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El Anticristo Revelado: La Bestia que era, y ya no es, ha regresado
En el Apocalipsis 17, 6, cuando San Juan explica su visión de la ramera de Babilonia, la mujer sentada sobre la ciudad de las siete colinas, vestida púrpura y escarlata, dice lo siguiente: “Y, viéndola, me maravillé sobremanera”. La palabra que utiliza en el griego para expresar cómo se maravilló, es del verbo thaumazo, que significa “maravillar”. Luego, en el Apocalipsis, capítulo 13, vuelve a usar el mismo verbo, cuando describe a la bestia que sale del mar y al Anticristo, que es el rey o la cabeza de la bestia que es herida y cuya imagen luego es honrada.
¿Hay razón por la que San Juan utilice el mismo verbo para describir su maravilla por la ramera de Babilonia, y cómo la gente se maravillaba por el Anticristo, el rey o cabeza de la bestia que es herida, y cuya imagen después es venerada? Sí la hay. Usa el mismo verbo para describir la maravilla de ambos porque la bestia y la ramera de Babilonia forman parte de una misma y única entidad. Maravillarse por una es maravillarse por la otra.
De hecho, inmediatamente después de que San Juan se maravilló sobremanera por la ramera de Babilonia, en el siguiente versículo leemos esto:
Nótese que cuando el ángel le explica el misterio de la ramera, él también explica el misterio de la bestia. Una misma explicación cubre a la mujer y a la bestia con siete cabezas porque la bestia la lleva, es decir, la ramera está sentada sobre la bestia. La mujer y la bestia forman parte del mismo misterio porque ellas forman la misma entidad, como explicamos en nuestro video, ¿Se va a acabar el mundo?, y cómo se irá demostrando a continuación.
Esto quiere decir que si se identifica a la ramera de Babilonia, entonces se ha identificado a la bestia con siete cabezas que sale del mar, y también al Anticristo, la cabeza de la bestia que es herida. No se puede decir que el engaño de la ramera de Babilonia existe en un siglo, o en un periodo o en un área, y que el engaño del Anticristo y la bestia que sale del mar vendrá en un distinto siglo, o periodo o área. No, si una está ahí, entonces la otra debe estar presente, porque la ramera se sienta sobre la bestia. Del mismo modo, no se puede decir que la ramera de Babilonia es un engaño religioso que surge en Roma, sin que también se diga que el engaño del Anticristo y de la bestia que sale del mar, está íntimamente conectado con lo que está ocurriendo en Roma y con la ramera. Si se identifica el engaño de uno, entonces se ha identificado el del otro, ambos en el mismo período y lugar, porque la ramera de Babilonia está sentada sobre la bestia que sale del mar.
Entonces, ¿qué es la ramera de Babilonia? No es la Iglesia católica, como erróneamente dicen los protestantes. Como demuestran los puntos explicados, cualquiera que piense que la Iglesia católica es la ramera de Babilonia debe decir que el engaño del Anticristo ha estado presente durante toda la historia católica, porque la explicación de la ramera es la explicación de la bestia, y la ramera se sienta sobre la bestia. Pero esto es, por supuesto, falso. La ramera de Babilonia no es la Iglesia católica. La Iglesia católica es la única verdadera Iglesia fundada por Jesucristo. La ramera de Babilonia es, más bien, la falsa Iglesia católica de los últimos tiempos, como se demuestra detalladamente en nuestro video ¿Se va a acabar el mundo?
La ramera de Babilonia es la falsa esposa, la falsa Iglesia, que surge en los últimos días cuando la ciudad de las siete colinas, la ciudad de Roma (no la Iglesia católica en sí), es apoderada por unos antipapas y cae en la apostasía de la verdadera fe católica. Como Nuestra Señora de La Salette lo profetizó el 19 de septiembre de 1846: “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo. La Iglesia será eclipsada”. La ramera, por tanto, se viste con los colores de la esposa, pero ella no es la esposa. La ramera de Babilonia es la secta del Vaticano II que está actualmente ocupando Roma, y llevando a la gente a la apostasía de la fe católica. La apostasía y fornicación espiritual de la ramera, que ha llevado a casi todo mundo por el mal camino, ha reducido de hecho a la verdadera Iglesia católica a un remanente fiel en los últimos días, como lo profetizó Jesús cuando habló acerca de los últimos tiempos en Lucas 18, 8.
