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¿Es la secta del Vaticano II la ramera de Babilonia profetizada en el Apocalipsis?
Ninguno de los puntos que siguen son necesarios para demostrar que la secta del Vaticano II y sus antipapas no son católicos. La evidencia doctrinal cubierta en este libro lo demuestra en detalle. Sin embargo, los puntos que siguen son interesantes y esclarecedores, ya que ayudan a explicar con más detalle por qué esta crisis catastrófica está ocurriendo y qué hacer con ella.
Los capítulos 17 y 18 del Apocalipsis hacen sorprendentes profecías acerca de la “gran ramera” o la “ramera de Babilonia” que surgirá en los últimos días desde la ciudad de las siete colinas. Roma fue construida sobre siete colinas. Es por esto que a lo largo de la historia Roma ha sido identificada como la ciudad de las siete colinas mencionadas en el Apocalipsis. En base a esto, los protestantes, han acusado durante siglos a la Iglesia Católica de ser la ramera de Babilonia. Sin embargo, los protestantes están equivocados, por supuesto, porque la Iglesia Católica es la Esposa inmaculada de Cristo, la única y verdadera Iglesia que él fundó. Lo que describe a la ramera de Babilonia, sin embargo, es una esposa falsa —una contra-Iglesia Católica— que surgirá en los últimos días con el fin de engañar a los católicos (los verdaderos fieles), hollando la fe y cometiendo fornicación espiritual.
1. La ramera se sienta sobre muchas aguas
Como ya hemos visto, la gran ramera se sienta sobre muchas aguas. El Apocalipsis nos da una pista de lo que son estas muchas aguas.
“Pueblos, naciones y lenguas” son indicativos de la influencia global, algo que tiene influencia en todos los confines de la tierra. Inmediatamente se vienen a la mente Roma y la Iglesia Católica. La misión universal de la Iglesia Católica ha incorporado fieles de todos los pueblos, naciones y lenguas.
Y puesto que Roma es la sede de la Iglesia universal, si Roma pasara a manos de un antipapa que impone una nueva religión, entonces influiría en casi todos los pueblos, naciones y lenguas con su infidelidad espiritual. Es por eso que la ramera se sienta sobre los pueblos, naciones y lenguas. De hecho, el Concilio de Trento confirma infaliblemente nuestra intuición (que las aguas sobre las que se sienta la ramera se conectan con la extensión casi universal que en los últimos días tendría la contra Iglesia Católica si un antipapa o una serie de antipapas usurpan con éxito la Sede de Roma) con alarmante especificidad.
Nótese que el Concilio de Trento declara infaliblemente que las aguas de Apoc. 17:1,15 representan la unión de los fieles con Cristo, es decir, a la Iglesia Católica. ¡La gran ramera se sienta sobre las aguas! Por lo tanto, es de la fe católica que la gran ramera se sienta sobre la Iglesia Católica, es decir, ella intenta hacerse pasar por ella. Esta es una descripción perfecta de la falsa Iglesia que surgió con el Concilio Vaticano II, que ha engañado con éxito a la mayor parte del mundo haciéndolo creer que es la verdadera Iglesia Católica.
Entender que las “aguas” del Apocalipsis representan a los pueblos, naciones y lenguas de la Iglesia Católica, es la clave para entender otros importantes versículos de ese libro. Por ejemplo, Apoc. 18, 17 habla acerca de cómo los capitanes y marineros clamaban por la destrucción de la ciudad.
Los capitanes, marineros y los que trabajan en el mar representan los que trabajan con las almas en la Iglesia Católica, es decir, los sacerdotes, religiosos, etc. Ellos lloran por la desolación de Roma y se preguntan cómo se ha derrumbado en tan poco tiempo.
2. La ramera se sienta sobre la ciudad de las siete colinas
Apocalipsis 17, 9: “Aquí está el sentido que encierra la sabiduría. Las siete cabezas son las siete colinas sobre las cuales está sentada la mujer, y son siete reyes”.
Como se ha dicho ya, Roma fue construida sobre siete colinas. Dado que la gran ramera se sienta sobre la ciudad de las siete colinas, la gran ramera se sienta sobre la misma Roma – el centro de unidad en la Iglesia Católica y el hogar de los Romanos Pontífices.
