan pronto como cree.
LA MUJER SE SALVA POR LA CRIANZA DE LOS HIJOS, SI PERMANECE EN LA FE
1 Timoteo 2, 15: “Se salvará [la mujer] por la crianza de los hijos si permaneciere en la fe, en la caridad y en la castidad, acompañadas de la modestia”.
Esto destruye la visión protestante de la justificación y la salvación. Indica que las personas que tienen la fe se pueden perder, y que deben permanecer en la castidad para ser salvos. No es de extrañar en absoluto que un protestante que intentó responder este versículo en un debate acerca de la justificación no tenía respuesta alguna. Él simplemente dijo que era “muy misterioso”.
POR LA GRACIA DE DIOS, UNO SE SALVA POR LAS OBRAS QUE HACE
1 Timoteo 4, 16: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello; pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.
Aquí vemos que hay que permanecer en la fe para ser salvo. Uno, por lo tanto, podría perder la fe. ¡También leemos que es por lo que uno hace que uno se salva!
Este versículo es muy importante porque algunos protestantes ―que predican la falsa doctrina de la justificación por la sola fe― gustan contrastar los puntos de vista católicos y protestantes en los siguientes términos: La opinión protestante, dicen, es que todo es acerca de Jesús que salva al hombre y hace todo el trabajo; pero la visión católica es que son las obras del hombre y que es el hombre el que se salva a sí mismo. Obviamente, la doctrina católica no se trata de que el hombre se salva por sí mismo, sino que es Jesús quien salva al hombre haciendo que la salvación sea posible. Sin Jesús, el hombre no puede hacer nada. Sin embargo, el hombre debe cooperar con la gracia de Dios. Si coopera y aprovecha la salvación que Jesús ha puesto a su disposición, y hace las cosas que Dios requiere, entonces él se salvará.
En el versículo anterior, vemos que la Biblia enseña que la doctrina católica no es todo Jesús sin la cooperación del hombre. Por el contrario, las obras del hombre y las acciones (es decir, lo que hace el hombre) determinan si él ―y los otros― obtendrán la salvación. La sola fe de los protestantes tendría que condenar el versículo anterior como herético.
SAN PABLO SE ALEGRA DE HABER GUARDADO LA FE, OBVIAMENTE PORQUE EL CREYENTE LA PUEDE PERDER
2 Timoteo 4, 6-7: “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado mi carrera, he guardado la fe”.
ALEJANDRO, EL CALDERERO, SERÁ RECOMPENSADO SEGÚN SUS HECHOS
2 Timoteo 4, 14: “Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos”.
UNO DEBE SOPORTAR Y RESISTIR LA TENTACIÓN PARA RECIBIR LA CORONA DE LA VIDA
Santiago 1, 12: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando hubiere sido probado, recibirá la corona de vida, que el Señor ha prometido a los que le aman”.
La Biblia dice que uno debe resistir la tentación y perseverar hasta el fin para obtener la vida eterna.
LOS PECADOS DE CONCUPISCENCIA (LUJURIA) LLEVAN A LA MUERTE ETERNA – POR LO TANTO, NO ES SOLO POR LA FE
Santiago 1, 13-15: “Cuando uno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado con el mal, ni Él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído, y seducido. Y la concupiscencia, cuando ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, engendra muerte”.
Nótese aquí que consentir en un pecado de lujuria, engendra la muerte. Él está hablando claramente de la muerte eterna (condenación). Eso significa que el hombre no es justificado por la fe solamente.
El segundo capítulo de Santiago realmente destruye la idea protestante de la justificación por la sola fe y el una vez salvo, salvado para siempre. Martín Lutero llamó al libro de Santiago “una epístola de paja” y quería quitarla de su versión de la Biblia, pero sus amigos lo convencieron de que quitarla sería demasiado radical (véase el final de este libro para más información sobre las opiniones de Lutero). Los versículos siguientes, que rechazan la justificación por la sola fe, son la razón por la que Lutero criticó este libro de la Biblia:
Santiago 2, 14: “Hermanos míos, ¿qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?”.