Ahora, la ramera de Babilonia, la falsa Iglesia en Roma, está sentada sobre la bestia que sale del mar porque la bestia que sale del mar es una nueva versión del Imperio Romano pagano. Y esta nueva versión del Imperio Romano pagano se manifiesta políticamente en la Unión Europea; y espiritual o religiosamente en la secta del Vaticano II. La apostasía de Roma de la fe católica, realizada y dirigida por los reyes de la Ciudad del Vaticano en Roma, fue el principal factor que explica cómo pudo formarse en Europa esta nueva versión del Imperio Romano pagano. Roma es por tanto la capital espiritual de la bestia que sale del mar. Lo que ocurrió en Roma es la razón por la que pudo formarse la bestia que sale del mar. Es por eso que la ramera está sentada sobre la bestia, y es la razón por qué la explicación de la ramera es también la explicación de la bestia que sale del mar. San Juan en su profecía se refiere a la formación de una nueva versión del Imperio Romano pagano en los últimos días, como consecuencia de que Europa apostate de Cristo. Esto es, precisamente, la razón de su descripción acerca de la mujer sobre la bestia que con exactitud se ajusta a la imagen de la mujer Europa de la mitología griega. La profecía de San Juan se refiere a Europa en los últimos días, en sus dimensiones políticas y religiosas.
El hecho de que la bestia de los últimos tiempos que sale del mar, descrita en los capítulos 13 y 17 del Apocalipsis, es una nueva versión del Imperio Romano pagano, es precisamente la razón por la que Apocalipsis 17, 8 dice que la bestia que sale del mar es una bestia que era, y ya no es.
El Anticristo Revelado: La Bestia que era, y ya no es, ha regresado.
En la Escritura, las bestias que salen del mar son los imperios que surgen sobre el mar Mediterráneo. Esto lo sabemos por las profecías de Daniel.
El Imperio Romano pagano era la bestia sobre el mar en la época de San Juan: es la bestia que era, que persiguió a los fieles, que causó que muchos negaran la fe, abrazaran la idolatría y adoraran los falsos dioses. Sin embargo, la bestia que era, el Imperio Romano pagano, fue reemplazada por la Europa cristiana. De ahí es que la bestia dejó de ser. Eso significa que antes de que surja la bestia que sale del mar de los últimos tiempos, el Imperio Romano pagano, o sea la bestia que era, no será ésta última bestia, porque fue reemplazada por la Europa cristiana. Sin embargo, en los últimos tiempos la Europa cristiana apostatará de Cristo y retornará al paganismo, como consecuencia de la apostasía y prostitución de la ciudad de Roma. El resultado de esto será un nuevo imperio pagano en Europa sobre el Mediterráneo. La bestia que era, y ya no es, ha regresado.
De esto se trata la profecía de San Juan en los capítulos 13 y 17 del Apocalipsis, y ella se ha cumplido ante nuestros propios ojos como veremos. Este video no cubrirá las muchas formas diferentes en las que Europa, tanto política como religiosamente, cumple las distintas profecías acerca de la bestia que sale del mar y la ramera de Babilonia sentada sobre ella: véase el video, ¿Se va a acabar el mundo? para toda esa información. Más bien este video se centrará en lo que es tal vez la forma más importante en la cual Europa representa la nueva versión del Imperio Romano pagano y que de hecho cumple las profecías en el Apocalipsis acerca de la bestia.
Nos centraremos en cómo la bestia impone la idolatría y la adoración de falsos dioses. En cuanto cubrimos estos hechos, tenga en mente que desde el punto de vista de la fe, la característica más importante del Imperio Romano pagano – la bestia que era – fue la imposición de una ceremonia o ceremonias por la que los católicos, a menudo bajo pena de castigos, se les obligaba adorar falsos dioses y negar el primer mandamiento. Por supuesto algunos rechazaron la imposición del Imperio, como tenía que ser, y mantuvieron la verdadera fe en Cristo, a pesar de las consecuencias. Sin embargo, multitudes se rindieron y aceptaron la idolatría de Roma y adoraron los falsos dioses. Al hacerlo ellos negaban el primer mandamiento y apostataban de la fe de Cristo. Y téngase en cuenta que la imposición de la idolatría del Imperio a menudo incluía la obligación de honrar al rey romano y su imagen. Esa fue una característica clave de la bestia que era.
Y aunque los emperadores romanos fueron técnicamente hablando emperadores en vez de reyes: eran en realidad reyes. Véase, por ejemplo, Juan 19, 15, donde Tiberio César, el emperador romano de aquel tiempo, es referido como un rey. Allí leemos que las personas que pidieron la crucifixión de Cristo declararon: “No tenemos más rey que el César”. Por lo tanto, el honor dado al emperador romano y a su imagen, era el honor dado a un rey romano; y el Imperio Romano pagano a menudo conectaba su imposición de la idolatría y la adoración de falsos dioses con la obligación de honrar al rey romano y su imagen.
Como veremos, en la nueva versión del Imperio Romano pagano, la Europa moderna actual, ocurre exactamente lo mismo. La bestia que era, y ya no es, ha regresado.