Es interesante que Roma sólo da paso a la gran ramera en los últimos días, es decir, después de la revolución del Vaticano II. Esta es la razón por la que la ramera sólo se menciona en el libro del Apocalipsis. Y esta es la razón por la que la Sagrada Escritura habla de la “caída” de Babilonia.
Babilonia ha sido históricamente considerada como un nombre clave para Roma.
Los eruditos bíblicos entienden que San Pedro escribió esta epístola desde Roma, que él llama “Babilonia”. Por lo tanto, Roma es Babilonia y Babilonia ha caído. Pero, si ella ha caído, entonces una vez estuvo de pie. Porque antes de su caída, Roma (Babilonia) fue el baluarte del catolicismo y el centro del cristianismo – la gran ciudad.
Algunos podrían preguntar: “Si Roma es la ‘gran ciudad’, ¿por qué Apocalipsis 11, 8 dice que la gran ciudad es el lugar donde fue crucificado el Señor, que es Jerusalén?”. La respuesta es que en realidad no dice eso:
Nótese que, al contrario de lo que algunos han afirmado, el Apocalipsis no indica claramente que los dos testigos (que algunos creen describen a Pedro y Pablo) son asesinados en la ciudad donde fue crucificado el Señor. Nótese que podría muy bien significar que la gran ciudad es llamada Sodoma y Egipto, donde su Señor fue crucificado. En otras palabras, la gran ciudad, Roma, se denomina como “Sodoma” y “Egipto” tan lejos como Jerusalén (donde su Señor fue crucificado) debido a sus inmoralidades. Esto tiene sentido si tenemos en cuenta que Roma era famosa por su corrupción. Por lo tanto, este pasaje no prueba con claridad, como algunos han sugerido, que Jerusalén deba ser la gran ciudad.
Otra consideración es que en el presente el cuerpo místico de Cristo está siendo crucificado en y desde Roma, de manera que en ese sentido también sería exacto decir que Roma es el lugar donde el Señor es crucificado en su cuerpo místico.
La gran ciudad es Roma. Históricamente, ninguna otra ciudad ha gobernado sobre los reyes de la tierra al igual que Roma, que tiene una primacía espiritual y eclesiástica a la que todas las naciones deben estar sometidas.
Y si quieran o no aceptarlo, todos los reyes de la tierra, todos los seres humanos deben estar sujetos al poder espiritual de la Iglesia Católica, que (cuando hay un verdadero papa) se ejerce desde Roma.
Así que la caída de la gran ciudad es la caída de Roma de la fe católica. No es la caída de la Iglesia Católica; la Iglesia Católica puede existir sin Roma. Puede ser reducida a un remanente, tal como está previsto por el Señor cuando habla sobre el fin del mundo (Lucas 18, 8). Roma, por su parte, no puede existir sin el catolicismo. Sin el catolicismo, se convierte en nada más que “en morada de demonios, y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y abominación” (Apoc. 18, 2).
3. La ramera es una mujer
Si bien es cierto que la Ramera de Babilonia es la falsa Iglesia Católica que comenzó con la revolución del Vaticano II (como la evidencia en este libro muestra en abundancia), tendría sentido que esta entidad apocalíptica sea descrita como una mujer, con el fin de contrastarla con otra mujer —su antítesis— la Iglesia Católica.
4. La ramera es una madre
Los católicos siempre se han referido a la Iglesia como su madre.
De hecho, a la Iglesia Romana se la llama específicamente “madre y maestra” de todas las iglesias (es decir, todas las Iglesias particulares en comunión con la Iglesia Católica universal).
Es bastante obvio que el Apocalipsis describe a la ramera de Babilonia como la “madre de las rameras” porque la contra-Iglesia se apodera de Roma, donde normalmente un verdadero papa preside la Iglesia Madre. Roma se ha convertido en la madre ramera en una casi universal contra Iglesia Católica de los últimos días. Y esto lo vemos en acción: la apostasía y la fornicación espiritual de la contra Iglesia comienza en Roma y después se extiende a todas las iglesias locales en la falsa secta. Por ejemplo: el indiferentismo religioso practicado en Roma se extendió al resto de la falsa Iglesia.