Santiago 2, 17: “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.
Santiago 2, 18: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras; muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”.
Santiago 2, 19: “Tú crees que hay un Dios; bien haces; también los demonios creen y tiemblan”.
Santiago 2, 20: “¿Mas quieres saber, oh hombre vano, que la fe sin obras es muerta?”.
Santiago 2, 21: “¿No fue justificado por las obras, Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?”.
Santiago 2, 22-23: “¿No ves que la fe actuó con sus obras, y que la fe fue perfeccionada por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue imputado por justicia, y fue llamado: Amigo de Dios”.
Santiago 2, 24: “Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”.
Este es el único lugar en toda la Biblia en que las palabras fe y solamente (o solo) están unidas. ¡La Biblia dice que EL HOMBRE NO SE JUSTIFICA POR LA FE SOLAMENTE, SINO POR LAS OBRAS!
OBJECIONES
¿Y LOS PASAJES QUE DICEN QUE QUIEN CREE EN JESÚS SE SALVARÁ?
RESPUESTA: PARA JESÚS, CREER EN ÉL PARA LA SALVACIÓN NECESARIAMENTE SIGNIFICA SEGUIR Y GUARDAR SUS PALABRAS Y MANDAMIENTOS HASTA EL FIN. ESTO SE DEMUESTRA POR EL CONTEXTO INMEDIATO O EXTENDIDO DE TODOS LOS CASOS EN QUE JESÚS DICE QUE LOS QUE CREEN EN ÉL SE SALVARÁN, ADEMÁS DE TODOS LOS OTROS PASAJES QUE HEMOS CUBIERTO.
PRIMER EJEMPLO: JUAN 3, 16
Juan 3, 16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Uno puede ver este versículo en los carteles de los estadios deportivos, en los pasos superiores sobre las carreteras, y en muchos otros lugares. Los protestantes creen que es el mejor, o uno de los mejores ejemplos de la enseñanza bíblica de que todo el que cree se salva por la fe solamente. Lo que no dicen o dejan de percibir es lo que se dice en los versículos que siguen inmediatamente a Juan 3, 16.
Juan 3, 17-20: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que en Él cree, no es condenado, pero el que no cree, ya es condenado… Y ésta es la condenación; que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprobadas”.
Lo fascinante es que en el mismo contexto que sigue inmediatamente a Juan 3, 16, vemos referencias importantes a la condenación de las malas acciones, así como las personas que obran el mal y el juicio de las obras. Esto deja en claro que la fe en el Hijo unigénito de Dios que concede la salvación es una fe que debe ir acompañada por la perseverancia en las buenas acciones y las buenas obras. Para Jesús, creer en Él para la salvación es seguir y guardar sus palabras y sus mandamientos, como demuestran todos los otros pasajes que hemos cubierto. El contexto muestra que Juan 3, 16 no enseña la justificación por la sola fe o la seguridad eterna.
SEGUNDO EJEMPLO: ROMANOS 10: SI CONFIESAS CON TU BOCA… SERÁS SALVO
Romanos 10, 9 es otro versículo que los protestantes presentan en un intento de probar la salvación por la sola fe en Jesús.
Romanos 10, 8-10: “… Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la palabra de fe la cual predicamos: Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, mas con la boca se hace confesión para salvación”.
Una vez más, sin embargo, el contexto nos muestra que la interpretación protestante de este pasaje es falsa. Lo que muchos no se dan cuenta es que el pasaje anterior (Romanos 10, 8-10) está citando a Deuteronomio 30, 14 y siguientes. Las notas al pie en la Biblia muestran la referencia a Deuteronomio 30, 14. Bien, Deuteronomio 30, 14 y siguientes hablan de LA NECESIDAD DE HACER LAS OBRAS DE DIOS Y DE GUARDAR LOS MANDAMIENTOS.
Deuteronomio 30, 14-16: “Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas [citada en Romanos 10, 8]. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal: Porque yo te mando hoy que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos y sus estatutos y sus derechos, para que vivas y seas multiplicado, y el Señor tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para poseerla”.