En Mateo capítulo 23, leemos que Jesús dice lo siguiente:
Como mostraré en este video, el principio explicado en este pasaje proporciona la clave para entender el significado completo de la ‘canonización’ de Juan Pablo II, y cómo ello encaja en las profecías del Apocalipsis que conciernen a la bestia. Primero, la ‘canonización’ de Juan Pablo II no fue un acto válido del papado porque Francisco, el hombre que lo canonizó, no es un verdadero papa. Según la doctrina católica, Francisco es, al igual que los otros reclamantes al papado post-Vaticano II, un antipapa no católico completamente herético. Puesto que él es un hereje y por tanto está fuera de la Iglesia católica, él no es elegible para el oficio papal. Lo hemos probado sin ninguna duda en nuestro material. Por lo tanto, a los ojos de los verdaderos católicos, que aceptan el papado y toda la doctrina católica, la canonización de Juan Pablo II no fue válida. Consulte nuestro sitio web www.vaticanocatolico.com y material para toda la información sobre este tema. Sin embargo, para cientos de millones de personas en el mundo que afirman ser católicas, que siguen la secta del Vaticano II, y erradamente consideran papa a Francisco, la canonización de Juan Pablo II no es sólo de la mayor importancia, es espiritualmente fatal y apocalíptica. He aquí la razón.
Es un hecho que por décadas Juan Pablo II promovió el falso ecumenismo y el indiferentismo religioso. El falso ecumenismo y el indiferentismo religioso están condenados por la enseñanza de la Sagrada Escritura y de la Iglesia católica. Véase, por ejemplo, la encíclica de 1928 Mortalium animos del Papa Pío XI. Juan Pablo II no sólo aprobó y promovió plenamente el falso ecumenismo y el indiferentismo religioso, él de hecho facilitó y organizó el culto de los ídolos y los falsos dioses. Juan Pablo II hizo esto realizando eventos de oración en los que invitó a practicantes de varias religiones no cristianas y paganas. La Escritura enseña que los dioses de las religiones no cristianas y paganas no son Dios, sino demonios (véase Salmos 95, 5; 1 Crónicas 16, 26; y 1 Corintios 10, 20).
No obstante, Juan Pablo II invitó y alentó a los seguidores de esas religiones a acudir a Asís y realizar su culto a los falsos dioses. Incluso les proporcionó un lugar para que lo hicieran. Él en realidad convirtió las antiguas iglesias católicas en salones o templos dedicados al culto de los falsos dioses. El más notorio ejemplo de su facilitación de la idolatría fue la Jornada Mundial de Oración por la Paz en Asís. El primer evento de Asís se realizó en 1986, el segundo en 2002. Pero Juan Pablo II en realidad apoyó y patrocinó muchos eventos similares, en Kyoto (1987), Roma (1988), y Varsovia (1989), por nombrar sólo algunos. Durante décadas, tanto en palabras como en obras, Juan Pablo II alentó a los seguidores de las religiones no cristianas y paganas a continuar en sus falsas religiones, falsos cultos e idolatría. De hecho, Juan Pablo II enseñó oficialmente –incluso en encíclicas – que la adoración de otros dioses, que se realiza en las religiones no cristianas, es buena y es el resultado de la inspiración y del poder divino. Lógicamente, eso significa que quien tiene el poder divino en el universo desea que la gente adore a los otros dioses, y por lo tanto que los otros dioses son verdaderos.
De hecho, cuando Juan Pablo II convocó los eventos de Asís, no estaba organizando una colecta de alimentos, a la que algunos idólatras podrían estar presentes. Él no estaba convocando para una sesión de estrategia por la paz mundial, a la que algunos idólatras podrían asistir. No, él convocó un Día de Oración y de Culto para traer la paz. La eficacia de la oración y del culto divino fue la esencia y el propósito del evento. Considérese esto profundamente. Y para que la oración y el culto sea escuchado, sea eficaz, él convocó para orar a los otros dioses, junto con el Dios católico. Esto es una profesión de fe de que la oración a los otros dioses es eficaz, y por consecuencia que esos dioses son verdaderos dioses. Las profesiones de fe se pueden hacer por obras como por palabras.
Por lo tanto, además de invitar a los herejes de diversas denominaciones al primer evento de Asís, Juan Pablo II invitó a los judíos y musulmanes que rechazan la Santísima Trinidad y la divinidad de Cristo. Él también invitó a los budistas, a los hindúes, a los zoroastrianos, a los animistas africanos que adoran al Gran Pulgar – entre otras cosas –, a los sacerdotes sintoístas de Japón, que adoran a varios dioses falsos, a los jainistas, a los indios paganos americanos, y a los seguidores de la religión Bahaí. Los seguidores de la religión Bahaí creen que Krishna, Buda y otros fueron mensajeros de la divinidad, junto con Jesús. En el primer evento de Asís fue notoriamente colocada una estatua de Buda sobre el sagrario del altar de la Iglesia de San Francisco.
En la segunda reunión de Asís en 2002, Juan Pablo II dispuso de antemano que a cada religión se le diera una habitación separada en la que pudieran adorar a su ‘dios’ o dioses. Todos los crucifijos fueron quitados, y los que no pudieron ser quitados fueron cubiertos. Los musulmanes pidieron una sala con dirección a la Meca y Juan Pablo II les proporcionó una. Los zoroastrianos necesitaban una habitación con una ventana, para que pudiera salir por ella el humo de las virutas de madera que ardían a su ‘dios’ – y se les proporcionó una. Los judíos querían una habitación que nunca antes hubiera sido bendecida; en otras palabras, una habitación que nunca hubiera sido bendecida en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y Juan Pablo II les proporcionó una. Las “religiones tradicionales africanas” (incluyendo animistas y vudús) recibieron una habitación para su adoración, que incluyó el homenaje de serpientes y espíritus de diversa índole.