Por lo tanto, puesto que la Iglesia Católica es la madre amorosa, la ramera es la madre de las fornicaciones. Y en cuanto la Iglesia Católica es la madre de todos los fieles cristianos, la ramera es la madre de infieles de Cristo, es decir, de los que han abandonado la Iglesia y aceptaron la nueva religión del Vaticano II.
5. La ramera está vestida de púrpura y grana
Un cardenal viste una faja roja o escarlata y un obispo una faja púrpura
Este es quizás uno de los versículos más reveladores en el Apocalipsis. En la Iglesia Católica, los obispos visten de púrpura y los cardenales visten de grana (rojo).
Al elegir para describir a la ramera de Babilonia como una mujer “vestida de lino, de púrpura y grana”, Dios nos está dando una clara indicación de que la ramera se viste con los colores del verdadero episcopado y cardenalato. Dios nos está dando una clara indicación de que la ramera se viste de estos colores porque externamente da todas las apariencias de ser la verdadera Iglesia de Cristo —que tiene diócesis, una jerarquía, propiedades, ornamentos, ceremonias, “sacramentos”, un “papa”, etc.— pero por dentro ella es un fraude. Esta es una descripción perfecta de la Iglesia de la secta del Vaticano II, la contra-Iglesia del final de los tiempos, que se viste con los colores del catolicismo pero por dentro es una religión apóstata falsa.
6. La ramera tiene una copa de oro en su mano
En la Iglesia Católica los sacerdotes tienen que usar, si fuere posible, un cáliz de oro para celebrar el santo sacrificio de la misa. No es coincidencia que la ramera tenga un cáliz de oro en su mano. La ramera, como de costumbre, imita actúa y pretende ser la Iglesia Católica, pero no lo es. Un sacerdote católico ofrece el cáliz de oro con la preciosísima sangre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. La ramera ofrece una copa (cáliz), llena de abominaciones y de inmundicia – el vino invalido de la nueva misa.
En particular, este versículo se refiere al Novus Ordo Missae (la nueva misa), que no contiene la sangre de Jesucristo, sino una ofrenda que es una abominación a la vista de Dios.
En la misa católica, la Iglesia mezcla el agua con el vino en el cáliz.
El simbolismo de Apocalipsis 18, 6 —mezcla en una copa— no puede ser más obvia sin dar a conocer el misterio del versículo. Es una obvia referencia a la misa, que ha sido completamente pervertida por la ramera. Ella no tiene nada que ofrecer a Dios en su copa, sino inmundicia y abominación (Apoc. 17, 4). Por otra parte, este versículo (18, 6) apunta a un punto específico en la misa, la mezcla de vino y agua. Esta acción de mezclarlos significa la unión del pueblo cristiano con Cristo (la Iglesia Católica), como lo define el papa Eugenio IV en el Concilio de Florencia. Como hemos visto, este es el preciso significado que se ha eliminado de la consagración de la nueva misa, haciéndola inválida.
En un mismo versículo, por lo tanto, Dios revela que la ramera realiza una masiva fornicación espiritual en áreas que hacen referencia a la misa católica y la Iglesia Católica en su conjunto. Se trata de una asombrosa descripción de la secta del Vaticano II: la contra-Iglesia del fin de los tiempos.
7. La ramera se caracteriza por su fornicación
Es simplemente un hecho que, cuando se utiliza el término fornicación en la Sagrada Escritura, muchas veces describe la idolatría e infidelidad espiritual.
Se podrían dar muchos otros pasajes para demostrar que la Escritura describe la infidelidad espiritual y la idolatría como fornicación y prostitución. Cuando una “gran ramera” comete fornicación en todo el mundo, se habla en este contexto, indicando claramente la apostasía de la fe verdadera. Como hemos demostrado en este libro, la apostasía de la verdadera fe y la aceptación de los falsos dioses/religiones idólatras es exactamente lo que más caracteriza a la contra Iglesia del Vaticano II y la apostasía del Vaticano II. Ella ha puesto a los “dioses” demoníacos del panteón de las religiones del mundo a la par con el verdadero Dios de la Iglesia Católica.
Esta fornicación cual comienza desde la Roma apóstata y sus antipapas (arriba) se ha extendido y asimilado en toda la Tierra (abajo), como hemos demostrado.