Esta referencia a Deuteronomio 30, 14 en Romanos 10, 8-10 muestra que para Pablo y sus oyentes se entendía que creer para la salvación es seguir y guardar y hacer las obras que son necesarias para la salvación. Solamente de esa manera un creyente “vivirá” y obtendrá la salvación. La creencia protestante de la justificación es simplemente una total malinterpretación de las Escrituras, como todo el contexto de este pasaje muestra una vez más.
TERCER EJEMPLO: JUAN 5, 24
Al leerlo de forma aislada, algunos protestantes piensan que todos los creyentes tienen la seguridad de la salvación.
Juan 5, 24: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Pero solamente unos pocos versículos más adelante, a partir de Juan 5, 28, Jesús dice:
Juan 5, 28-29: “No os maravilléis de esto; porque viene la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron bien, saldrán a resurrección de vida; y los que hicieron mal, a resurrección de condenación”.
Una vez más, vemos que las personas se condenarán sobre la base de lo que hayan hecho, no solamente sobre la base de que hayan creído. Invariablemente, para Jesús, creer para la salvación es seguir y guardar sus palabras y hacer las obras que son necesarias para la salvación.
CUARTO EJEMPLO: JUAN 6, 47
Juan 6, 47: “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí tiene vida eterna”.
A algunos protestantes les gusta citar este pasaje para defender la justificación por la sola fe. Pero esto es fácilmente refutado por todo el contexto de Juan 6. Casi todo el capítulo trata de cómo no solo se debe creer para la salvación, sino también comer la carne del Hijo del hombre para ser salvo. Por lo tanto, no es solamente por la fe. Esto se explica en la sección sobre la Eucaristía, pero este es otro ejemplo donde el contexto ampliado refuta el error protestante.
Juan 6, 53-54: “Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿QUÉ PASA CON EFESIOS 2, 8-9, POR LA GRACIA SOIS SALVOS POR LA FE, NO POR OBRAS?
Los no católicos con frecuencia citan el siguiente versículo para intentar demostrar que el hombre se salva por la sola fe.
Efesios 2, 8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.
Este argumento también falla. Este argumento falla porque este versículo está hablando específicamente acerca de la gracia inicial de recibir el bautismo en agua. El bautismo en agua no es una obra “de vosotros”, sino un sacramento instituido por Dios. Ninguna obra que usted pueda hacer puede sustituir el poder del bautismo de agua. Esto se dice para “salvar”, puesto que elimina el pecado original del hombre y lo pone en el estado inicial de justificación. La prueba de que Efesios 2, 8-9 en realidad se refiere al bautismo en agua se encuentra cuando se compara el pasaje de Tito 3, 5, y luego con 1 Pedro 3, 20-21.
Véase lo siguiente:
Efesios 2, 8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. |
Tito 3, 5: “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hayamos hecho, sino por su misericordia, por el lavado de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo”. |
Nótese que los dos pasajes son muy similares. Ellos hablan de lo mismo. Ambos mencionan que somos salvados, y no por las obras que hayamos hecho. Efesios 2, 8-9 describe que somos salvados por la “fe”; Tito 3, 5 describe que somos salvados mediante el lavado de la regeneración y renovación en el Espíritu Santo. Se refieren a la misma cosa.
No cabe duda que Tito 3, 5 se refiere al bautismo en agua, como incluso Juan Calvino y Martín Lutero lo admitieron. Efesios 2, 8-9 también habla del bautismo en agua; solamente que Efesios 2, 8-9 lo llama “fe” porque aceptar el bautismo es someterse a la fe; es la forma cómo uno se une a la fe, como Jesús lo deja claro en Marcos 16, 15 y Mateo 28, 19: “... enseñad a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. El bautismo también es descrito como “fe” en Gálatas 3:
Gálatas 3, 26-27: “Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”.