Por lo tanto, es absolutamente cierto decir – y ninguna persona honesta puede negarlo – que Juan Pablo II se convirtió en el constructor de pequeños templos a los falsos dioses. Es un hecho. Él construyó templos a los varios dioses que fueron adorados por las varias religiones en Asís. Él les proporcionó un lugar para adorar a esos dioses, y él expuso el culto de esos dioses frente al mundo entero.
Es más, en Asís II, Juan Pablo II dispuso que los representantes de cada religión falsa subieran al púlpito para dar un sermón sobre la paz mundial y sobre su propia religión. En la presencia de Juan Pablo II, un sumo sacerdote vudú subió al púlpito y promovió la religión vudú. El representante hindú declaró que todos son Dios. Los representantes de las otras religiones falsas igualmente dieron sus charlas. Y lo que Juan Pablo II organizó en Asís I y II fue replicado por Benedicto XVI en Asís III.
Por lo tanto, es absolutamente cierto decir que, además de ser un constructor de templos para los falsos dioses, Juan Pablo II fue un misionero de los falsos dioses. Él fue un misionero de esos falsos dioses porque proporcionó una plataforma mundial sobre la que los seguidores y adoradores de esos dioses dieran al mundo un mensaje de los dioses y el culto a los dioses, con una prominencia y con un reconocimiento que, de otro modo, ellos nunca habrían tenido.
Ahora, para comprender lo que esto realmente significa, teológica y apocalípticamente, a la luz de la ‘canonización’ de Juan Pablo II – a la luz del hecho de que él es ahora formalmente considerado un santo por cientos de millones que se dicen católicos – supóngase, por un momento, que existe una religión pagana que adora a un falso dios; y que en ella, hay un famoso ‘santo’.
Este particular ‘santo’ o ‘héroe’ es honrado por los seguidores de esa religión pagana por la sencilla razón de que él es conocido por construir el templo al ‘dios’. Este ‘santo’ es el famoso constructor del templo. Y puesto que construyó este templo en el cual el dios es venerado, honrado y servido, él es especial para los seguidores de esa religión. Él es considerado santo. Él se convirtió en un santo porque proporcionó un hogar para su ‘dios’. Él construyó el lugar donde su dios es venerado y servido. Pero si se lo considera santo en esa religión meramente porque construyó el templo al dios, entonces ¿qué es necesario decir sobre el dios para quien se construyó el templo? Ello necesariamente significa que así como el santo que construyó el templo es santo y santificado, el dios para quien se construye el templo es también santo, e incluso más santo. A lo uno sigue lo otro directa, lógica e ineludiblemente. Como Jesús enseñó:
Si el que construyó el templo es un ‘santo’, eso es únicamente porque el templo que él construyó también es santo. Eso tiene perfecto sentido. Y si el templo es santo, eso es sólo porque para quien se construyó el templo es aún más santo. Por lo tanto, si el constructor del templo es un santo, eso es únicamente porque el dios adorado en el templo es un Dios verdadero, con el poder de santificar o hacer santos a quienes lo sirven y lo adoran.
¿Se da cuenta de lo que esto significa? Significa que todos los que en el mundo aceptan a Juan Pablo II como santo, y conocen algo sobre su vida, necesariamente son también adoradores de falsos dioses. No hay manera de evitarlo. Ellos consideran a los falsos dioses santos y verdaderos, que poseen el poder de santificar o hacer santos a quienes los sirven. Ellos también consideran santos los templos paganos donde los falsos dioses son adorados. NO HAY ESCAPATORIA de esa conclusión. Ello se deduce directamente de, primero, el reconocimiento de Juan Pablo II como ‘santo’; y segundo, el hecho indiscutible de que él construyó templos para adorar a los falsos dioses y que él sirvió a los falsos dioses.
Algunos podrían responder con lo siguiente: “Pero yo no estoy de acuerdo con la actividad de Juan Pablo II en Asís y con las otras religiones. Yo lo denuncio. Yo sólo lo acepto como un santo por las otras cosas que él hizo. Yo no creo que él haya sido santificado o se haya hecho santo por servir a los otros dioses, por construirles sus templos, por exponer su adoración ante el mundo, por convocar para que sean adorados, o por enseñar que sus religiones han sido producto de la obra divina. Yo más bien creo que él fue santificado cuando adoró al verdadero Dios en la Iglesia católica”. No obstante, esa respuesta falla. La persona que argumenta de tal manera niega el primer mandamiento al involucrarse en idolatría; porque está diciendo que la verdadera y santificadora adoración al único Dios verdadero, que es el tipo de adoración necesaria para convertirse en santo, no excluye necesariamente el servir a los otros dioses o construir sus templos.