La apostasía interreligiosa de la contra Iglesia se extiende desde Roma a las universidades, etc., como vemos aquí[12]
La ramera de Babilonia es culpable de fornicación espiritual hasta el punto de que esa es la acción que caracteriza su título – “la gran ramera”. Por tal descripción, Dios está contrastando directamente la ramera con la Iglesia Católica; porque la Iglesia es una mujer que se caracteriza por su fidelidad inquebrantable a su Esposo, Jesucristo.
Así como la ramera es conocida por su impureza, la Iglesia Católica es conocida por su castidad.
La Iglesia es “la Esposa inmaculada de Cristo”. La “gran ramera” no representa sino la mayor burla de la Esposa inmaculada de Cristo en la historia.
8. La ramera se ha separado de su esposo
En otro increíble versículo, el Apocalipsis nos dice que la ramera dice a sí misma: “Como reina estoy sentada, y no soy viuda”. Ella no es una mujer viuda porque su (ex) Esposo no está muerto.
El Esposo de la Iglesia es Jesucristo. La ramera, al ser una falsa Iglesia que ha roto con la Iglesia Católica, tuvo a Jesucristo como su Esposo hasta que se separó de Jesucristo dejando sus tradiciones y enseñanzas. En lugar de ser una esposa fiel, la ramera se ha convertido en su propia reina, que es feliz al imponer a los demás su propia voluntad y gloria, sus propias enseñanzas y religión.
A pesar que la ramera se ha separado de la Iglesia Católica al formar su propia “Iglesia” y religión, la Esposa de Cristo —la Iglesia Católica— siempre mantiene la unión con su Esposo, aunque la mayor parte del mundo la haya dejado para unirse a la ramera.
9. La luz de la lámpara no alumbrará más en la ramera
La “luz de la lámpara” es una referencia a la lámpara del santísimo que hay en las iglesias católicas. Esta lámpara significa la presencia real de Cristo en la eucaristía. Esta lámpara difícilmente se puede encontrar en las iglesias del Vaticano II. En la mayoría de los casos, ha sido desplazada hacia una nave lateral o en la parte posterior de la iglesia. Pero más que el desplazamiento de la lámpara del santuario, Apocalipsis 18, 23 está indicando que la presencia real de Cristo (la eucaristía válida) ya no se encuentra en la Iglesia del Vaticano II.
“La voz del esposo y de la esposa” en Apocalipsis 18, 23 es una referencia a Cristo y su Iglesia.
Cualquier duda sobre quiénes son el Esposo y la Esposa, el papa Pío XII la elimina con una cita de San Pablo. Jesucristo es el Novio, y su cuerpo místico, la Iglesia es su Esposa inmaculada. Cuando el Apocalipsis hace referencia a la voz del esposo y la esposa, es otra confirmación de que la ramera de Babilonia es la secta del Vaticano II: la contra Iglesia, que ha abandonado la enseñanza (o la voz) del Esposo (Jesucristo) y de la Esposa (su Iglesia).
10. La voz de la flauta ya no se oye en la ramera
Pocas personas saben hoy que las “trompetas y cítaras eran los instrumentos principales para la música litúrgica en la época de San Juan, como hoy son los órganos en occidente”[18]. Al incluir los tres instrumentos principales de la música litúrgica católica a lo largo de la historia, San Juan nos advierte que la música litúrgica católica tradicional en su conjunto “nunca más se oirá” en la ramera. ¿Y esto no se ha hecho realidad?
Ya hemos mostrado que desde el Concilio Vaticano II, el canto gregoriano, nuestra hermosa tradición musical, ha sido reemplazado por todo tipo de música e instrumentos profanos.
Es tan malo ahora que se podría entrar en una iglesia “católica” moderna y oír nada más que tambores ruidosos y guitarras eléctricas. Se podría incluso entrar en una de esas iglesias y oir música rock. Sin embargo, lo que es tal vez lo más decepcionante de todo esto, es que la mayoría de las personas no se dan cuenta de que estas iglesias “católicas” modernas no son católicas en absoluto, sino que pertenecen exclusivamente a la ramera de Babilonia.
11. Todo el mundo está embriagado con el vino de su fornicación
La ramera de Babilonia es condenada repetidamente por causa de fornicación que tiene que ver con el vino. ¿Por qué? Como hemos demostrado, es el cambio en la forma de la consagracion del vino que hace que la nueva misa inválida!