Vemos que recibir el bautismo es sinónimo de recibir la “fe” en Cristo Jesús. Para confirmar aún más que Efesios 2, 8-9 es sobre la salvación por el bautismo, ampliemos la comparación:
Efesios 2, 8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. |
Tito 3, 5: “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hayamos hecho, sino por su misericordia, por el lavado de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo”. |
1 Pedro 3, 20-21: “… cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se aparejaba el arca; en la cual pocas, es decir, ocho almas fueron salvadas por agua. A la figura de lo cual el bautismo que ahora corresponde nos salva…”. |
Esto demuestra que Efesios 2, 8-9 se refiere a la gracia inicial del bautismo. Efesios 2, 8-9 no está diciendo que la justificación es permanente en aquellos que ya han sido bautizados, sino simplemente cómo las personas son inicialmente liberadas del pecado original y se les da la gracia de la justificación. No hay ninguna obra que la persona pueda hacer que pueda reemplazar o sustituir el bautismo en agua y la gracia que otorga: la primera justificación y la eliminación del pecado original. Pero una vez que la persona entra en la Iglesia por el bautismo (que es obra de Dios), sus acciones y obras de hecho forman parte del proceso de justificación, y son un factor que determinará si se mantiene en la justificación. Esto se pone de manifiesto en muchos pasajes (por ejemplo, Santiago 2, 24) que ya han sido cubiertos. Por lo tanto, el argumento protestante de Efesios 2, 8-9 es otro que no se sustenta en el contexto de la Escritura.
El bautismo no es una obra de justicia que hayamos hecho; es el sacramento que Jesús instituyó, que derrama su sangre salvadora y la limpieza del Espíritu Santo.
¿QUÉ PASA CON LA DECLARACIÓN DE QUE EL HOMBRE ES JUSTIFICADO POR LA FE “SIN LAS OBRAS DE LA LEY” (ROMANOS 3, 28)?
A los protestantes les gusta citar Romanos 3, 28 y pasajes similares.
Romanos 3, 28: “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley”.
Martín Lutero pensaba que este pasaje enseña la justificación por la sola fe, aparte de cualquier consideración de las acciones u obras humanas. Esto es completamente erróneo. De hecho, el no entender lo que quiere decir la frase “las obras de la ley” es uno de los mayores errores en el protestantismo.
Como ya vimos, Santiago dice en Santiago 2, 24 que el hombre se justifica por las obras y no solamente por la fe. Lo que se quiere decir en Romanos 3, 28 y en todo el Nuevo Testamento con la frase “obras de la ley” son las leyes y preceptos del Antiguo Testamento. “Las obras de la ley” se refiere a las obras de la antigua ley. Esto no significa todas las obras y acciones humanas. Pablo estaba escribiendo a las personas que estaban adheridas a la noción de que el sistema de la Antigua Ley, con la circuncisión, las leyes sobre los alimentos puros e impuros, los sacrificios rituales, etc., eran indispensables.
El significado de las “obras de la ley” en Romanos 3, 28 y otros pasajes similares se demuestra en el contexto de Romanos, pero sobre todo de Gálatas 2, 14. Nótese que la frase “obras de la ley” se utiliza, y se refiere específicamente a la Antigua Ley (la Ley del Antiguo Testamento), no a todas las obras o acciones.
Gálatas 2, 12-16: “… teniendo miedo de los que eran de la circuncisión… Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? Nosotros, somos judíos naturales, y no pecadores de los gentiles; sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada”.
Nótese que la frase “obras de la ley” es claramente usada por Pablo para referirse a los que viven como lo hacen los judíos, “judaizar”: observando la Antigua Ley, la circuncisión, etc. No se está refiriendo a todas las obras y acciones humanas. Esto es evidente en todo el libro de Gálatas. He aquí otro ejemplo:
Gálatas 5, 3-6: “Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncidare, que está obligado a guardar toda la ley. Cristo ha venido a ser sin efecto para vosotros los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. Mas nosotros por el Espíritu aguardamos la esperanza de la justicia por fe. Porque en Jesucristo ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por amor”.