Pero el primer mandamiento del único y verdadero Dios es: No tendrás dioses ajenos delante de mí; no servirás a otros dioses; no adorarás a otros dioses porque yo soy un Dios celoso (Éxodo capítulos 20 y 34). El primer mandamiento del único y verdadero Dios nos dice que la adoración santificante a Él – la clase de adoración necesaria para convertirse en santo – necesariamente excluye, como su primera y principal condición, servir a otros dioses, construirles templos, etc. Por lo tanto, el que profesa que Juan Pablo II es un santo, también profesa la creencia en un ‘dios’ que no excluye servir a otros dioses como requisito para la santificación. Y ese no es el verdadero Dios. La posición de esta persona es idólatra. Esta persona profesa la creencia en un dios falso porque el único y verdadero Dios se ha identificado como quien, primero y ante todo, excluye servir a otros dioses como su condición para la santificación.
Por lo tanto, reconocer formalmente a Juan Pablo II como santo, o llamarlo santo – como ahora lo hace todo el que sigue a la secta del Vaticano II – es profesar que los falsos dioses tienen el poder de santificar a los que les sirven o que el verdadero ‘dios’ no excluye servir a otros dioses. No hay escapatoria. Y tal posición es idólatra.
Es por eso que el honor dado a la imagen de Juan Pablo II está profetizada en Apocalipsis capítulo 13: la veneración de la imagen del rey de Roma o la cabeza de la bestia, que es herida y se recupera, y engaña al mundo, como se cubre en detalle en nuestro video ¿Se va a acabar el mundo?
La veneración de su imagen ocupa un lugar destacado en la profecía sobre la bestia y el Anticristo, precisamente porque la honra de su imagen es el instrumento y el medio por el cual el mundo entero, que sigue a la secta del Vaticano II, se ha implicado directamente en la idolatría y el culto de un falso dios o falsos dioses. Nunca antes en la historia ha habido tantos que se profesan católicos que hayan sido tan rápida y automáticamente implicados en la idolatría y en un rechazo al primer mandamiento.
Las ramificaciones de esto son alucinantes. Es por eso que durante años hemos enfatizado que las personas no deben aceptar a los antipapas del Vaticano II como verdaderos papas, y es por eso que hemos demostrado, por diversas razones, que ellos no son verdaderos papas. De hecho, en muchos sentidos, nuestro trabajo que ha demostrado la razón por qué los reclamantes al papado posteriores al Vaticano II no son papas válidos (un hecho que debería ser muy obvio a la luz de la actividad del Antipapa Francisco), señalaba el período en que estamos en este momento. Porque aquellos que aún consideran erróneamente que la secta del Vaticano II es la Iglesia católica, y sus líderes son verdaderos papas, están espiritualmente en una fatal posición. Están obligados a venerar a Juan Pablo II como un santo, y eso es negar el primer mandamiento y adorar a un falso dios.
De hecho, es precisamente a través del honor dado a Juan Pablo II y a su imagen, que el diablo ha conseguido que acepten la idolatría tantos llamados conservadores, que de otro modo nunca habrían participado en algo como Asís o besar el Corán, etc. Es mediante la veneración a Juan Pablo II como santo – que ahora se requiere bajo pena de pecado mortal para los seguidores de la secta del Vaticano II – que esos ‘conservadores’, les guste o no, están implicados en Asís, en el beso del Corán, etc.
Teniendo esto en mente, deberíamos ser capaces de ver con claridad cómo la bestia que era, y ya no es, ha regresado en su rasgo más esencial y característico: es decir, la imposición de la idolatría y la adoración de los falsos dioses, y cómo esto se ha logrado a través de la veneración de la imagen del rey romano. Y Juan Pablo II, además de haber sido un antipapa, fue un verdadero rey romano o monarca. Él fue uno de los siete reyes de la Ciudad del Estado Vaticano, una nueva monarquía que entró en existencia en Roma, en 1929, con los Pactos de Letrán, como explica nuestro video ¿Se va a acabar el mundo?.
Entonces, así como en su tiempo la bestia Imperio Romano pagano implicó a multitudes de cristianos en la idolatría, y en el culto de los falsos dioses, a través del honor dado al rey romano y la ceremonia asociada; también lo hace la bestia de los últimos tiempos que sale del mar. Sin embargo, la versión moderna de la bestia logra implicar a las personas de todo el mundo en la idolatría y el rechazo del primer mandamiento de una manera más diabólicamente eficaz – es decir, a través de la veneración formal de Juan Pablo II, un hombre que sirvió notoriamente a los falsos dioses.
Para comprender mejor las horripilantes consecuencias de esta situación, consideremos el siguiente ejemplo.