La razón por la que la ramera es condenada por el vino de las fornicaciones se debe a los cambios invalidantes que se han hecho a LA PARTE de las palabras de la consagración DEL VINO en la nueva misa. Consulte el capítulo anterior sobre la nueva misa para el análisis completo. Estos cambios en la parte de la consagración del vino invalidan ambas consagraciones. La Iglesia del Vaticano II ha realmente “hecho que todas las naciones beban del vino del furor de su fornicación” (Apoc. 14, 8).
12. La ramera se embriaga con la sangre de los santos y mártires
Se puede decir que la ramera se embriaga de la sangre de los santos en muchos niveles. El primero que viene a la mente es el ecumenismo como es practicado por la secta del Vaticano II. Antes del Vaticano II, el ecumenismo se refería a la labor apostólica de convertir el mundo al catolicismo. Hoy en día, se refiere a los esfuerzos para reunir a todas las religiones como una sin conversión, en el respeto de todas las religiones como siendo esencialmente iguales.
El ecumenismo va directamente en contra de la verdad revelada de que los dioses de las religiones no católicas son demonios (Salmo 95, 5, 1 Cor 10, 20), y pone a Cristo al nivel de Lucifer. A lo largo de este libro hemos expuesto el falso ecumenismo de la secta del Vaticano II. La secta del Vaticano II considera a las falsas religiones más o menos buenas y dignas de alabanza. Por lo tanto, se blasfema el recuerdo de los santos y de los mártires cuya carne fue arrancada con ganchos de hierro, sus cuerpos fueron entregados como alimento a los leones y sus cabezas fueron cortadas porque se negaron a comprometer su fe ni un ápice o decir que “todas las religiones son más o menos buenas y dignas de elogio”. También se burla de todos los sacrificios de todos los santos que dieron su vida al sacerdocio, a la vida religiosa, para la obra misionera. Todo fue innecesario, según la secta del Vaticano II.
Margaret Clitherow se negó a aceptar la secta anglicana y su “misa” e invitaba a su casa a los sacerdotes católicos, yendo en contra las leyes penales, por lo que fue martirizada a ser aplastada bajo una gran puerta cargada con pesados pesos. Este tipo de ejecución es tan doloroso que era llamado “grave y severo castigo”. Ella sufrió todo aquello porque se negó aceptar el anglicanismo. La secta del Vaticano II, sin embargo, enseña que los anglicanos son compañeros “cristianos” que no necesitan conversión, y cuyos inválidos “obispos” son en realidad verdaderos obispos de la Iglesia de Cristo. La secta del Vaticano II enseña que su martirio fue inútil. Ella se embriaga de la sangre de los santos y mártires.
¿Cuántos mártires, como Santo Tomás Moro, dieron sus vidas por un artículo de la fe católica? El ecumenismo hace que la sangre derramada por los mártires sea inútil, sin mérito ni sentido.
Es por eso que la Iglesia del Vaticano II se embriaga de la sangre de los mártires y de los santos (Apoc. 17, 6; 18, 24), y todos los que apoyan esta actividad anticristiana ahora encabezada por Francisco, también se embriagan de esa misma sangre de los mártires y santos.
Lo que también es interesante es que el Apocalipsis menciona que los mártires gritan desde debajo del altar.
La Iglesia Católica prescribe que los altares donde se oficia la santa misa deben contener reliquias de mártires. Por lo tanto, tiene todo el sentido que los mártires, cuyas vidas son objeto de burla por el ecumenismo y el respaldo de la secta del Vaticano II a las religiones falsas, están clamando a gritos “debajo del altar”. Ellos están clamando a gritos no sólo contra el ecumenismo interreligioso, que se burla de sus vidas, sino también a las abominaciones litúrgicas que se producen directamente sobre sus reliquias en la nueva misa Este notable punto de la Escritura debe también mostrar a los protestantes que la Iglesia Católica es la única Iglesia verdadera
Conclusión sobre la ramera de Babilonia
Es evidente, en nuestra opinión, que la secta del Vaticano II es la ramera de Babilonia profetizada en las Escrituras. Y al contrario de lo que los herejes protestantes creen, el hecho de que se prevé en la Escritura la apostasía de la Roma eclesiástica de la fe católica en los últimos días demuestra más la autenticidad de la Iglesia Católica. Porque la tribulación de los últimos días se centrará en engañar a los verdaderos fieles, y socavar la verdadera fe.