Como vemos de nuevo aquí, está claro que cuando San Pablo habla de “la ley”, y cómo ningún hombre puede ser justificado por ella, él está hablando de las obras de la Antigua Ley: la circuncisión, etc. ¡Él no está hablando de todas las obras! Ninguna persona honesta puede negar este hecho. Él simplemente les señala que la fe/la religión/la Iglesia de Jesucristo tiene el poder salvífico en sí misma. Él les está diciendo que uno no tiene que observar la Antigua Ley ni su sistema para obtener la salvación que viene de Jesucristo. He aquí otro ejemplo:
Gálatas 6, 13: “Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley, sino que quieren que vosotros seáis circuncidados, para gloriarse en vuestra carne”.
De nuevo vemos que “la ley” se refiere a la “Antigua ley”: la observancia de la circuncisión, etc. Ningún hombre se justifica por la Antigua Ley. También vemos que Pablo estaba hablando de la Antigua Ley en Romanos 3, 28 (cuando él utiliza “obras de la ley”), si nos fijamos detenidamente en el contexto en Romanos 3 y 4.
Romanos 3, 1: “¿Qué ventaja, pues, tiene el judío? ¿O de qué aprovecha la circuncisión?”.
Vemos que el primer versículo de Romanos 3 se refiere a la obra de la circuncisión del Antiguo Testamento. San Pablo está haciendo hincapié en que los judíos y los otros no necesitan cumplir con esos preceptos para la salvación, o para entrar en la verdadera fe de Dios, que ha sido entregada por el Salvador, Jesucristo.
Filipenses 3 es otro ejemplo que demuestra el punto acerca de lo que la Biblia quiere decir con “la ley” y las “obras de la ley” y las obras bajo la ley. En Filipenses 3, San Pablo está explicando que él era un judío que observaba la ley judía. Es en este preciso contexto donde él habla de tener una justificación/justicia que no es suya por la ley, sino por la fe de Jesús. En otras palabras, su declaración, de que la justificación no es su justicia de la ley, significa que no se trata de la Antigua Ley o de haber observado la ley antigua:
Filipenses 3, 5-9: “[Yo] circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos, en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mi ganancia, las he estimado como pérdida por amor a Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por el cual lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, para ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es de la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”.
Es obvio que cuando él habla de la justicia o la justificación que es por fe ―que no es la suya de la ley― él no está enseñando la justificación por la fe solamente. Más bien, él simplemente está enfatizando que la ley judía no justifica y no es necesaria para la salvación.
Ya hemos visto una gran cantidad de pasajes que demuestran que las acciones y obras humanas son parte de si uno tiene la justificación y la salvación. Es cierto que por “obras de la ley” Pablo quiere decir que uno no se salva por las obras de la Antigua Ley, sino por la religión de Jesucristo.
Con estos hechos en mente, podemos ver la trágica y devastadora malinterpretación que han hecho millones de protestantes. Esto los ha llevado a los desastrosos errores de la justificación por la sola fe y la seguridad eterna: ideas que contradicen todo el tenor de la Escritura, la necesidad de evitar el pecado, las parábolas de Jesús, etc.
2 Pedro 3, 16: “como también en todas sus epístolas, hablando [Pablo] en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición”.
Gran artículo, la Biblia misma explica claramente que la Iglesia Católica es la única que cumple todas las características para ser la Iglesia de Cristo, y todos los de las sectas no católicas que se dicen «cristianos» (que no lo son) ¿cómo pretenden ser la Iglesia de Cristo si fueron creadas por el hombre mucho después que la Iglesia Católica?
Y la mayoría de protestantes que odian a lo que ellos creen que es la Iglesia Católica, siempre insultan al «Papa» Francisco llamándolo de hereje, ellos no se dan cuenta que Bergoglio es hereje porque no es un verdadero Papa, la «iglesia» conciliar ha engañado no solo a los católicos, también hasta a los protestantes y no católicos
La evidencia bíblica que demuestra la necesidad de las obras es abrumadora. Pareciera que los partidarios de la sola scriptura desconocen la palabara de Dios.