Supongamos que a un joven que se profesa católico, de la edad de 14 o 15 años, se le dice que Juan Pablo II es un santo. El joven honra el día de la fiesta de Juan Pablo II. Poco tiempo después él investiga sobre Juan Pablo II y se entera de que invitó a los adoradores de otros dioses a Asís, para que pudieran adorar a esos dioses, junto con el Dios católico. Si todavía él acepta a Juan Pablo II como un santo en ese punto, incluso si él no sabe nada más acerca de los argumentos por los que se demuestra que Juan Pablo II fue un hereje, por qué la secta del Vaticano II no es la Iglesia católica, cómo ha habido antipapas en la historia, cómo esta situación fue profetizada, etc., el joven estará, no obstante, implicado en la idolatría. Él habrá negado el primer mandamiento al aceptar que se puede lograr la santidad sirviendo a los otros dioses y construyendo sus templos, o que uno pueda ser santificado por ‘dios’, a pesar de servir a los otros dioses, lo que significa que el dios en el que ahora él cree no es el único Dios verdadero. Y ni siquiera importa si el joven, o cualquier otra persona que considera a Juan Pablo II un santo, nunca vaya a un templo de los dioses falsos, y nunca profese exteriormente la creencia en esos dioses. No hace ninguna diferencia. Por el simple hecho de aceptar a Juan Pablo II como santo, la persona ha negado el primer mandamiento al sostener que una persona que sirve a los otros dioses puede ser santificada.
Es por eso que el honor dado a la imagen de Juan Pablo II está profetizado en el Apocalipsis. Ello representa la imposición universal de los males y la idolatría de la secta del Vaticano II –la gran ramera – a sus seguidores, incluyendo a los llamados conservadores que de otra manera nunca las habrían aceptado o bendecido.
Y es importante notar que si el joven mencionado hubiese escuchado que algún llamado católico cualquiera, para quien él no tenía ningún respeto especial, organizó a los seguidores de otros dioses para adorarlos, e introdujo la adoración de esos dioses al mundo, en ese caso, el joven podría estar inclinado a cuestionar la actividad de esa persona o rechazarla de plano, como malvada y un falso creyente – que, por supuesto, debería hacerlo. Sin embargo, el hecho de servir a otros dioses le es ahora presentado al joven como la actividad realizada por Juan Pablo II, un hombre que su ‘Iglesia’ le dice que fue santo y es un santo, en la práctica, esto resulta un poderoso incentivo para aceptar a Juan Pablo II como santo de todos modos, y por lo tanto aceptar que el que sirve a los otros dioses puede ser santificado. Es por eso que esto es tan devastador y significativo.
Esto significa que todos, incluyendo muchos ‘tradicionalistas’, que pueden haber incluso criticado los eventos de Asís y el indiferentismo religioso de Juan Pablo II, pero lo aceptan como un santo (o simplemente lo llaman ‘santo’), porque ellos aceptan al Antipapa Francisco, son idólatras. Ellos han negado el primer mandamiento. Profesan la creencia en un dios que santifica a quienes sirven a los otros dioses. Y ése no es el verdadero Dios. Estos puntos demuestran que todos los que han defendido obstinadamente a los antipapas del Vaticano II, frente a los hechos, son engañadores. Adhieren obstinadamente a una posición falsa que los mantiene a ellos mismos y a otros en el camino directo a la idolatría, y han llegado ahora al punto de destino. Ellos han servido a los intereses del diablo, y han obrado como ministros de Satanás y defensores del Anticristo. Estos hechos muestran por qué es esencial adherir a la verdadera posición, y difundir ampliamente la información que prueba que la secta del Vaticano II no es la Iglesia católica.
También hay unos pocos que se aferran desesperadamente a la falsa Iglesia, pero saben que no pueden aceptar al malvado Juan Pablo II como un ‘santo’ a causa de lo que hizo en su vida. Así, ellos tienen artificiosas maneras de rechazar la canonización, y aun así afirman aceptar a Francisco como papa. Pero sólo se están engañando a sí mismos. El Antipapa Francisco proclamó la canonización de Juan Pablo II con la plenitud de su ‘autoridad’. La fórmula esencial que utilizó fue solemne como toda canonización en la historia. Si Francisco ocupa el oficio papal, (lo que definitivamente no es), la canonización de Juan Pablo II sería tan autoritaria como cualquier otra en la historia de la Iglesia. El proceso que él utilizó y el examen que dirigió antes de la declaración solemne son irrelevantes. Dios protege los actos de los verdaderos Papas en tales asuntos, independientemente del estudio en que el Papa se haya involucrado o del proceso que utilice, como lo saben aquellos que realmente creen en la infalibilidad papal.
Por lo tanto, quienes dicen que Francisco es el papa (una posición absurda) pero rechazan su canonización de Juan Pablo II, simplemente han caído en una posición cismática y han negado la infalibilidad papal. Ellos se han apartado de la doctrina católica – y han abrazado algo parecido al ‘viejo catolicismo’ o a la ‘ortodoxia’ oriental – en un vano intento de salvar a la gran ramera y al antipapado de Francisco. Y de paso, cuestionan todas las canonizaciones de la historia de la Iglesia. En vez de simplemente aceptar y defender la verdad que los reclamantes al papado del Vaticano II son antipapas, prefieren cometer pecado mortal y negar las protecciones que Jesucristo dio a su Iglesia y al oficio papal. La única manera de rechazar la ‘canonización’ de Juan Pablo II, como las personas deben hacer para salvarse, es correctamente reconocer que Francisco no es papa, sino un antipapa hereje no católico, y que la secta del Vaticano II no es la Iglesia católica.