Cabe señalar que los “cuarenta y dos meses” (Apoc. 11, 2), los “mil doscientos sesenta días” (Apoc. 12:6), y los “un tiempo, y dos tiempos, y medio tiempo” (Apoc. 12, 14) y 3 y 1/2 años son considerados por algunos estudiosos como un símbolo de un período de persecución.
El lazo sirve para atrapar a los animales. Ahora, si el lazo de los últimos días consiste en una falsa Iglesia Católica creada desde Roma, y una invasión espiritual de la santa ciudad (Roma), entonces el “animal” que el diablo está tratando de atrapar es el catolicismo tradicional. Esta es otra prueba de que la religión católica es la única religión verdadera.
Es nuestra esperanza que esta evidencia bíblica en contra de la Iglesia del Vaticano II fortalecerá a los católicos en su oposición a la misma. Las profecías bíblicas que establecen claramente nuestra actual situación también permitirán a los católicos tener una mejor comprensión de cómo Dios ve la desarrollo de los acontecimientos de los años más o menos últimos 50.
Pero sobre todo, el Apocalipsis deja al descubierto la falsa resistencia a esta apostasía, incluso entre los llamados tradicionalistas, quienes promuven una oposición a esta iglesia ramera manteniéndose unidos a sus antipapas y a la secta del Vaticano II. La falsa postura: “Os resistimos…” los coloca exactamente en el mismo seno y útero de la ramera. Por su propia profesión, ellos siguen obstinadamente unidos a la “madre de las fornicaciones”. Ellos siguen confundiendo a la gran ramera con la novia inmaculada de Cristo. Ellos se apegan a la ramera y se mantienen sometidos a su abominable dominio.
Si no rompen completamente con la gran ramera, estas personas perderán sus almas en el fuego eterno por blasfemar contra la Iglesia de Cristo Rey, que no tiene comunión con las obras de las tinieblas, que no tiene parte con los no creyentes, y no mantiene amistad con la mujer de la iniquidad. Aunque gran parte del mundo ha sido engullido por la gran ramera, la Esposa inmaculada del Señor sigue existiendo en toda su pureza, a pesar de que se haya reducido a un remanente, y se vea forzada a la clandestinidad. Esta mujer pura que representa el remanente de la Iglesia Católica en los últimos días, se describe en el capítulo 12 del Apocalipsis, después de la visión de la mujer vestida del sol, nuestra Señora de Fátima.
Si todavía no nos hemos unido, debemos entrar en esta iglesia católica remanente en el desierto. Debemos mantener “la fe que les fue dada a los santos” (Judas 1, 3), y acercarse a Dios mediante la recepción de los verdaderos sacramentos y la práctica de la devoción al Inmaculado Corazón de María y el Santo Rosario.
[1] The Papal Encyclicals, by Claudia Carlen, Raleigh: The Pierian Press, 1990, Vol. 4 (1939-1958), p. 327.
[2] Denzinger, The Sources of Catholic Dogma, B. Herder Book. Co., Thirtieth Edition, 1957, no. 945.
[3] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740-1878), p. 28.
[4] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740-1878), p. 206.
[5] Denzinger 468.
[6] Denzinger 468.
[7] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878-1903), p. 403.
[8] The Papal Encyclicals, vol. 3 (1903-1939), p. 318.
[9] The Papal Encyclicals, vol. 4 (1939-1958), p. 50.
[10] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878-1903), p. 403.
[11] Denzinger 698.
[12] www.georgetown.edu
[13] The Papal Encyclicals, vol. 3 (1903-1939), p. 317.
[14] Denzinger 89.
[15] Decrees of the Ecumenical Councils, Sheed & Ward and Georgetown University Press, 1990, vol. 1, p. 133.
[16] The Papal Encyclicals, vol. 4 (1939-1958), p. 55.
[17] The Papal Encyclicals, vol. 4 (1939-1958), p. 54.
[18] Scott Hahn, The Lamb's Supper, Doubleday, 1999, p. 120.
[19] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878-1903), p. 279.
[20] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878-1903), p. 304.
[21] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740-1878), p. 230.
[22] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878-1903), p. 392.
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