Otro pasaje bíblico que prueba que la vida cristiana implica obrar bien es la siguiente:
Epístola Tito 2, 11-15: «Querido hermano: Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres; enseñándonos a renunciar a la vida sin religión y los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda impiedad, y para prepararse un pueblo purificado, DEDICADO A LAS BUENAS OBRAS. Habla de esto, a esto exhorta en Cristo Jesús, Señor Nuestro.»
Es cierto. Y además, como siempre, muy claros los argumentos y las fuentes para confirmación y consulta.
En esta ocasión, me vino a la mente el texto del Libro El Apocalipsis del Apóstol San Juan, en donde Jesucristo muestra en el Capítulo III, versículos 1 al 6, un estado, la causa de ese estado y la gravísima advertencia lanzada si no cambia, a la quinta de las siete; la Iglesia de Sardis. En las anotaciones 《conforme al sentido de los Santos Padres y expositores católicos》, siendo la Santa Biblia anterior al nacimiento de la secta herética, apóstata y cismática, acaecida por el concilio vaticano II; reza:
Con respecto al versículo 1: 《Se cree que estás vivo por la fe de que haces profesión; mas estás muerto, porque no haces obras correspondientes a la fe; y la fe sin obras es una cosa muerta en sí misma. Dice que está muerto, sin duda por la falta de vigilancia y atención acerca de su ministerio; por esto le encarga que sea vigilante, y se aplique a confirmar y fortificar a los que estaban para morir, o en peligro de perder la vida de la fe.》
En cuanto al versículo 2: 《Tus obras no son perfectas delante de Dios, porque están vacías de caridad. No basta que un prelado cuide de sí mismo, es necesario que aplique su mayor atención al rebaño que como a vigilante pastor le ha sido confiado.》
En el versículo 3, el que habla sobre guardar lo se ha recibido y hacer penitencia y velar; ya que de lo contrario se cumplirá una muy seria y grave advertencia, se explica: 《De la doctrina y de las tradiciones que has recibido: Guárdalo también todo, y arrepiéntete de tus descuidos pasados.》
Posteriormente en el versículo 4, habla de personas 《Que no han perdido su inocencia. Esta se significaba en la ropa blanca, que se daba antiguamente cuando se recibía el Bautismo, según el uso de la Iglesia》 y sobre las vestiduras blancas con las que andarán 《De la inmortalidad y de la gloria; porque el vestido blanco se usaba también en los días de fiesta y de mayor alegría.》
En el versículo 5 se explica sobre el libro de la vida,《Todos los cristianos son escritos en este libro cuando reciben el Bautismo; mas se borra de él su nombre cuando pierden por el pecado la gracia que recibieron. Solamente aquellos a quienes concediere Dios el don singular de la fina perseverancia permanecerán escritos en el libro de la vida, pues estos pertenecen a la predestinación perfecta o llena; y los primeros, a la que llaman incoada o imperfecta los teólogos con San Agustín y Santo Thomás.》y en cuanto a confesar su nombre delante de su Padre y de sus Ángeles, se expresa, 《Le reconoceré como a fiel observador de mi Ley, y verdadero siervo; y como a tal le honraré. Matth. X, 32, 33.》
En estas terribles épocas de prueba, en donde el hombre parece revertir a formas grotescas y deformes, similares o casi idénticas a la naturaleza de los demonios; lo que usted ha escrito, es clave e importante, para ejercitarlo y, al menos intentar, evitar así, formar parte de las almas que se precipitan en los infiernos, y que por lo que se observa, con muchísimo pesar y lamento, son prácticamente (sólo por las contadas y mínimas excepciones) todas…
Y si no he entendido mal, es como si nos hubiera estado advirtiendo y con insistencia y suma claridad, del error que nacería por Lutero, desde aquellas épocas y que repercute en nuestros tiempos con el resultado precisado de forma admirable…
Mis saludos y respetos, desde la Ciudad de Anisacate, Departamento Santa María, Provincia de Córdoba, Argentina.