Hay otros que, en similar desesperación, argumentan que la canonización de Juan Pablo II sólo significa que él se arrepintió de su horrible y malvada actividad y luego fue al cielo. Esa afirmación es también completamente falsa por dos razones. Primero, dado que Juan Pablo II consistentemente promovió el falso ecumenismo, el indiferentismo religioso y sirvió a los falsos dioses por palabras y obras en el fuero externo, según la enseñanza católica, para que cualquiera pueda concluir que se arrepintió de haber servido a los falsos dioses, debió haber habido en su fuero externo un repudio de sus malvadas creencias y actividades; pero, por supuesto, en su fuero externo, nunca hubo tal conversión o repudio de toda su carrera. De hecho, por el contrario, en el último documento de Juan Pablo II, su última voluntad y testamento, él reconoce al rabino de Roma y a los representantes de las religiones no cristianas, cuyos dioses falsos sirvió; y por supuesto no repudió su apostasía o llamó a los infieles a convertirse al verdadero Dios y a la fe católica. Por lo tanto, está prohibido a cualquiera, según los principios católicos, concluir que Juan Pablo II se convirtió del indiferentismo religioso, de servir a los falsos dioses, etc., que él mostró durante décadas. Los principios católicos prohíben a cualquiera concluir que él está en algún lugar que no sea el infierno.
Segundo, el argumento antes mencionado se demuele por el hecho de que una canonización de un santo no significa simplemente que la persona está en el cielo. También significa que durante la vida de esa persona como católica, él o ella practicó la virtud en grado heroico y vivió una vida católica modelo, incluso si la conversión a la verdadera fe, manifestada claramente en el fuero externo, ocurriera poco antes que la persona muera o sea martirizada. Como el Papa Pío XI enseñó en su encíclica del 31 de diciembre de 1929:
Por tanto, es imposible separar la canonización de Juan Pablo II de lo que él hizo y enseñó como antipapa. De hecho, la secta del Vaticano II lo canonizó precisamente por su trayectoria como antipapa, donde se caracterizó por su maldad, el falso ecumenismo, el indiferentismo religioso y el servicio de los falsos dioses. Por consiguiente, aquellos que aceptan a Juan Pablo II como un ‘santo’ rechazan el primer mandamiento y están implicados en la idolatría.
Las personas también tienen que entender que la importancia de Juan Pablo II, y el por qué él fue el Anticristo, no se encuentra en el hecho de lo que la gente piense acerca de él. Eso realmente no hace ninguna diferencia. Su importancia, más bien, es que, como resultado de lo que él hizo en su vida, simplemente aceptarlo como un ‘santo’ es rechazar el primer mandamiento y estar implicado en la idolatría. Es por eso que el Apocalipsis dice que todos los que honran la imagen de la bestia – el que fue herido y se recuperó – y mueren sin convertirse, serán torturados día y noche, por toda la eternidad. Ellos nunca tendrán ningún descanso, dice el Apocalipsis; y tiene sentido, porque ellos han profesado la fe en un dios que santifica a los que sirven a dioses falsos, y ese no es el verdadero Dios.
Por otra parte, según se prueba en nuestro video, ‘San’ Juan Pablo II desenmascarado, Juan Pablo II también dijo ser Dios, y eso corresponde a las profecías sobre la bestia, porque en la bestia que era, el Imperio Romano pagano, el rey romano decía ser Dominus et Deus – Señor y Dios. Juan Pablo II hizo lo mismo. Eso es un hecho, pero la verdad explicada al respecto francamente va más allá de la compresión para la mayoría de la gente. No importa qué tan clara y exhaustivamente se haya demostrado que Juan Pablo II en realidad predicó que el Hijo de Dios se unió a cada hombre en la Encarnación, y que, por tanto, cada hombre es Jesucristo, el Hijo de Dios, la mayoría de la gente simplemente carece de la gracia y la honestidad para reconocer lo que Juan Pablo II enseñó en ese sentido.
A pesar de que pocos reconozcan la verdad de que Juan Pablo II enseñó que en realidad él es Jesucristo a través de todo su antipapado, tiene todo el sentido que él es quien cumplió las profecías sobre el Anticristo, e implica a tantos en la idolatría, porque también dijo ser Dios mismo. Es también digno de notar que a través de la veneración de su imagen y la ‘canonización’, Juan Pablo II está haciendo hoy tanto o incluso más daño a las almas que el que pudo hacer durante su vida.
El hecho de que Juan Pablo II fue el Anticristo también encaja precisamente con las profecías acerca de los siete reyes de Roma, uno de los cuales recibe una herida aparentemente mortal, pero se recupera; y la bestia que sale del mar, es decir, la Unión Europea, que surge durante el reinado del sexto rey, cuando ya cinco han caído. Esto se cubre en detalle en nuestro video ¿Se va a acabar el mundo?
Con estos hechos en mente, debemos ser capaces de ver claramente por qué la explicación de la ramera de Babilonia en Apocalipsis 17 es también una explicación de la bestia, y por qué la maravilla expresada por la ramera es también la maravilla expresada por la bestia. Es porque el Anticristo mismo, el rey romano de la bestia que es herido, y luego hace que se venere su imagen, es uno de los antipapas de la ramera de Babilonia; y así como la adoración de falsos dioses en el imperio bestia romano pagano se entrelaza con la obligación de honrar al rey romano, en la nueva versión de la bestia, hay igualmente una ceremonia que involucra la veneración de la imagen del rey romano, que sirve como instrumento para la imposición generalizada de la idolatría. Por otra parte, la apostasía de la ramera de Babilonia es la razón por la que pudo formarse la atea Unión Europea, la dimensión política de la bestia que sale del mar. Por ende, la ramera se sienta sobre la bestia. Su demoniaco liderazgo espiritual y prostitución es la razón por la que se formó un nuevo imperio pagano en Europa, reemplazando la Europa cristiana. Por lo tanto, cuando miramos el actual cumplimiento de la profecía sobre la bestia que era y ya no es, y la ramera romana que se sienta sobre ella, podemos ver claramente por qué la explicación del ángel sobre una, también lo fue sobre la otra, y por qué la maravilla expresada por una fue la maravilla expresada por la otra.
Y los paralelismos entre la bestia que era, el Imperio Romano pagano, y la nueva versión, la Europa moderna, se hace aún más interesante.
En la bestia que era, el Imperio Romano pagano, no sólo imponía la adoración de los falsos dioses y la imagen del rey romano. También exigía que la gente honrara a numerosos reyes romanos paganos fallecidos. En la actual Europa, la bestia que sale del mar, está ocurriendo exactamente la misma cosa. La ramera de Babilonia ha pasado a venerar oficialmente las imágenes de varios antipapas de la secta del Vaticano II – los hombres que, al igual que Juan Pablo II, también abrazaron el paganismo, aprobaron males de varios tipos y sirvieron a los falsos dioses. Estos fueron los reyes romanos del Estado de la Ciudad del Vaticano responsables por la formación de la secta del Vaticano II, la transformación de Europa y el retorno de Europa al paganismo. Es por eso que el Antipapa Juan XXIII, el malvado hereje y francmasón que convocó el Segundo Concilio Vaticano, también fue ‘canonizado’ y fue impuesta la veneración de su imagen. Es por eso que el Antipapa Pablo VI, el totalmente hereje demoniaco que promulgó la Nueva Misa, confirmó las malvadas enseñanzas del Vaticano II e intentó eliminar la misa católica en todo el mundo, ha sido ‘beatificado’. La nueva versión del Imperio Romano pagano está obrando ante nuestros ojos, donde los reyes romanos paganos fallecidos, los antipapas más responsables de la nueva paganización de Europa, están siendo honrados junto con los falsos dioses. ¡La bestia que era, y ya no es, ha regresado! El diablo quiere que las imágenes de los varios antipapas, no solo la de Juan Pablo II, sean honradas porque todos ellos ejemplifican la maldad. Todos ellos abrazaron la herejía y las falsas religiones. Todos ellos sirvieron a los falsos dioses. Al honrar a cualquiera de ellos como santo o beato, se está profesando que la santificación viene por medio de la maldad. Sin embargo, la honra a la imagen de Juan Pablo II, quien fue herido y afirmó ser Jesucristo, es la más significativa. Su imagen es destacada en el Apocalipsis porque Juan Pablo II sirvió a los falsos dioses y construyó templos para su adoración más notoriamente, y por lo tanto la veneración de su imagen constituye la más inmediata y directa conexión con la idolatría de las masas.
Por lo tanto, si usted cree que en el futuro habrá siete reyes romanos, como parte del nuevo reino en Roma, con un nuevo imperio sobre el mar Mediterráneo, constituyendo una nueva versión de la bestia que era, surgiendo cuando cinco de esos reyes han caído, con uno de esos reyes romanos que es herido, engañando al mundo y conduciendo a las masas a la idolatría por medio de la veneración de su imagen, entonces está equivocado. Eso no ocurrirá en el futuro. Ya ha ocurrido, y estamos viviendo la etapa final.
Notas:
[1] L’Osservatore Romano, 2 de noviembre de 1978, p. 1. - http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/speeches_jp-ii_spe_19781022_inizio-pontificato.html
[2] The Papal Encyclicals, vol. 5 (1958-1981), p. 252. - http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals
[3] L’Osservatore Romano, 30 de enero de 1984, p. 3. - http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1984/documents/hf_jp-ii_aud_19840125.html
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